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la inmigración convierte a los barrios de bilbo en escenarios de nuevas historias compartidas

«Historias compartidas» de ocho personas inmigrantes que residen en Bilbao La Vieja, San Francisco y Zabala es el resultado de la convivencia y el trabajo desarrollado por la Coordinadora de Grupos de estos barrios, junto con las propias personas inmigrantes.

Kepa PETRALANDA

Inició su relato en un euskara bastante fluido, construido con notable corrección, fruto de los conocimientos adquiridos en el euskaltegi. Latif Jatabi llegó a Bilbo en setiembre de 2002. «Lo primero que hice fue comprar un mapa con el que comencé a andar por las calles de Bilbao, empezando por el Casco Viejo, Zabala, Bilbao La Vieja, La Peña, busqué las empresas, las administraciones, conocí Deusto, subí a Artxanda y a Kobetas. Intenté situarme en la tierra a la que llegué y mantengo en la memoria esas primeras imágenes de la tierra que nos acoge. El día 7 de octubre de aquel año acudí a la primera clase en el euskaltegi. Esto forma parte de mi proyecto migratorio. Soy activista de la cultura amazigh, `bereber', conozco las teorías que enlazan el euskara con el griego, el caucásico y el bereber, y escogí Euskal Herria para asentarme. Viví un año en el número 15 de San Francisco, de allí pasé al número 15 de Iturriza y luego me mudé a Cortes, número 37, donde resido ahora».

Jatabi recuerda la manifestación celebrada en Bilbo en las mismas fechas de su llegada, que acabó con una brutal carga de la Ertzaintza. «Estábamos en la fuente de Zabalburu y cuando cargaron me encontré al lado con dos mujeres mayores. La gente corría, las mujeres cayeron al suelo, yo acababa de aterrizar, sin papeles... Lo unicó que tuve en la cabeza fue proteger a estas mujeres, tranquilizarles, evitar a las personas que podían pisarles. Tras pasar lo peor, les acompañé a la calle San Francisco, entramos en el Berebar y tomaron un té calentito. Bilbainas de siempre, era la primera vez que pisaban este bar. Posteriormente les acompañé a sus casas en Iturribide y Cristo. Una de las mujeres es la madre del filólogo Iñaki Gaminde. La primera cena de Navidad la hice en su casa, en familia. Hoy sigo llamándola amatxu».

El testimonio de Jatabi fue el primero de una serie de ocho que van a poder ser conocidos cada martes de este mes de mayo. Patxi Manrique explica que el trabajo de la Coordinadora de Grupos por la Rehabilitación de Bilbao La Vieja, San Francisco y Zabala, hacia dentro del propio grupo y hacia el barrio, «se desarrolla este año con importante participación en las reuniones de trabajo y, fruto de ello son los encuentros `Historias compartidas'». Ocho personas inmigrantes que residen en estos barrios relatan, en grupos de dos, «su propia experiencia, su propia visión y experiencia personal, al objeto de buscar nuevas posibilidades de interelación y generar iniciativas que nos permitan poner las bases para experimentar una realidad mejor para quienes aquí vivimos».

Y es que el paisaje humano de Bilbo, al igual que el de otras ciudades y pueblos de Euskal Herria, no es el de décadas atrás. «Con sólo dar una vuelta por las calles de nuestros barrios podemos darnos cuenta, rápidamente, de cómo está cambiando la población. Un número importante de personas procedentes de distintos países y culturas están asentándose entre nosotros, en muchos casos llegan huyendo de la miseria, la represión política o la ausencia de futuro y con la esperanza de logar una vida mejor, más digna», explica Patxi Manrique.

Una razón «metafísica»

Latif Jatabi se licenció en Filología Inglesa en 1989 en la Universidad de Tetuán. Como miles de marroquíes licenciados, se fue al paro, por lo que decidió establecerse en Tánger, donde aprendió un oficio sin relación con su formación: xerigrafía. Obtuvo cierta estabilidad económica, pero llegó un momento en el que decidió pasar página a su vida. No es un inmigrante económico; de hecho, pudo asentarse en Barcelona, donde reside su hermana. Eligió Euskal Herria por una razón «metafísica» y comenzó a trabajar de traductor. Tiene una compañera vasca que trabaja, también como él, en el asociacionismo.

