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Nubes y claros en Cannes con las películas de Van Sant y Seidl

El día de nubes y claros que hizo ayer en Cannes se adaptó a lo visto en competición por la Palma de Oro, tanto en «Paranoid Park», centrada en el mundo de los skaters, de Gus Van Sant, como en «Import Export», una historia sobre la búsqueda de la felicidad, de Ulrich Seidl.

Eliseo GARCÍA | CANNES

«Paranoid Park», del estadounidense Gus Van Sant (Louisville, 1952), es una historia basada en la novela homónima de Blake Nelson y centrada en el mundo de los skaters, esa juventud cuya vida gira en torno al monopatín y, en este caso, en torno a un parque construido por ellos mismos y una tragedia que ocurre en sus inmediaciones. Y como esos mismos monopatines, la película a ratos va sobre ruedas y en otros se acaba cayendo.

Van Sant vuelve a tratar en esta cinta un entorno juvenil, como ya hizo en «Elephant», que le reportó hace cuatro años el premio al mejor director y la Palma de Oro a la que aspira por tercera vez, tras optar a ella con «Last Days» en 2005.

Entre las curiosidades de la producción figura que parte del casting se hizo a través de la web de contactos sociales MySpace, una de las favoritas entre los jóvenes. «También repartimos octavillas y pusimos carteles en tiendas de discos para buscar actores», explicó Van Sant tras el pase, que se cerró con un aplauso poco entusiasta.

«Me gusta trabajar con amateur, así hacen cosas que les resultan más naturales», agregó en presencia de sus jovencísimos actores Gabe Nevins, Taylor Momsen y Lauren McKinney, así como de los responsables de la parte visual de la cinta, los directores de fotografía Chris Doyle y Rain Kathy Li.

Estos últimos son responsables precisamente de algunos de los aspectos más interesantes de la película, en la que se mezclan partes rodadas en 35 mm -las dramáticas- con otras en súper 8 y vídeo, dedicadas a las preciosistas escenas de skating que ilustran la película.

Seidl regresa a la ficción

Pero si Gus Van Sant generó sentimientos contradictorios, no le fue a la zaga Ulrich Seidl, quien sin embargo ofrece un mucho mejor negocio con «Import Export», en la que el cineasta austríaco, más conocido como documentalista («Tierische Liebe», «Models»), regresa a la ficción tras «Hundstage», que le reportó el Gran Premio del Jurado en Venecia.

En este trabajo muestra las relaciones entre el Este y el Oeste de Europa, en este caso entre Austria y Ucrania. El panorama que presenta el realizador no augura nada positivo en estas relaciones. La historia se centra en la búsqueda (estéril) de la felicidad más allá de las fronteras, incluida la de la vida y la muerte, y, aunque es ficción, posee muchos elementos de realidad, empezando por los escenarios y los actores.

«Ninguno de los actores se había puesto previamente ante una cámara», explica Seidl (Viena, 1952) sobre sus actores, la ucraniana Ekateryna Rak y el austríaco Paul Hofman.

Filmada con encuadres de enorme expresividad, la cinta desprende una sensación de veracidad que viene en parte de que las localizaciones de rodaje eran auténticas, inclusive la oficina de trabajadoras del sexo en internet que propicia uno de los momentos más memorables de la cinta.

Plena de humor y tragedia, de surrealismo y realidad, habrá que tener en cuenta como posible premiada a esta cinta que al menos aportó un soplo de aire fresco a la alicaída competición oficial.

Humor tierno y feroz en «El baño del Papa»

Los directores uruguayos Enrique Fernández y César Charlone estrenaron ayer un filme tierno y punzante a la vez, «El Baño del Papa», en la segunda sección oficial del Festival del Festival de Cannes, «Un Certain Regard». «El baño del Papa» narra cómo un pueblo, al descubrir que el Papa Juan-Pablo II piensa iniciar allí su viaje al Uruguay, se prepara para recibirle. El amor, la esperanza, la lucha contra la pobreza, los sueños rotos, son algunos de los temas de esta cinta.

Dentro de la misma sección, el director español Jaime Rosales presentó su segunda película, «La soledad». Todo parece estar regido por las leyes de la vida cotidiana, que afectan a los acontecimientos y a las reacciones entre varios personajes, la mayoría unidos por lazos familiares. Adela abandona con su bebé su pueblo de Euskal Herria para comenzar una nueva vida en Madrid. Se aloja con Carlos e Inés. La madre de Inés, Antonia (Petra Martinez), es quizá el personaje clave de la historia. Tiene una pequeña tienda y tres hijas: Helena, Nieves e Inés. Antonia es viuda y tiene una relación sentimental. La película pone un acento sobre la idea de la soledad.

María Luisa GASPAR

EMIR KUSTURICA

No volverá a competir por la Palma de Oro para dejar libre el lugar a autores jóvenes. «Tengo la sensación de que ocupo un lugar que podría corresponder a alguien más joven. Cinco veces (participar) es suficiente, declaró el célebre director serbio.

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