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Jose Campos Compañera de Bautista Barandalla

Decálogo y compromiso efectivo

El Decálogo que Etxerat dirigirá a cada uno de los candidatos es una exigencia de compromisos que va más allá de las siglas que no conocen más que espejos donde mirarse

La iniciativa del Decálogo de Etxerat me lleva a escribir estas líneas y no sin esfuerzo. Son demasiados años de testimonio de crueles realidades; tras esas autoridades políticas e institucionales en exigencia de un efectivo compromiso para dar fin a una política penitenciaria diseñada para arrasar una opción política y, en su transcurso, golpear, machacar y terminar con las vidas de nuestros seres queridos presos. Y, por ende, también las nuestras.

Se nos ha impedido llevar a hombros y dar sepultura a un ser querido enfermado y asesinado por una política penitenciaria. La llamada «policía vasca» nos ha tiroteado al hacer descansar en paz los huesos de dos exiliados asesinados y sepultados bajo cal. Se nos ha golpeado salvajemente al dar un recibimiento a un hijo de este pueblo que lo encarcelaron y lo devolvían cadáver. Por denunciar todo esto la Ertzaintza nos sigue golpeando brutalmente en las calles. En el Congreso y Senado español se enzarzan para demostrar a los españoles quién ha sido más débil o quién más firme a la hora de causar más bajas (enfermos, heridos, muertos) en ese Colectivo de presos políticos vascos. Los políticos hacen juego macabro con las vidas de los represaliados y sus familias.

A mí me ha tocado ser compañera de un preso político vasco al que la desasistencia sanitaria le ha producido una enfermedad grave, incurable y en más de una ocasión le han denegado su puesta en libertad. Hoy, por desgracia, somos más los familiares y allegados que conformamos Etxerat. Los hay quienes hace escasas semanas se han acercado a un locutorio de una cárcel y tras el cristal han encontrado a su ser querido machacado, torturado e, incluso, violado. Con la intención de que esto no sucediera, en esos días de detención e incomunicación, muchos familiares se han dirigido a las instituciones y partidos políticos. Las primeras (Ararteko...) tenían las manos atadas y con los segundos, pasotismo, apatía e inmovilismo; y también algún que otro gesto de «se lo merecen».

El Decálogo de Etxerat se dirigirá a cada uno los candidatos y candidatas. Una exigencia de compromisos que va más allá de las siglas que no conocen más que espejos donde mirarse. Si estas personas han adquirido el compromiso de trabajar en las instituciones para dar respuesta a las necesidades de los ciudadanos y en defensa de sus derechos, vamos a exigirles que adquieran el compromiso de defender también los derechos de nuestros seres queridos presos.

Sí, familiares como yo somos portadores de testimonios escalofriantes: desde el secuestro de nuestros seres queridos que, habiendo cumplido sus condenas, no los ponen en libertad, hasta enfermedades creadas por la desasistencia médica; enfermedades tanto físicas como psicológicas que generan situaciones que, incluso, inducen a la autolesión y al intento de suicidio. Una política que dispersa, que aísla, que causa soledad; que tortura, que aplica la prisión de por vida... La pena de muerte para muchos.

Muchos son los episodios que podría relatar sobre mi enfermado y secuestrado compañero y sobre muchas de las vicisitudes de este mundo familiar. Y una se pregunta: ante toda esta inhumanidad, ¿qué actitud van a tomar quienes se presentan en las listas electorales? ¿Acaso se van a negar a firmar un decálogo que no habla más que de derechos porque su partido así se lo ordena? ¿Es que desde sus asientos van a colaborar con esa política de los gobiernos francés y español? No hay caminos intermedios: o se adquieren compromisos efectivos para obligar a los estados a que terminen con esa política que no causa más que sufrimiento, o se apuesta por el mantenimiento de la misma. Es responsabilidad de todos ellos trabajar en aras a poner fin a esas medidas de excepción y, del mismo modo, entender que defender los derechos de cientos de presas y presos políticos vascos ha de ser apostar también por el más que necesario proceso político que culmine en el respeto a este pueblo, a sus gentes y a su decisión. Para ello, esperemos que más temprano que tarde los partidos políticos actúen con valentía y lleguen a acuerdos políticos que ilusionen el futuro de las nuevas generaciones. Pero no esperemos con los brazos cruzados, exijámosles responsabilidad y compromiso para que los derechos de las presas y presos políticos vascos sean respetados ya. La grave situación que padecemos así nos lo demanda.

Un caluroso abrazo a esos miles y miles de familiares y allegados que conformamos la asociación Etxerat, a la vez que un ¡ánimo! para seguir con nuestro día a día solidario y cariñoso para con los nuestros en prisión y en el exilio. Mediante la firma o no del decálogo, dejemos claro en esta Euskal Herria nuestra quién apuesta por políticas que no hacen más que alargar nuestro cada vez mayor sufrimiento y quiénes por el ansiado futuro sin represaliados políticos vascos. Fortalezcamos el trabajo conjunto entre estos últimos, obligando así a París, Madrid y demás colaboradores a dar fin a esta criminal política penitenciaria. Todo dependerá del compromiso, la labor conjunta y la presión que ejerzamos.

Y a nuestros seres queridos, un muxu grandote hasta esos remotos lugares, haciéndoles sabedores de nuestro profundo sentir compartido al escuchar: «...bi esku xume minduokin, garena babestera behartutakoekin, laztantzen dakiten berekin...». Aurrera!

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