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Elecciones en Euskal Herria

De cómo las protestas fuera de cámara se visten de «ataques»

odos los especta- dores vascos han sido testigos de cómo la protesta por la ilegalización interrumpió un mitin de Ibarretxe o persiguió a Bermejo en Sestao. Pero denuncias similares fuera de foco han sido presentadas como ataques violentos por PP, PSE y PNV. El ejemplo de Balmaseda es el más significativo. T

El segundo día de jornada electoral, los medios vascos y españoles concedieron gran realce a la noticia del incidente producido entre jóvenes y candidatas y escoltas del PP en el Sagrado Corazón de Bilbo. La versión oficial extendida por las candidatas apenas unas horas después y difundida sin contraste alguno por la práctica totalidad de las televisiones, radios y periódicos dejaba un buen número de incógnitas a cualquier observador imparcial: la principal, cuál era la razón por la que, según admitía el Departamento de Interior, los supuestos «agresores» fueron en realidad los dos únicos trasladados al hospital en ambulancia, uno de ellos de pronóstico reservado.

A última hora de la tarde, uno de los jóvenes telefoneó a Radio Euskadi para admitir que efectivamente se había producido un cruce de palabras con la comitiva del PP, tras la que los escoltas entraron en acción y llegaron a golpearles con «barras de hierro que sacaron de un coche». La noticia del supuesto ataque se fue difuminando a partir de entonces, y fueron varios los medios que terminaron hablando de incidente confuso. Pero la versión de las candidatas del PP siguió dando mucho juego para los discursos políticos.

Este ejemplo viene a cuento del tratamiento dado en las últimas horas a otros dos incidentes producidos en Balmaseda y Donostia. En el primero se vieron envueltos los dirigentes del PNV Iñigo Urkullu y José Luis Bilbao; en el segundo, la candidata del PP María José Usandizaga. La versión de ambos ha sido de nuevo la única imperante, pese a lo escueto de los datos ofrecidos.

En el caso de Balmaseda, sin embargo, no es difícil encontrar testigos, ya que decenas de personas que participaban en Ibilaldia vieron la secuencia. Todos admiten que miembros de la izquierda abertzale salieron efectivamente al paso de los dos dirigentes jeltzales con consignas contra la ilegalización y que los escoltas trataron de impedírselo. Hubo empujones y palabras gruesas, pero la cosa no fue a mayores. Algo muy similar a lo que ocurrió un día antes con el ministro de Justicia, Mariano Fernández Bermejo, en un paseo por Sestao tras un mitin, o tras irrumpir unos jóvenes con carteles en un acto de Juan José Ibarretxe en Gasteiz el primer domingo de campaña. Con una diferencia: en estos dos casos había muchas cámaras de televisión delante, y en Balmaseda casi ninguno.

«Revela la gran mentira»

Sí existen algunas imágenes del incidente (como la de esta página), que reflejan simplemente un pequeño encontronazo entre los que protestaban y los guardaespaldas y otros miembros del equipo de Urkullu y Bilbao. A éstos ni se les ve en las fotografías. Ni uno ni otro han ofrecido detalle alguno del incidente. Y los datos recabados por GARA no añaden nada sustancial ni diferente de una pequeña refriega verbal. No consta parte médico ni denuncia alguna. Pero, pese a todo ello, fuentes del PNV se encargaron de poner una etiqueta que ha circulado por los medios sin que nadie la haya cuestionado hasta el momento: «Intento de agresión».

Esta misma definición ha sido aplicada a la protesta que alcanzó a María Jose Usandizaga. La edil del PP compareció ayer en Donostia junto a Jaime Mayor Oreja para ofrecer la siguiente versión: Ella, una amiga y dos escoltas iban por la calle cuando «nos fueron acorralando más de cien energúmenos»; el grupo entró («nos refugiamos») en un edificio junto al mercado de La Bretxa «hasta que llegó la Ertzaintza, que pasó un cuarto de hora que se nos hizo eterno»; y concluyó que «os puedo asegurar que aquello será difícil de olvidar... los insultos, pero más que nada ver la cara de odio de toda esa gente hacia nosotros. Eso impresiona».

A partir de esta versión, dirigentes de PP, PSOE y PNV coincidieron en lanzar duros discursos políticos contra la izquierda abertzale. El ex ministro del Interior Jaime Mayor Oreja afirmó que «éste es el mejor relato de lo que significa la trampa de la paz para la autodeterminación, es revelador de la gravedad de esta gran mentira que estamos viviendo. Esta vez ni siquiera están en tregua», añadió. José Antonio Pastor, cabeza de lista del PSE a las Juntas de Bizkaia, habló de «especie de nuevos fascistas». Y Xabier Agirre, candidato jeltzale a diputado general de Araba, añadió que «se puede protestar de muchas maneras, pero cuando se hace a través de la violencia quedan absolutamente deslegitimados. Después de estas agresiones o de quemarnos el autobús, ¿es más soberano nuestro país?», preguntó Agirre.

Por la tarde sí se produjo un nuevo ataque al PNV. Uno de sus vehículos de propaganda electoral apareció en Gasteiz con con las ruedas rajadas y, en euskara, con el lema «Ni fraudes ni manipulaciones. PNV-PSOE, acuerdo político ahora».

Ramón SOLA

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