el gaztetxe celebra19 años, amenazado por el gobierno del pp
Cumpleaños en la casa de la colina de gasteiz
El Gaztetxe de la capital alavesa sopla hoy 19 velas. Lo hace con la misma firmeza y convencimiento con el que fue ocupada aquella vieja casa de la colina de Gasteiz en 1988. Y lo hace con la misma amenaza de derribo que se repite durante los últimos años.
Joseba VIVANCO
Estamos en el año VIII después de Alfonso Alonso. Toda Gasteiz está ocupada por el Ayuntamiento del PP... ¿Toda? ¡No! Un casa `okupada' por irreductibles jóvenes resiste todavía y siempre al invasor... No, no hablamos ni de Asterix ni de Obelix. Los protagonistas de esta historia que cumple hoy, 28 de abril, 19 años de historia, son los miles y miles de gasteiztarras que en estas casi dos décadas han pasado por la casa ubicada en lo alto de la colina de la almendra medieval gasteiztarra: El Gaztetxe. Mientras la emblemática Catedral de Santa María al otro extremo del casco antiguo de la ciudad se remodela piedra a piedra, los responsables municipales del PP acaban de lanzar hace sólo unos días su penúltimo aviso para hacer todo lo contrario con este auténtico emblema de la autogestión en Euskal Herria: si ganan las próximos elecciones del 27 de mayo, lo derribarán.
Son las once de la mañana. El sol luce espléndido sobre los tres campanarios que siluetean el perfil de la parte vieja de la capital alavesa. A través de las escaleras de San Bartolomé, desde la balconada de la parroquia de San Miguel, se accede a las que un día fueran cocheras del Obispado y, desde hace 19 años, Gaztetxe de la ciudad. El teniente de alcalde del PP, Javier Maroto, acaba de sentenciar hace sólo unos días que la ansiada demolición de este edificio no se acometerá antes de esta legislatura, a la que apenas le restan semanas, pero que si ganan de nuevo, que nadie dude de que lo harán.
Una amenaza que no es nueva, pero a la que parece resistirse la enseña pirata que ondea en lo alto de la torre de vigilancia de este pequeño fortín, en cuya fachada una pancarta advierte: ``Aski da. No al derribo del Gaztetxe. Alde Zaharrean inposaketarik ez''.
Sus puertas están abiertas, en sentido real y también figurativo. En el interior, aún con los restos visibles del último concierto del fin de semana, cuatro jóvenes preparan una pancarta anunciadora del aniversario que hoy se cumple. La música que parte de la taberna, cerrada, es la voz de una mujer que suena a flamenco, acompañando una sofocante mañana. Las labores de intendencia se realizan al amparo de la sombra del escenario. Taberna y escenario son dos de las últimas zonas del Gaztexe en haber sido renovadas, como el almacén. También lo está siendo el espacio reservado para biblioteca. Pero la principal reforma ha sido la de dejar como nuevo todo el tejado. «Esto en ningún caso está en ruinas, ni se le va a caer a nadie», responde Ainhoa, mientras señala una de las robustas columnas de madera de la sala de reuniones en la que la Gazte Asanblada saca adelante cada semana esta alternativa de vida y de cultura.
El Gobierno municipal del PP cuenta ya con un informe detallado del tiempo y dinero que costaría derribar este edificio. Una vez concedida la licencia de obra, los trabajos podrían acabar en un mes con lo que ha costado mantener vivo dos décadas. «Desde la llegada del PP al Ayuntamiento esta amenaza ha sido una constante», responde Jon Ander. «El problema es que durante estos ocho años ha sido una decisión unilateral del PP, que ahora ha disfrazado de mentira a través del Plan de Rehabilitación del Casco Viejo (PERI), al que han entrado el PSE y el PNV. Por eso hacemos un llamamiento a estos dos partidos para que antes de la elecciones digan qué harán si salen elegidos», emplaza a los dos grupos, hoy en la oposición.
Un Gaztetxe en continuo movimiento
Ainhoa tiene 22 años; Jon Ander, 20. Forman parte de la actual Gazte Asanblada que gestiona el Gaztetxe, y a la que pertenecen una quincena de personas, jóvenes cuyas edades van desde los 17 a los 23 años. En 1988, tras meses de reivindicaciones por parte de un grupo de jóvenes como ellos, impregnados por una necesidad de locales donde organizarse y dar salida a sus inquietudes, surge aquel primer Gaztetxe. Desde entonces, una parte de la juventud gasteiztarra ha dejado su impronta para que la bandera de la calavera y las tibias siga ondeando sobre aquella casa de la colina.
«Yo venía a conciertos y esas cosas. Pero tampoco me planteaba venir a la asamblea. Conocía a gente que sí venía, así que me fueron animando a tomar parte en actividades, poco a poco fui conociendo el Gaztetxe y al final terminé viniendo. Y hasta hoy». Ainhoa lleva ya cinco años dentro de la gestión de este edificio. Ella era la menor de una Gazte Asanblada que dejó paso hace unos años a las nuevas generaciones -no las del PP-, y se convirtió de repente en la miembro de más edad del grupo. «Era gente que llevaba una trayectoria larga, lo dejó y el cambio fue una pasada», reconoce.
