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La gran película china

«La maldición de la flor dorada»

El cineasta chino Zhang Yimou completa su trilogía «wuxia" con «La maldición de la flor dorada", espectáculo visual y drama épico de lujoso ambiente imperial, en el que las artes marciales ya no están tan presentes como en «Hero" y «La casa de las dagas voladoras".

Mikel INSAUSTI | DONOSTIA

Las grandes producciones chinas encandilan al público occidental, pero están sujetas a la polémica interna debido a su elevado coste, sin que allí hayan digerido del todo que los venerables cineastas de la quinta generación se hayan pasado a las espectaculares películas épicas de acción. El más criticado ha sido Chen Kaige, por ser quien ha utilizado el mayor presupuesto de la historia del cine chino para «La promesa», sobrepasando la barrera de los 340 millones de yuanes, que deben ser algo más de cuarenta millones de dólares.

El descontento aumentó por los desperfectos causados en lugares sagrados, con lo que las autoridades del país han dictado una nueva ley que prohíbe a partir de ahora rodar en tales recintos. Zhang Yimou, a pesar de ser considerado como el cineasta oficial que coordinará las filmaciones de los Juegos Olímpicos, también se ha visto afectado por la situación, dado que «La maldición de la flor dorada» se filmó en la Ciudad Prohibida y necesitó una inversión similar, renunciando a financiación extranjera.

Pero lo cierto es que Yimou sigue siendo fiel a sí mismo y al cine de autor más austero, lo que prueba el reciente estreno de su anterior realización, «La búsqueda», directamente en dvd. En la sección dedicada al formato doméstico ya hacía hincapié en su estilo neorrealista, corroborado por la inclusión de actores no profesionales. Por tanto, el director no ha renunciado al intimismo que algunos parecen echar de menos injustificadamente o, simplemente porque, porque no les gustan las películas de artes marciales. Éstas solamente forman una mínima parte de la filmografía de Yimou, siendo «La maldición de la flor dorada» el título que cierra su trilogía wuxia. Y conviene matizar, porque es la menos wuxia de las tres, en cuanto que marca una evolución dentro de un formalismo que le ha permitido experimentar a capricho con los efectos visuales, sabedor de que todo Occidente está hoy en día más pendiente que nunca de las tendencias de la estética oriental.

Por otro lado, la nueva película introduce una dramaturgia que la crítica occidental ha comparado con las tragedias de Shakespeare y la utilización que de ellas hizo en sus creaciones épicas el maestro Kurosawa.

Digan lo que digan, fuera de China no existen influencias externas en el guión de «La maldición de la flor dorada», basado en una obra teatral de Cao Yu. Lo que Yimou ha hecho es trasladar la ambientación del texto original, que transcurre en los años 30, a la época imperial. Pensó que el tema de la lucha por el poder familiar le iba muy bien al falso esplendor de las antiguas dinastías, carcomidas por los enfrentamientos internos y los problemas de sucesión. Ese es el motivo por el que sitúa la acción en el siglo X, gobernado por la dinastía Tang, a la que los historiadores señalan como la más ostentosa de todas las que han existido. Una buena excusa para el despliegue visual al que nos tiene acostumbrados Yimou, con el añadido de una ya totalmente desbordada fastuosidad.

Haciendo valer el proverbio chino que dice «oro y jade en el exterior, podredumbre y decadencia en el interior», Yimou muestra las intrigas palaciegas envueltas en un lujo ciertamente asiático. Cuanto más dorados son los trajes y los ornamentos, mayor resulta el odio y la traición que mueven a los personajes bajo esa recargada indumentaria. De ahí el cuidado exagerado puesto en los detalles del diseño artístico. Por algo Yee Chung Man, responsable del artesanal vestuario, fue nominado al Oscar que finalmente ganaría Milena Canonero, por «Maria Antonieta».

El encargado de dar un tono operístico a esta tragedia histórica es el compositor japonés Shigeru Umebayashi, que emplea la música coral para ilustrar el clima bélico que acecha a unos personajes ya de por sí mal avenidos. El hecho de que la emperatriz, encarnada por Gong Li, esté siendo envenenada contribuye a un aire fatalista propiciado por el engaño amoroso a dos y tres bandas.

A las puerta de palacio estalla el levantamiento armado, entrando en juego las coreografías de lucha del imprescindible Ching Siu-Tong, en esta ocasión puestas al servicio del movimiento de masas y del espectáculo bélico.

Estreno

Título original: «Man cheng jin dai hugang jin jia».

Dirección: Zhang Yimou.

Guión: Zhang Yimou, sobre la obra teatral de Cao Yu.

Intérpretes: Chow Yun-Fat, Gong Li, Chow Jai, Liu Ye,

Ni Dahong, Qin Junjie,

Li Man, Chen Jin.

País: China, 2006.

Duración: 114 minutos.

Género: Drama épico.

La actriz Gong Li se reencuentra con su descubridor y ex pareja, Zhang Yimou

Han tenido que pasar doce años para que volvamos a ver a Gong Li actuando en una película de Zhang Yimou, el director que la dio a conocer dentro y fuera de China. Ya solamente por eso, «La maldición de la flor dorada» sería una película importante, ya que supone la primera vez en que ambos colaboran unidos por una relación exclusivamente profesional. Cuando el cineasta de la quinta generación la descubrió en 1987 con la película «Sorgo rojo», y a pesar de que entonces estaba casado, inició una relación sentimental con la actriz que duraría hasta 1995. Ese año la ruptura se produjo durante la presentación en el Festival de Cannes de «La joya de Shanghai», película mal recibida por la crítica y que marcó un antes y un después en la carrera de Zhang Yimou, así como en la de su compañera y musa. En medio quedaban una serie de irrepetibles experiencias cinematográficas compartidas: «Ju dou, semilla de crisantemo», «La linterna roja», «Qiu Ju, una mujer china» y «¡Vivir!».

La separación tuvo que ser bastante traumática, habida cuenta del largo tiempo transcurrido para la reunión. El destino parece empeñado en juntarles de nuevo, puesto que los dos van a tener una participación decisiva en la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos del 2008, como director y presentadora, respectivamente.

Gong Li es el más poderoso icono chino para Occidente, y prueba de ello es el interés de Hollywood por atraerla hacia su industria. Michael Mann fue el primero en reclamar sus servicios para «Heat», pero el mal inglés de la actriz china la hizo desistir, prefiriendo probar la internacionalidad en «La caja china», dirigida por Wayne Wang, de origen asiático. El tema oriental de «Memorias de una geisha» la hizo decidirse definitivamente y vencer los temores iniciales.

M. I.

ENVENENADA

Yimou sitúa la acción en el siglo X, gobernado por la dinastía Tang. El hecho de que la emperatriz, encarnada por Gong Li, esté siendo envenenada contribuye a un aire fatalista propiciado por el engaño amoroso a dos y tres bandas.

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