Guillermo Olmo exhibe en Loiu la obra esculpida en las faldas del Txindoki
Guillermo Olmo reside desde hace algo más de dos años en Amezketa. El escultor dejó atrás Zugaztieta, en Trapagaran, buscando un ambiente distinto para seguir desarrollando su investigación artística. Hoy vive en un caserío situado bajo la sombra y el influjo del Txindoki. En la actualidad, el artista exhibe en el aeropuerto de Loiu diecisiete de las piezas que ha creado en este último período. La exposición puede visitarse hasta el día 29 de este mes.
Izaskun LABEAGA | AMEZKETA
Guillermo Olmo (Sarria, Lugo, 1960) nació en Galicia, aunque reside en Euskal Herria desde que contaba con tan sólo cuatro años. Realizó su primera exposición con veintidós, en Barakaldo. Su estudio estuvo ubicado hasta hace algo más de dos años en Zugaztieta, en Trapagaran, lugar con el que no ha roto los lazos, ni mucho menos, y al que sigue acudiendo habitualmente.
Decidió trasladarse a Amezketa cuando sintió que necesitaba «aislarme un poco», comenta, para proseguir con su práctica artística. Ahora trabaja bajo la fuerte presencia del Txindoki, al que se siente ya muy vinculado.
La suya es una obra muy ligada a la tierra. Parte del público opina que algunas de sus esculturas recuerdan a las de Eduardo Chillida. Por su puesto que Guillermo Olmo admira al maestro donostiarra y a otras figuras de la misma generación, y reconoce esa influencia. «Cuando tocas el hierro es muy fácil acercarte a Chillida y más aquí. Somos una nueva generación y es bueno que tengamos una influencia de nuestros predecesores, que si han sido grandes lo han sido por algo ¿no? Ellos mismos se vieron influenciados por su tierra, sus costumbres; han comido y han bebido también de todas estas cosas».
Guillermo Olmo admira, sobre todo, a Remigio Mendiburu. «Quizá es menos conocido y no ha triunfado en el exterior como Chillida pero, en mi opinión, es uno de los grandes escultores del mundo».
Varios materiales
El artista emplea diversidad de materiales. En la terminal de Loiu se pueden admirar trabajos en madera de roble, castaño, haya y pino, piedra arenisca, hierro y acero corten, así como esculturas en las que combina más de un material.
No oculta su preferencia por el hierro, la madera y la piedra. Olmo dice de ellos que «son unos elementos muy nobles, aunque son tres mundos diferentes» y cada uno de ellos le aporta distintas sensaciones y posibilidades.
«La madera nos mete un poco en algo así como la noche de los tiempos. Ocurrió con `Ametsen dorrea'. Surgió de un tronco que medía 6 x 2,5 x 2,5 metros. Estuve todo el día aislado. Este material te envuelve, entras dentro de él y, a veces, pierdes la noción, te olvidas del momento histórico en el que estás; la madera te traslada a un momento más primitivo. Hay que entrar con humildad y es el material el que te va enseñando las formas que quiere que tú trabajes».
Muy distinto a lo que ocurre cuando se manipula el hierro: «el artista escoge las formas, tiene una idea más clara de lo que va a hacer».
En ocasiones, emplea los tres elementos en una única pieza. Se sitúa entonces «frente a un reto. Intentar mezclarlos es muy difícil, casi como intentar mezclar agua y aceite». ``Txindoki'' lleva acero corten, piedra caliza y madera de roble. Finalmente, resultó una escultura casi figurativa.
El artista comprometido
El artista vizcaino trata siempre de simplificar. Es partidario del minimalismo. A pesar de ello, «puedes ver alguna escultura mía muy recargada pero está recargada, quizá, de elementos figurativos que se repiten; al final te darás cuenta de que es una figura sencilla».
Hay un sentido vertical en la escultura de Guillermo Olmo. Toda su producción actual se sitúa dentro de la abstracción. Una de sus fuentes preferidas a la hora de trabajar es el de la naturaleza. Ésta, manifiesta, «nos da muchos resortes para jugar en las obras».
Sin embargo, no es la única. La cuestión política está también presente en su obra. ``Bakearen mahaia'', que se puede ver en el aeropuerto, es un buen ejemplo. «Ha habido una oportunidad de llegar a un acuerdo para este pueblo y creo que los artistas de aquí debemos empujar también del carro, aunque nada más sea con el título de una obra; debemos ayudar a que se solucione el conflicto político de este pueblo».
En las instalaciones de AENA en Loiu se puede contemplar obra de gran formato. Un tamaño en el que le gustaría poder presentar sus propuestas siempre «porque no deja indiferente a nadie» pero que, lamentablemente, «es muy caro».
La muestra permanecerá abierta aún hasta el 29 de mayo.
Guillermo Olmo participó el año pasado en la ``Exposición de Otoño'' del Salón Universal de París y tuvo ocasión de mostrar su obra también en la galería M' Ars de Moscú. A principios de este año llevó sus esculturas a Gernika y hasta finales de mes permanecerá en el aeropuerto de Loiu.
Satisfecho con estas apariciones públicas, el artista habla con mayor ilusión aún, si cabe, de un proyecto al que se encuentra estrechamente vinculado y que será una realidad en próximas fechas. Se trata de la apertura de un parque dedicado a la escultura en terrenos de Zugaztieta.
Promovido por un grupo de escultores vascos, tendrá como objetivo ofrecer a los artistas un espacio para exhibir su obra «Echará a andar pensado en la gente que no tiene posibilidad de exponer su obra porque no es conocida».
La idea es que cada año se organicen dos exposiciones, de seis meses de duración cada una. Barajan reunir un número de quince autores por muestra, en un entorno muy visitado por los vizcainos.