Jon Ander lleva tres años formando parte de esa misma autogestión del Gaztetxe. Empezó acercándose a los conciertos, a «echar un cacharro» los fines de semana, participando en alguna actividad más, «y, al final, te animas a venir a una asamblea, empiezas a subir hasta aquí y...»
El relevo generacional es inevitable. «Hay veces que es más fácil, pero ha habido años en que sólo había ocho personas en la `Gazte'», admite Jon Ander. «Pero siempre viene gente nueva por detrás. Los `zutabes' de esta casa siguen siendo el asamblearismo, la autogestión, el barrio... pero con la gente más joven que llega al relevo, entran ideas nuevas de cómo hacer las cosas, nuevas trayectorias. Se van unos, entran otros», apunta una ya veterana Ainhoa.
Cada lunes, a las siete de la tarde, hay asamblea abierta a todo el que quiera acudir. Después, en el seno de la Gazte Asanblada se trabaja en comisiones. «Esto tiene que tener una continuidad y un compromiso por parte de los que estamos. Hay altibajos, como en todo, pero siempre hay gente comprometida. Si alguno se queda dormidillo, pues habrá alguien que le dé ritmo al tema y luego ese otro puede volver con más fuerza. Nos apañamos», coinciden ambos.
La simbiosis con el barrio
Pero lo que no decae con el paso de los años es la perfecta y estrecha simbiosis entre el Gaztetxe y el movimiento popular de la ciudad, y, sobre todo, entre el Gaztetxe y el propio barrio al que pertenece. Probablemente, esta última ligazón sea la clave para la pervivencia de este espacio. La principal razón para que en estos años el Ayuntamiento no se haya atrevido a enviar sus excavadoras.
«La confraternización con los vecinos del Casco Viejo ha sido fundamental», confiesa Jon Ander. La evidencia más reciente fue el Gaztetxe Eguna que el barrio entero acogió en octubre de 2005, y donde se dieron cita unas 15.000 personas. «Siempre ha quedado claro que el Gaztetxe tiene el apoyo del vecindario», subraya Ainhoa. Y viceversa. Prueba de ello es que asociaciones vecinales y Gaztetxe se volverán a dar la mano el próximo 12 de mayo en la manifestación convocada contra el PERI. «No queremos un Casco Viejo con ocho tiendas de Adolfo Domínguez, parking y escaleras mecánicas, mientras hay muchos edificios sin ascensores y gente mayor que no puede ni acudir al centro de salud», argumenta Jon Ander.
Su compañera de Gazte Asanblada también comparte su opinión. «En todos estos años se han buscado muchos apoyos, se han llevado a cabo campañas para mostrar cómo es esta casa y su pluralidad. Y ha sido muchísima la gente que nos ha dado su apoyo. Hoy todos sabemos quién apoya al Gaztetxe y quién no. Y si un día vienen a derribarlo, habrá que hacer frente, pero mientras tanto, seguiremos en el día a día», deja claro.
Lejos, o quizá no tanto, quién sabe, queda aquel 28 de agosto del año 2000 en el que la Ertzaintza irrumpió en la casa de la colina, deteniendo a 17 personas y provocando graves destrozos en su interior. Y todo por una pancarta que rezaba: ``Utzi pakean Gaztetxea'`, junto al escudo de la Policía autonómica. Hoy, el acoso policial por parte de ciertos agentes municipales no es lo que más preocupa. Sí lo es la amenaza del derribo por parte del Ayuntamiento. De ahí que la Gazte Asanblada llame a participar en todas las actividades programadas en torno a este 19 aniversario.
«No es sólo nuestra casa, sino la de todo el movimiento popular de Gasteiz. Y está abierta a todos ellos», concluye a modo de alegato Ainhoa. Felicidades.
28 de abril
Tras el concierto de anoche, hoy, llega una actividad ms relajada como la proyección, a las 20.00, de «13 M. Atocha, El Pozo, Santa Eugenia... Donibane»
29 de abril
Comida popular a partir de las 15.00, acompañada de la actuación de los bertsolaris Xabier Silveira, Ekaitz Samaniego, Rubén Sánchez, Aitor Sarriegi, entre otros. 30 de abril
Día dedicado a los más pequeños. A las 17.00, el grupo La Tirili, con «Sopa de bebé», un mago y teatro con Kin Kurin Kan Antzerki Gogoa. No faltarán los juegos.
2 de mayo
La jornada estará dedicada a la lucha contra el TAV. Habrá a las 18.00 una mesa con Iñaki Antigüedad, AHT Gelditu y gente de Urbina, además de un vídeo.
3 de mayo
A las 20.00 se proyectora un diaporama sobre un viaje en bicicleta por Indonesia y a las 21.00 habrá un teatro-cabaret para todos los que se acerquen al Gaztetxe.
4 de mayo
Concierto a las 21.30 de Lendakaris Muertos y Stupenda Jones. Al día siguiente, les tocará el turno a Ass Trío y Slum Quarter, y el día 11 a La Kermes.
Circo
Udalensis, así es como ha definido al Ayuntamiento la Gazte Asanblada en su campaña humorística contra el nuevo anuncio de derribo del Gaztetxe. Ellos se han autodenominado Escuela Popular de Payasos de la Casa de la Colina, con 19 años «haciendo reir» a la gente.