El mítico actor y director británico Lawrence Olivier, leyenda del cine y del teatro que emocionó con sus interpretaciones de las obras de William Shakespeare, habría cumplido hoy cien años.

Con una carrera de casi siete décadas, Olivier encandiló al público y a la crítica londinense con sus actuaciones en las tragedias del celebrado dramaturgo inglés.

Lawrence Kerr Olivier (1907-1989), a quien la reina Isabel II nombraría Sir Olivier de Brighton en 1970, nació el 22 de mayo de 1907. Hijo de un pastor protestante y sin que el más mínimo antecedente familiar le augurase un futuro como actor, con diez años subió por primera vez a un escenario para representar a Bruto en el montaje escolar «Julio César», de Shakespeare.

Con 17 años ingresó en la escuela Elsie Fogerty, donde recibió su única formación académica como actor. Debutó en 1926 en Londres, con la obra dramática «Harold». Le siguieron «Macbeth» y «La fierecilla domada», en 1928, entre otros títulos de Shakespeare. El papel en la obra «Vidas privadas», del dramaturgo Noel Coward, le supuso el salto a la industria de Hollywood, donde aterrizó en 1931 para regresar a Londres dos años después sin que su labor fuera excesivamente reconocida.

Durante la 2ª Guerra Mundial Olivier se convirtió en actor de películas románticas e ídolo popular por su interpretación en «Cumbres Borrascosas» (1939), «Rebecca» (1940), «Lady Hamilton» (1942) o «Carrie» (1952).

Con la posguerra el actor debutó como director con «Enrique IV», a la que le siguió «Hamlet», en 1948, que le valió el León de Oro en el Festival de Venecia y cuatro Oscar.

De la larga filmografía de Olivier cabe mencionar «El príncipe y la corista» (1957), «Escándalo en las aulas» (1962) y «La huella» (1972), donde compartió protagonista con Michael Caine. En 1979 fue galardonado con otro Oscar por su carrera.

Olivier murió en Sussex el 11 de julio de 1989.