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Maite SOROA

El mundo al revés

La impugnación masiva de candidaturas electorales, además de desnudar la piltrafa de democracia que constru- yeron a la muerte de Franco, ha desatado las manos a los personajes más estrambóticos de cada redacción.

En «La Razón» hollaban las cimas del disparate: «La imagen de la cantante Isabel Pantoja entrando en el juzgado a bordo de un coche de la Policía ha logrado, como era de esperar, alejar el foco de la opinión pública sobre el favor del Gobierno y la Fiscalía a Batasuna con las listas de ANV». ¡Hay que tener jeta! Y en «Abc», tras lamentar que a la Pantoha (pronúnciese con hace aspirada) le echaran mano por unos dineritos menores, sentenciaban que «el escándalo, la bellaquería, no está en esa comisaría tan resuelta a detener a las tantas de la noche. Está en que los etarras vayan a estar de nuevo en los ayuntamientos y vayan a tener acceso al dinero y a los datos necesarios para continuar con sus planes criminales». Ojo a lo de la pasta: «El dinero, no lo olvidemos, les llegará a través de los sueldos directos e indirectos que les suministrará el Estado, y los datos y filiaciones de los ciudadanos a extorsionar o perseguir les llegarán merced a sus puestos en consistorios y cajas de ahorros». Se ve que algunos están acostumbrados a que los cargos públicos metan la mano en el cajón.

El requeté de «Diario de Navarra» siente que «queda claro que se han cumplido las predicciones y Batasuna ocupará puestos en ayuntamientos». Y eso les duele a los que se pasaron décadas eligiendo en solitario. También a éstos les preocupa lo del dinerito: «van a estar, como desde hace meses han pregonado sin tapujos, en puestos públicos, con acceso a los presupuestos y a informaciones sensibles». ¿Qué hacen los suyos con los presupuestos que tanto les inquieta la presencia de la izquierda abertzale?

Y dejo para el final la rocambolesca pirueta de los diarios del grupo «Noticias»: «si hubiera algo de cierto en ese supuesto acuerdo para las elecciones que muchos analistas políticos creyeron ver en la irrupción de ANV, Batasuna ha vuelto a tirar de la cuerda, a llevar al límite la capacidad de encaje del adversario. La izquierda abertzale, con todo derecho, ha querido estar presente en las candidaturas electorales si no con sus mejores galas, sí con la inclusión de sus dirigentes más conspicuos. La Ley de Partidos, sin embargo, ha convertido ese derecho en un estrechísimo canal por el que se obliga a esos abertzales a entrar en cayuco. Pero en lugar de irse metiendo en la patera de cinco en cinco lo han hecho de cien en cien. Y así tampoco va a poder ser». O sea, al final la culpa es de los ilegalizados. El mundo al revés.

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