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Tras el invierno en Afganistán, llega una primavera talibán aún más dura

Con la llegada de la primavera algunos pensaban que la dureza del invierno quedaba atrás. Sin embargo, la anunciada ofensiva de la resistencia afgana puede colocar a las tropas ocupantes ante la peor situación de los últimos años en Afganistán.

Txente REKONDO, Gabinete Vasco de Análisis Internacional

Mientras los talibanes siguen aumentando su capacidad y su apoyo, las fuerzas de ocupación occidentales continúan cometiendo los mismos errores que en el pasado. El pueblo afgano es hospitalario e incluso protector del extranjero, pero aquellos que intentan dominarlo y controlarlo se topan con la más fiera oposición. Alejandro el Grande, los británicos y los soviéticos ya vivieron esta situación y en estos días el todopoderoso ejército occidental comandado por EEUU está a las puertas de seguir el mismo camino que sus predecesores.

El año pasado, los talibanes pretendían la captura de Kandahar, para desde allí lanzar su ofensiva hacia la capital, sin embargo algunas fuentes locales apuntan a que este año esa estrategia sufra alguna alteración, y que junto a la ofensiva por todo el país, centren buena parte de sus esfuerzos en una ciudad como Jost, que en los noventa fue la primera ciudad que tomaron los talibanes y a la que seguirían en poco tiempo Jalalabad y Kabul.

La fotografía nos muestra una importante presencia de militantes afganos en las áreas tribales de Waziristan Norte y Sur, en Pakistán, desde donde llevan lanzando un importante número de ataques hacia Helmand. Otras bolsas importantes de talibanes están en el Nuristán paquistaní, desde donde pueden acceder a un futuro sitio de Kabul. Finalmente, la presencia de la resistencia afgana en provincias como Paktia, Jost, Gazni o Paktika es muy elevada, mientras que crece cada día en Herat, Ghor o Faryab.

La preocupación de la OTAN y de sus aliados locales es tal que ya han lanzado importantes contraataques, al tiempo que el número de tropas extranjeras ha aumentado estos meses. Sin embargo, estas acciones, más que acercar a la población local, la enfurecen y la llevan a militar en la resistencia. Los continuos «errores colaterales«, con cientos de civiles muertos y la destrucción de pueblos y aldeas hace que la población vea a las tropas de la OTAN como una fuerza extranjera de ocupación, y al gobierno de Karzai como una marioneta de aquellos.

Los movimientos políticos también se suceden tras el escenario de guerra. Así, dentro del propio Parlamento afgano ha surgido una nueva alianza, Jabhe-ye-Motahed-e-Milli (Frente de Unidad Nacional), que agrupa a antiguos mujahidines, partidos jihadistas, e incluso a dos prominentes figuras del último Gobierno comunista afgano. Esta formación, que algunos tildan de contranatura, ha señalado como objetivo a corto plazo reformar el Gobierno, y a medio plazo cambiar todo el sistema surgido de la ocupación (reforma constitucional, cambio de gobierno presidencial a parlamentario, y elecciones directas para alcaldes y gobernadores).

Pakistán quiere recuperar su influencia en Afganistán, y cortar de raíz el ascendientede India en el gobierno afgano actual. Algunas fuentes señalan que la operación de Islamabad ya se habría iniciado con el acuerdo de respetar la presencia talibán dentro de sus fronteras (amparados por líderes tribales locales) a cambio de que se expulse a los militantes «extranjeros» de al Qaeda. Los recientes enfrentamientos en la frontera entre ambos países mostrarían también un ligero distanciamiento entre le movimiento taliban y al Qaeda. Otra baza que estaría jugando Pakistán sería la del «camaleón» Gulbuddin Hekmatyar, una figura que podría ser aceptada por Occidente si se deciden a negociar con el conjunto de la resistencia afgana, aunque quedaría la duda de si el líder taliban, Mullah Omar, la aceptaría.

Para la mayoría rural del país la ocupación ha supuesto una vuelta a los años más duros de los 80 y 90, con los señores de la guerra y el bandidismo campando en el país.

La resistencia afgana cuenta con un número elevado de militantes, muchos con larga experiencia en la lucha de guerrillas, con un creciente apoyo popular (un pueblo que echa de menos «la ley y el orden» taliban). Además, la reedición del Gran Juego también es un factor a su favor.

Los mismos que crearon el movimiento taliban y que ahora lo combaten están condenados a negociar con él en el futuro. «Sin un acuerdo con los talibanes, la paz en Afganistán será un sueño», ha reconocido un importante asesor del presidente afgano.

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