Maite SOROA
Del ascua y las sardinas
Lo de las candidaturas les tiene un poco turulatos. Y es que no resulta sencillo hacer frente a una realidad tan sólida, por ejemplo, como las 84.000 voluntades ya acreditadas antes de iniciarse la campaña electoral. Tonia Etxarri en «El Correo Español» ponía el acento sobre la anécdota: «vaya por delante la publicación de los nombres de los 16 magistrados que forman parte de la Sala, tal como solicitaba el abogado Iñigo Iruin. Los 16. De uno en uno, con la toga en la mano y con el perfil más favorecedor. Que a nadie se le escapa que la identificación, en este tipo de actuaciones judiciales sobre el entorno de ETA, suele producir inti- midación». En la democracia con la que sueña Etxarri, sin duda, los ciudadanos son juzgados por personas anónimas y, en consecuencia, irresponsables. Pues ¡vaya plan!
El editorialista de «Abc» clamaba ante lo que le parecía inevitable: «Existen indicios suficientes para que el Gobierno, a través de la Abogacía del Estado y la Fiscalía General del Estado impugnen todas las candidaturas de ANV y soliciten, además, la ilegalización de este partido (...) Es evidente que Abertzale Sozialisten Batasuna (ASB) -y veremos también si las agrupaciones de electores surgidas- eran el señuelo fácil puesto a propósito por Batasuna y ETA para entretener al Gobierno, a los jueces y a los cuerpos policiales».
Y el de «Diario de Navarra» aportaba su granito de arena a la Fiscalía: «Ha sonado la hora de comprobar la actitud del Gobierno, que no advirtió nada raro en el PCTV y ahora lo ve como careta batasunera. Serán los jueces quienes decidan, y es probable que su fallo no coincida de lleno con la convicción generalizada sobre el camuflaje de Batasuna en las candidaturas. Pero es milagroso que una sigla dormida, ANV, de repente sume miles de candidatos, y ahí no hay milagros». Ahora resulta que los del requeté, tan píos ellos, ya no creen en los milagros. ¡Cómo cambian los tiempos!
Para guinda, una perla cultivada de «Deia», que se empeña en demostrar que, en realidad, las víctimas de la Ley de Partidos son los jelkides: «Parece como si la izquierda abertzale estuviese echando un pulso tras otro al Estado, con el objetivo de seguir mareando la perdiz, atraer el foco informativo y, de paso, intentar debilitar otras opciones, sobre todo nacionalistas, a las que ya tiene previsto echar todas las culpas sobre su ilegalización y a las que acusará posteriormente de haberle 'robado' escaños y alcaldías». A eso se le dice ponerse la venda antes de la herida. ¿O no?