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Los perdedores de nuestras guerras

El Consejo Noruego para los Refugiados (CNR) ha dado a conocer que en 2006 se contabilizaron cuatro millones de desplazados internos más en el mundo. Son 25 millones las personas que, en razón de los conflictos bélicos, han debido encontrar refugio en otras partes del país o en territorios limítrofes. En el ránking de los estados con mayor número de desplazados internos figuran Sudán, Colombia, Irak, la República Democrática del Congo y Uganda. La situación es particularmente grave en el primer país africano, ante el que la comunidad internacional ha mantenido una actitud especialmente indolente. Baste recordar la atemperada resolución aprobada en el marco del Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, donde la dura condena inicial a la masacre consentida por las autoridades sudanesas se transformó en un rechazo más global a la situación en Darfur, sin mención ni explícita ni implícita a las responsabilidades que concurren en ella.

La crisis de Darfur es un lacerante ejemplo de la preminencia de los intereses económicos y de las influencias geoestratégicas por encima de la promoción de la paz y el desarrollo en el mundo, fines con los que, de acuerdo al contenido de la Carta de las Naciones Unidas, están comprometidos los estados miembros. Son múltiples los casos que permiten constatar que la política internacional, lejos de basarse en la prevención de los conflictos, se sustenta en el principio de no hacer nada para impedir que estos se expresen mediante formas de violencia extrema. Es el caso de Irak, donde primero se patrocina o consiente la invasión de un país para, tres años después, elevar la voz sobre la crisis humanitaria derivada de la existencia de 1,9 millones de personas desplazadas por esa invasión. Sin poner coto a la violación de la soberanía de los pueblos y a una política económica basada en la depredación de la riqueza difícilmente se podrá frenar el sufrimiento de los millones de desplazados por las guerras teledirigidas desde los centros de poder del primer mundo.

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