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Tasio Erkizia Almandoz Militante de Batasuna

A Euskal Herria,¿quién le pedirá perdón?

El partido de Josu Jon Imaz ha realizado un largo recorrido de degeneración ideológica hasta llegar a homenajear a personas tan «demócratas" como Carrero Blanco o el inspector Melitón Manzanas

La lista de las víctimas en el enconado enfrentamiento de Euskal Herria con los estados español y francés es larga y variada. Y es lícito sentir preocupación por que tengan su merecido reconocimiento. Pero el mejor homenaje que se les pueda hacer es evitar más sufrimiento en este conflicto y, al mismo tiempo, tratarlos con delicadeza y equidad al objeto de dar pequeños pasos hacia la reconciliación, basada en el mutuo respeto.

Siento todos mis respetos a las víctimas de este enfrentamiento violento, pero al mismo tiempo desprecio a quienes utilizan para afianzar sus objetivos ideológicos y obtener réditos electorales. El de las víctimas es un tema sangrante, no por el olvido sino porque las están utilizando para obtener beneficios a costa del su- frimiento ajeno y con su utilización inmoral y desvergonzada.

Lo del domingo, 22 de abril en el Euskalduna de Bilbo me parece extremadamente grave. Por el carácter partidista y excluyente del acto y, sobre todo, porque supone aceptar una culpabilidad colectiva ocultando la situación de dependencia que vive Euskal Herria con relación a los estados. Ha habido políticos que han perdido perdón en nombre de un pueblo al que se sigue usurpando la palabra y el derecho a decidir su futuro. Se pide perdón por un conflicto de raíces políticas, sin exigir su superación.

Es grave por lo sectario del acto, en el que se marginó y despreció a las víctimas del terrorismo de Estado y se ensalzó a las víctimas de ETA. De esta manera, se vuelve a escenificar la película de «buenos y malos». Los primeros, los defensores del Estado español, los segundos, los proscritos: Gladys del Estal, los carlistas de Montejurra, los asesinados en Alonsotegi, los trabajadores del 3 de Marzo en Gasteiz, los abatidos por el GAL, Norma Mentxaka...

El homenaje escenifica la dicotomía entre los defensores del Estado (legítimo, democrático y legal) y todo el resto que critica el sistema, exige los derechos laborales y sociales de la población más marginada, reclama la oficialidad del euskara o pide el derecho a la Autodeterminación. Recuerda aquello de las hordas marxistas y los rojos-separatistas de la propaganda franquista.

En este homenaje han participado varios partidos políticos. Pero hay uno que tiene especial responsabilidad. El partido de Josu Jon Imaz ha realizado un largo recorrido de degeneración ideológica hasta llegar a homenajear a personas tan «demócratas» como Carrero Blanco o el inspector Melitón Manzanas. El extremo al que han llegado es preocupante y mucho me temo, preludio de claudicaciones todavía peores.

A la muerte del dictador Franco, el PNV se negó a exigir responsabilidades por la Guerra y los cuarenta años de dictadura. Apostaron por «olvidar» todas la salvajadas realizadas contra nuestro pueblo. Ni depuración de cuerpos policiales ni exigencia de responsabilidades, ni reclamación de justicia por las barbaridades del ejército, y ojo con mencionar la judicatura a pesar de su adscripción franquista, etc.

El siguiente paso fue la criminalización de la izquierda abertzale bajo el manto del Pacto de Ajuria-Enea. En vista de que la izquierda abertzale estaba cada vez más fuerte - en las elecciones del 87 alcanzó un alto grado de representación equiparable al de EH el año 98- y ello resultaba un obstáculo para seguir manteniendo el estatus neo-franquista, diseñaron una política de hostigamiento y deslegitimación. Y las consecuencias de esa persecución son el encarcelamiento de su dirección política, el cierre de periódicos, las ilegalizaciones, juicios fantasmas, usurpación de los derechos civiles y políticos a 15.000 ciudadanos...

Todo ello favoreció el siguiente paso: en esta tierra, los que no se sienten vascos son víctimas de los nacionalistas. Los vascos somos verdugos cuando en un centro escolar se usa nuestro idioma o intolerantes porque los profesores que no saben euskara tras desaprovechar innumerables oportunidades, no tienen las mismas facilidades que quienes han aprendido. El PP no tiene escrúpulos para cultivar el victimismo y los medios de comunicación le dan cobertura para aparentar veracidad.

El día 22 de abril se dio otro paso: se rinde homenaje sólo a determinadas víctimas, a las ideológicamente afines al sistema. Y ello significa la rehabilitación de una determinada ideología condenando de manera implícita a la otra forma de ver la sociedad vasca. Euskalduna fue la escenificación de unas instituciones y partidos que alimentan la falsa e interesada imagen de que los vascos somos los verdugos. Se pide perdón en nombre de un pueblo sojuzgado, añadiendo la autoinculpación por su capacidad de lucha por la libertad.

Es lícito homenajear a las víctimas pero, Sr. Ibarretxe, no se puede descontextualizar un homenaje de estas características. Y si se pide perdón, hay que hacerlo por todo lo sucedido en nuestro pueblo. ¿No decía usted en el Congreso que en el fondo del llamado «problema vasco» existía la confrontación entre de dos pueblos soberanos y que mientras no se encauzara no habría mutuo entendimiento? El domingo usted dio un paso que favorece la criminalización de la causa de la Nación Vasca.

¿Quién y cuándo se pedirá perdón a Euskal Herria por todas las décadas de sumisión y supeditación; por los 6.000 personas torturadas por funcionarios de los estados; por la histórica minorización y marginación de la que ha sido objeto el euskara, por negar el derecho democrático a decidir su futuro? La sumisión nunca nos hará libres.

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