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Los militares que agredieron a Mikel Martín logran suspender el juicio

Uno de los acusados no fue asistido por un letrado en su declaración y la jueza estimó que era preciso retrotraer nuevamente las actuaciones al juzgado de instrucción. Eso en la sala; en los pasillos se vivieron momentos tensos al encontrarse cara a cara los agresores y la víctima.

Maider EIZMENDI |

El juicio contra los cuatro militares acusados de propinar una brutal paliza al miembro de Zutik y Ehgam Mikel Martín quedó ayer suspendido por un «fallo procesal». La defensa de los acusados alegó que uno de ellos había declarado sin la asistencia de un abogado.

Minutos antes de que la jueza tomase esta decisión, en los pasillos de la Audiencia de Gipuzkoa se vivían momentos de tensión. Mikel Martín y los amigos y allegados que le acompañaban se encontraban frente a frente con los acusados. Los cuatro militares de la Brigada de Paracaidistas de Alcalá de Henares mostraron en todo momento una actitud chulesca, sobre todo, uno de ellos -el que Martín señaló como la persona que le había golpeado sucesivamente-, quien miraba fijamente tanto al militante de Zutik como a las personas que le acompañaban.

Pese a esta situación, a las puertas del juzgado Martín se mostraba aliviado por el hecho de que, dos años y casi cuatro meses después de que le propinasen la brutal paliza que le provocó graves lesiones, los acusados finalmente se sentasen en el banquillo. «Espero saber por qué me pegaron. Además, me gustaría expresar que gente de esta calaña es incompatible con un Estado de Derecho y con una ciudadanía que pide poder andar libremente por la calle, sin miedo a ningún tipo de agresión». Martín se refería al hecho de que los cuatro acusados sean miembros del Ejército español. «No quiero que ningún céntimo de euro de mi bolsillo vaya a alimentar a esta gente que durante unas horas trabajan como funcionarios del Estado y en su tiempo libre se ceban con la gente. Quiero que no queden impunes», afirmaba, esperanzado antes de que se iniciase la vista judicial.

Quizás por ello, tras notificarle la suspensión y ante los gritos de ánimo de los compañeros que se congregaron ante el juzgado, Martín no podía contener sus lágrimas. Comentaba ante los medios que se sentía animado y dispuesto a hacer todo lo posible para que el proceso contra los cuatro militares siga adelante «con todas las de la ley». Pese a ello, reconocía la dureza del momento en el que tuvo que encontrarse cara a cara con sus agresores; momento que deberá repetirse.

Uno de los abogados de la acusación, Miguel Castels, asumía que la decisión tomada por la jueza era correcta, «porque hubo una irregularidad en la toma de una declaración a un acusado». Sin embargo, el letrado subrayaba que, en su opinión, debía suponer una nulidad parcial que afectase únicamente al citado procesado, y eso mismo fue lo que los abogados de la acusación Miguel Castels y Enrique Lertxundi -letrado de la acusación popular ejercida por Zutik- expusieron a la jueza. Sin embargo, ésta finalmente suspendió la vista y optó por retrotraer las actuaciones al juzgado de instrucción para que se le tome nuevamente declaración a uno de los acusados y después se repitan todos los trámites a partir de ese momento. En torno a la dilación que podría sufrir la causa, Castels apuntó que es imposible precisar la demora.

Los hechos juzgados se produjeron el 13 de enero de 2005 en la capital guipuzcoana. Los cuatro acusados se acercaron a Martín y, tras decirle «tú seguro que apruebas el plan Ibarretxe», «seguro que eres de los que está de acuerdo con ETA», comenzaron a propinarle golpes.

El Ministerio Fiscal pide para dos de los acusados un año y medio de prisión y una multa de 6.000 euros, y una multa de 4.500 euros para otros dos. Las acusaciones -particular y popular- piden tres años de cárcel para dos acusados, y multas de 7.200 euros para los otros dos.

Acusados

Los cuatro imputados se acercaron a la sala donde se iba a celebrar la vista y se situaron a escasos metros de Mikel Martin. Posteriormente, se personó la Ertzaintza para custodiar a los militares.

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