GARA > Idatzia > Kolaborazioak

Joseba Macías Sociólogo, periodista y profesor de la EHU-UPV

Víctimas y dolor (Carta a Juan José Ibarretxe)

Coincido con usted, Sr. Ibarretxe, en asumir el dolor causado. Pero TODO el dolor. Y para ello es necesaria una catarsis plural y colectiva que nos muestre realmente que otra historia es posible

Estimado Sr. Ibarretxe: vamos a suponer que sí, que realmente ha sido una cuestión de buena voluntad desde el deseo de superar un ciclo histórico. Al fin y al cabo, se habría tratado de una necesaria «respuesta institucional» impulsada desde el Gobierno Vasco con el fin de hacer justicia tras décadas de silencios, ausencias y «miradas a otro lado». De esta forma, y créame que no tengo por qué dudar de su palabra, iniciativas como la desarrollada en el Euskalduna el pasado 22 de abril no habrían respondido a un acto de precampaña electoral. Ni siquiera a un intento por su parte (que podría ser loable) de recuperar imagen pública entre un universo de ciudadanos históricamente desafecto con el entramado institucional autonómico que usted representa. Vamos a considerar que es así, señor Ibarretxe. No dudo entonces de su buena intención, de su honestidad a la hora de afrontar una cuestión sumamente delicada o de su deseo expreso de situar al Gobierno Vasco a la cabeza a la hora de reivindicar un acto de justicia permanentemente postergado.

Asumiendo estas premisas por mi parte (pese a la existencia de muchas voces que dudan de estos a priori) déjeme manifestarle mi más absoluta discrepancia con el fondo y con la forma con las que usted como lehendakari y la Dirección de Derechos Humanos de la Consejería de Justicia están afrontando el tema de las «víctimas» de este largo y tortuoso conflicto ante el que ni siquiera son capaces de consensuar una fecha de inicio. Ocurre que en este particular e intransferible contencioso que nos ocupa (y pese a todos y cada uno de nosotros) hay mucho dolor acumulado. Dolor con mayúsculas, como usted bien sabe. Muchos años de sufrimiento, de violencias, de ausencias... Pero también de distancias e incomprensiones. Y actos como el de Bilbao contribuyen, tristemente, a agrandar la brecha de las melancolías. Usted sabe como yo que esta cuestión exige una reflexión mucho más pausada y rigurosa, tratando de evitar la tan presente siempre en nuestra historia «criminalización del otro» como método de acción política. Déjeme plantearle, puestos a reflexionar sobre realidades diversas y desde estas premisas, una cuestión en la que quizá no se haya detenido mucho: ¿cómo se explica que a lo largo de cinco décadas miles y miles de ciudadanos vascos hayan asumido un compromiso al límite que les ha llevado a morir o matar por la defensa de la autodeterminación o un modelo social diferente? ¿Pertenecerán, quizá, a unas «generaciones patológicamente irrecuperables»? ¿O serán meros instrumentos de una «violencia antropológica»? Le hablo de miles de personas, a las que hay que unir sus entornos directos: familiares, amigos... Y todo ello en una población que, en conjunto pese a su desarticulación política y territorial actual (al menos así lo considero si me lo permite), no supera los tres millones de habitantes... Quiero señalarle, para evitar cualquier duda, que le planteo esta reflexión desde el convencimiento, como usted aunque seguro que desde otros parámetros, de que la violencia política debe desaparecer de nuestro país de una vez por todas, dando paso a una sociedad civil que protagonice los años venideros.

Al acto del Euskalduna, Sr. Ibarretxe, acudieron muchos familiares de las víctimas de ETA. Déjeme decirle una cosa: entiendo perfectamente las valoraciones que se realizan desde el dolor extremo que significa la pérdida de un ser querido. Varias de ellas se pudieron escuchar en la ceremonia. Por eso considero que no es justo descalificar esas reflexiones marcadas siempre por la terrible experiencia por la que han pasado. Me refiero a que jamás haré una crítica (ni desde la ética ni desde la política) a personas como Maite Pagazaurtundua, el hermano de Fernando Buesa o los padres de Lasa y Zabala, más allá de que siempre escuchemos a los partícipes de un solo dolor... Pero creo que todo lo que está pasando, y a lo que usted está contribuyendo con mayor o menor voluntad, Sr. Ibarretxe, es absolutamente injusto. Déjeme plantearle otra cuestión: ¿ha pensado alguna vez, de forma detenida, en las «otras víctimas»? ¿En los centenares de personas que en las últimas décadas han muerto o han resultado heridas por disparos policiales en manifestaciones, en controles de carretera, en interrogatorios en cuarteles y comisarías, en atentados reivindicados por una nebulosa de siglas como BBVE, Triple A, Guerrilleros de Cristo Rey, GANE, ATE, GAL...? ¿Quién ha arropado sus lágrimas y silencios? ¿Qué institución política ha alzado la voz cuando miles de sumarios se cerraban por decreto o desaparecían misteriosamente de los archivos judiciales españoles? ¿O cree usted realmente que contribuir a la normalización es señalar, como lo hacía el consejero de su Gobierno señor Madrazo, que habrá que ir pensando en el futuro en organizar un acto institucional similar al realizado pero con las «víctimas del GAL»?

Coincido con usted, Sr. Ibarretxe, en asumir el dolor causado. Pero TODO el dolor. Y para ello es necesaria una catarsis plural y colectiva que nos muestre realmente que otra historia es posible. Principalmente para que ninguna nueva generación de vascos decida utilizar la violencia como método de acción política porque considera que no existen mecanismos de articulación democrática para defender lo que ellos, equivocadamente o no, consideran justo. No se trata de cerrar las páginas en falso, Sr. Ibarretxe. Sé que usted no lo pretende pese a actos como el del Euskalduna. Por eso le pido, después de agradecerle el tiempo dedicado a esta lectura, que corrijamos entre todos los errores para a partir de ahí, sin manipulaciones propias o ajenas, poder asumir las responsabilidades de cada uno mirándonos a los ojos y comenzando a construir así un verdadero marco de convivencia desde el respeto a los derechos individuales y colectivos. Gracias y con afecto.

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo