Raimundo Fitero
Rejuvenecer
Cuando la regulación de empleo para sanear RTVE es ya un hecho que va cumpliendo los plazos de ejecución de todas aquellas personas mayores de cincuenta años que han sido apartadas en un ejercicio de discriminación por edad realmente escandaloso, nos sorprende comprobar cómo paralelamente se lanza una oferta de empleo para algo más de setecientas personas. Y se anuncia con un objetivo tan ambiguo como esclarecedor en cuanto a su insensatez: «rejuvenecer la plantilla».
Supongo que quieren decir, «abaratar la plantilla», pero como la juventud es un valor en alza, algo que simplemente por poseerlo ya se pertenece a una jerarquía superior, aunque sea de manera provisional, se lanzan esas cabriolas eufemísticas con la intención de convertir en positivo lo que es un absurdo. Abaratarán el coste de TVE, pero la descapitalizan hasta lo insospechado. Obviamente hay que dar paso a la juventud, hay que insuflar las estructuras de nuevas energías, pero no a costa de la liquidación del mayor patrimonio del ente, que es precisamente su personal, la experiencia acumulada, incluso la sabiduría diseminada.
Rejuvenecer es lo que venden en la mayoría de los productos cosméticos, farmacéuticos, de ingeniería. Es como una obsesión social que se ha convertido en un virus contagioso. Solamente se lucen cuerpos de jóvenes, solamente vale ser joven; lo joven es lo que exige el mercado. El resto somos bultos estadísticos en tránsito. Nos aseguran las noticias médicas que el umbral de expectativa de vida se va a colocar en pocos años en el centenario, pero los viejos se están planteando como un problema, no como un logro. Económicamente las clases pasivas no rinden en la medida que es preciso para mantener el sistema operativo del capitalismo a todo gas, por eso, lo que se aprecia es lo joven, aunque no tenga experiencia, y si además son jóvenes con espíritu mileurista, sin ninguna noción sindical y que lo que pretenden es meterse en la rueda hipotecaria con urgencia, hacemos un pan como unas hostias. Después hablaremos de manera campanuda de los patéticos contenidos de la programación rejuvenecida. ¿Cuándo pararán de bailar?