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Elecciones en Euskal Herria

Frente al proceso a la papelera, la papeleta por el proceso

Los jueces españoles vuelven a meter mano en la vida política vasca. La izquierda abertzale no se resigna e irá las urnas, porque atrincherarse sería avalar el golpe de gracia a las opciones de un proceso. Y ha llevado su denuncia hasta el PSOE, con reacciones airadas como la del parlamentario del PSN José Luis Izco, en la foto. Otros partidos vascos se encogen de hombros tras haber dicho que todo era «un circo».Visto con perspectiva, el actual veto es mucho más grave que el de 2003; entonces no se había abierto la puerta de Anoeta, no había alto el fuego de ETA, ni diseño de mesa y consulta, ni estaba Zapatero... PNV, EA y EB han definido la cuestión de la impugnación como un «circo» que «ya cansa» y que se terminaría arreglando. Ayer nadie dijo nada. Pero la ilegalización ya ha dado algunos réditos sin pasar siquiera por las urnas.

Ramón SOLA

Las generaciones más veteranas recuerdan cómo durante años y años a la izquierda abertzale se le ha instado a hacer política y a implicarse en las instituciones. Eso era antes. Antes de que se abrieran opciones reales de dar al conflicto una solución de carácter político a través de una negociación que incluya a todos los agentes. Ahora cotiza justo lo contrario: a ser posible, que no haya negociación; si la hay, que la izquierda abertzale no esté; y si está, que aparezca lo más debilitada posible. Por segunda vez consecutiva, el Parlamento navarro y las Juntas Generales de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa se constituirán a partir de la exclusión. Visto con perspectiva, la decisión de 2007 es mucho más grave que la de 2003; entonces no se había abierto la puerta de Anoeta, no existía un alto el fuego de ETA, la mesa de partidos y la consulta popular no pasaban de ser diseños en el aire, y aún no se intuía que el PP pudiera dejar de gobernar en Madrid.

Todos estos elementos conforman aparentemente un nuevo escenario en el que sí tendría un gran valor la opción de que la izquierda abertzale hiciera política en las instituciones. El Gobierno del PSOE ha optado por impedirlo, y resulta curioso, o mejor significativo, que la guadaña de la ilegalización haya estado más afilada en las instituciones de más peso político: los ayuntamientos de las capitales, las juntas generales, y sobre todo la pieza absolutamente central del Parlamento navarro. Queda claro que el ilegalizador tiene miedo sobre todo al debate político pendiente, más aún que a la gestión institucional.

La otra cara de la moneda es la actitud de la izquierda abertzale, que ayer dejaba muy claro que irá a las urnas pese a todo, como ha hecho en los últimos comicios. El Estado español habría recibido esta reacción con alivio hace unos años; ahora, parece intuirse que prefiría que Batasuna renunciara a entrar en la arena política. Ya lo proclamó Josu Jon Imaz en el Aberri Eguna pasado, con su proverbial claridad: «Que no nos mareen con sus propuestas».

El paso por las urnas toma una nueva dimensión tras la decisión de los tribunales españoles. El principal factor en juego no son unos consistorios reducidos en algunos casos a auténticos esperpentos por su irrepresentatividad (Lizartza), ni unas juntas y parlamentos que en los próximos cuatro años tampoco servirán para aportar nada. Parafraseando al asesor de aquel candidato a la Presidencia de Estados Unidos que no acertaba a dar con la clave de la campaña: «Es el proceso, estúpidos». Esta es la clave de la per- secución. Y, por tanto, también será la del día de voto.

Por eso, miles de carteles de ANV que aparecieron ayer pared a pared no piden el no, sino que están repletos de síes: a la igualdad de condiciones, a la negociación, al acuerdo, a la paz...

El PSOE empieza la campaña rodeado de protestas y dejando una enorme incógnita sobre la filosofía que ha guiado su decisión de cargarse más listas que nunca, asentar la doctrina de la ilegalización a través del concepto de los «contaminados» (otro chicle del estilo del conocido «todo es ETA»), y practicar una especie de impresentable represión selectiva contra ANV.

La proscripción de 133 de las listas de la histórica formación abertzale tiene un punto de maquiavelismo, otro de juego salomónico, y sobre todo mucho de absurdo. Si el PSOE quería contentar a las dos partes con las que tiene problemas, ha logrado lo contrario. Para el PP es una «rendición». Para la izquierda abertzale, evidencia que a día de hoy no hay viabilidad para un proceso. Pero sí existe un ámbito que le podía resultar peliagudo y en el que esta maniobra puede dar aire al Gobierno de Zapatero: el internacional. Lo que habrá trascendido fuera de las fronteras del Estado español probablemente no sea que España sigue vetando a los irredentos vascos, sino que empieza a darles cauce legal. Con la fotografía de la resolución del conflicto irlandés todavía viva en todas las retinas y con mensajes como el de Tony Blair en Stormont ofreciendo este ejemplo a otros (y ya que no pensaba en Irak, lo haría en Euskal Herria), a Zapatero se le mira más que nunca, y las elecciones del 27-M no son sino otro gran traspié. Pero la represión selectiva lo disimula, y la desinformación quizás haga el resto.

A partir de ahí, todas las preguntas están abiertas. ¿Buscan los estrategas de Moncloa apretar las clavijas a la izquierda abertzale? ¿Quieren sólo ganar tiempo? ¿Aparentar que al proceso le queda un pequeño halo de vida? Zapatero lo sabrá, pero ponerlo al borde del precipicio una y otra vez no parece ser una apuesta muy segura..

Con la espada de Damocles penetrando ya definitivamente sobre 380 candidaturas, ayer cabía esperar alguna otra reflexión por parte de los portavoces de partidos como PNV, EA y EB que en las últimas semanas han definido la cuestión de la impugnación como un «circo» que «ya cansa» y que se terminaría arreglando, por utilizar los términos más recurrentes. Nadie dijo nada. Ya está claro que no era un circo, pero tampoco parece importarles demasido.

Consumada la amenaza contra los derechos de cientos de miles de votantes -espionaje a 11.700 candidatos como vía intermedia-, Iñigo Urkullu firma la perla de esta primera jornada al afirmar que la «aplicación arbitraria» de la Ley de Partidos «da alas» a la izquierda abertzale y «permite el victimismo». Queda claro a las primeras de cambio que esta vez el PNV ni siquiera va a caer en la tentación de revolotear sobre la izquierda abertzale en busca de votos, aunque Joseba Egibar hizo ayer un amago.

Con todo, la ilegalización ya va dando sus dividendos. Y no sólo al PP en Lizartza o Elduain, los casos más conocidos y sangrantes. Nafarroa Bai ya tiene las primeras alcaldías de su corta historia (Ziordia, Bakaiku, Etxarri-Aranatz) sin haber tenido necesidad de pasar por las urnas. Se las ha dado el Constitucional.

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