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Reconocimientos, recuerdos y reprimendas en torno a los premios Max

La Gala de los Premios Max, celebrada ayer en Bilbo, estuvo rodeada de acontecimientos más o menos festivos. Si por la mañana la SGAE entregó los Maximinos de Honor a los profesionales vascos, por la tarde la reivindicación llegó al Palacio Euskalduna.

Fueron muchos los actores, directores, críticos, programadores, autores y representantes institucionales que se acercaron ayer por la mañana al Teatro Arriaga, donde se realizó la entrega de los Maximinos de Honor «a los profesionales de las artes escénicas de Euskadi». Organizados por la SGAE y la Fundación Autor, estos premios se instituyeron recientemente para reconocer a la escena local de cada comunidad que acoge la gala de los Max. Los payasos Txirri, Mirri eta Txiribiton, los actores Mariví Bilbao-Goyoaga y Saturnino García, y los escritores David Barbero y Gabriel Aresti fueron los elegidos por la SGAE para este reconocimiento.

La ceremonia arrancó a las doce del mediodía, tras la recepción a las autoridades y demás invitados y el acostumbrado aurresku. La actriz Esther Belasko condujo en euskara y castellano una gala en la que no faltaron las bromas, reivindicaciones y consabida respuesta por parte del alcalde de Bilbo, Iñaki Azkuna.

Los primeros en recoger sus galardones -entregados por la actriz Aizpea Goenaga y el director de Creación y Difusión Cultural del Gobierno de Lakua, Iñaki Gómez- fueron los payasos Txirri, Mirri eta Txiribiton. Mirri rodó por los suelos para hacer así la primera gracia y tras el tropezón saludó con un «sagarra manzana, ikatza carbón, txirri ta mirri ta txiribiton». Xabier Otaegi, Peter Ansorena y Txema Vitoria, que llevan 35 años haciendo el payaso, advirtieron en euskara a los presentes de que, aunque éste es un premio a toda su carrera, seguirán «dando la pelmada».

Mariví Bilbao-Goyoaga (Bilbo, 1930) no pudo asistir a la gala por encontrarse trabajando en Madrid, pero mandó un mensaje filmado en el que, con su habitual socarronería, agradecía el premio. «Me lo dan porque soy vieja. No lo merezco, pero me da un subidón que me muero de gusto». La actriz confesó en su alocución que «si volviera a nacer, me iría a vivir a Los Ángeles, porque allí hasta huele a cine». Su hermana Kontxi recogió el premio de manos del actor Lander Iglesias y del concejal de Cultura, Jon Sánchez.

La diputada de Cultura, Belén Greaves, y la bailarina Begoña Crego entregaron el siguiente premio a Saturnino García, quien subió al escenario, según reconoció él mismo, «temblando como un novicio». El actor, de 72 años, prometió seguir trabajando en este oficio que tanto le apasiona.

Fue David Barbero el que se mostró más reivindicativo. Tras recoger su premio entregado por la actriz Gurene Unibaso y por el presidente de la SGAE, Teo Bautista, el autor teatral aprovechó para recordar a las instituciones que «aquí hay muy buenos profesionales que merecen una oportunidad y un poco de confianza», además de reivindicar, una vez más, la necesaria puesta en marcha de un centro superior de enseñanza de artes escénicas, así como un centro de producción.

Gabriel Aresti

Y llegó el momento emotivo de la jornada con el recuerdo al poeta y dramaturgo Gabriel Aresti a través de un documental elaborado por Patxo Telleria. La viuda de Aresti, Amelia Esteban, nerviosa y emocionada, recogió el galardón que le entregaron el propio Telleria y el alcalde Iñaki Azkuna, recordando que es la primera vez que el poeta es premiado por su obra dramática, pese a haber sido un renovador del género.

Y aquí habría acabado la cosa si el alcalde no se hubiera dado por aludido, porque, como él mismo dijo, no es de los que se queda callado. Tomó el micro Azkuna para decir que lo de apoyar a los de casa está bien, pero que el Ayuntamiento no va a ceder nunca la gestión del Arriaga. Y apostó por el Teatro Campos, actualmente en remodelación, donde, aseguró, «en dos años estará listo para ofrecer todo el teatro de vanguardia». En cuanto a la creación de una escuela de arte dramático, apuntó que es cosa del Gobierno de Lakua, pero que el Ayuntamiento está dispuesto a ceder terrenos para que, en su día, se instale en Bilbo, «y no nos pase como con el Conservatorio Superior (de Música)».

Protestas en el Euskalduna

Pero las promesas no parecen bastar a los profesionales de la escena bilbaina, ya que un grupo de ellos se plantó ayer frente al Palacio Euskalduna a la hora de comienzo de la gala de los Premios Max en una concentración-parodia. Bajo la máxima «Me niego a llevar una triste velilla en esta trágica mojiganca», repartieron unos maliciosos e internacionales Premios Estrella.

Así, otorgaron el premio «al teatro más inaccesible para las compañías y profesionales locales» al Teatro Arriaga de Bilbo, junto a la Ópera de París y el teatro municipal de Springfield. La Diputación Foral de Bizkaia y el Ayuntamiento de Bilbo compartieron un premio «al menor apoyo institucional a la creatividad y producción escénica local» con la ONU y el Consejo Insular de las Islas Faroe. Y el Gobierno de Lakua tuvo el honor de recibir uno de los principales premios al «plan de educación superior más invisible del mundo mundial en materias escénicas». Tampoco la red Sarea -impulsada por el Departamento de Creación y Difusión Cultural de Lakua- se libró de recibir un Estrella. Obtuvo el premio «de compañías residentes de quién sabe dónde», mientras que Euskalduna Jauregia compartió con el Palacio Imperial de los Zares de Rusia el premio «al palacio más inaccesible».

Más repartido estuvo el premio a «la mejor producción extranjera». Se lo llevaron la compañía «Con cuatro duros» de Gipuzkoa, «En soledad» de Araba y «Que somos de Bilbao» de Bizkaia. Para finalizar, el reconocimiento a «la menor labor de difusión escénica» fue a parar a ETB y a la Asociación de Hosteleros.

Poco tiempo después arrancaba en el mismo Palacio Euskalduna la gala oficial de entrega de la X edición de los premios Max de las Artes Escénicas, en la que se conocieron los ganadores de las 23 categorías. Los galardones se otorgan con la votación de los compañeros de profesión.

La bailarina y coreógrafa Sol Picó fue la encargada de dirigir la gala, para la cual preparó un espectáculo dedicado a la danza.

El coordinador general, Pera Piñol, recordó que con esta gala se cierra así la trilogía iniciada en 2005 en Guadalajara con un evento consagrado a las letras españolas y que prosiguió el año pasado en Barcelona con la música, en concreto los géneros líricos por excelencia, la zarzuela y la ópera, como protagonistas. Es la segunda ocasión en los diez años de historia de estos galardones en la que Bilbo acoge esta cita, tras el éxito de la organizada en la capital vizcaina en 2001, con lo que se convierte, junto a Barcelona, en la ciudad donde más veces se ha llevado a cabo la ceremonia.

Karolina ALMAGIA

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