Patxi Manrique constata que en estos barrios, y en Euskal Herria en general, «hay quienes, fruto del desconocimiento, el miedo o las dificultades reales en la convivencia diaria, sienten esta realidad como amenaza. Las instituciones públicas, por el contrario, están preocupadas en lo estético, lo propagandístico y la imagen, incapaces de generar ilusión y vida, y de dignificar, siquiera un poco, nuestra situación social. No negamos la existencia de conflictos y problemas en la convivencia, pero estamos convencidos de que la diversidad aporta una gran riqueza y que la realidad en la que vivimos es una buena oportunidad para enriquecernos, autóctonos e inmigrantes, con lo mejor de cada persona y cada cultura».

El relato de Jatabi se basa en su experiencia como vecino y traductor en diferentes administraciones. «Mis compañeros de la Asociación de Inmigrantes Marroquíes en Euskal Herria (AZRAF) me enseñaron los sitios del barrio en los que todavía había rastros de bala. A finales de los 90 había todavía narcotraficantes armados; muchos de ellos están en la cárcel. En la actualidad hay todavía muchos inmigrantes que conocen bien las comisarías, son personas con su proyecto migratorio que no han logrado coger un camino. Recuerdo, hacia 2002, que estos chicos, nada más ver a la patrulla en la calle, escapaban. Un año más tarde, estos mismos chicos, sabedores de que la Policía Municipal no expulsa, cuando intervenía una patrulla para identificar, ya no escapaban. Luego, a raíz de una gran redada, comenzaron a protestar; no tenían miedo. Llegaron a lanzarles una botella de agua».

Un año después de la última regularización, ya con papeles, «quienes han trabajado y ahorrado un poco, han renovado el permiso. Quienes tenían novia se han casado, otros traen al resto de la familia, empiezan a tener mejores coches, los niños van a las escuelas, se abren nuevas tiendas y lugares de culto». Constata en este punto Latif Jatabi que en estos barrios «hay muchos jóvenes en esa primera fase y, por otro lado, familias inmigrantes que se van del barrio a vivir a otros lugares, dejando espacio a los anteriores, aunque a nivel económico sigue estando centralizado todo en San Francisco -salvo una pequeña competencia en Carrefour-, por lo que los fines de semana regresan».

20.000 inmigrantes oficiales

En enero de 2006 un total de 19.825 inmigrantes llegados a Bizkaia estaban oficialmente registrados en Bilbo, es decir, el 5,6% del total de la población del municipio, según el Padrón Municipal de Habitantes. La creciente afluencia de población extranjera durante los últimos años ha supuesto la inversión de la tendencia decreciente de la población en este herrialde, tendencia que se producía desde hace más dos décadas y que no se invirtió ni siquiera en los 80 y los 90, décadas en las que la afluencia de población foránea comenzó a ser notable.

La población autóctona ha ido decreciendo en los últimos años a un ritmo de casi el 1%, frente a un gran porcentaje de crecimiento de población extranjera que en 2001 y 2002 se situó en torno al 50% anual. Sin embargo, siempre según las mismas fuentes, a partir del año 2003 el crecimiento de la población inmigrante en Bilbo se ha ralentizado, presentando cifras de incremento en torno al 20% anual.

«Gu, hemen bizi garenok», interesante iniciativa intercultural de gite-ipes

La misma semana que arrancaba la iniciativa ``Historias compartidas'', el Instituto de Promoción de Estudios Sociales (GITE-IPES) presentó en el Centro Cívico de San Francisco dos tomos del proyecto ``Gu, hemen bizi garenok'', otra interesante iniciativa que tiene por objeto «acercarse a la realidad» de la inmigración.

Personas, «fuentes informativas» que residen en Bilbo, relatan en formato entrevista su punto de vista acerca de sus naciones de origen, que se amplían en su publicación con artículos referentes a historia, cultura o tradiciones de esos mismos lugares. En estos dos tomos se recoge información de Colombia, China, Catalunya, Italia, Japón, Amazigh o Bretaña, entre otros lugares. K.P.

 

20%

crecimiento

En los últimos tres años el crecimiento anual de la población inmigrante en Bilbo se ha situado en este porcentaje, tras el techo de 2001 y 2002.

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