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CRíTICA cine

«Zodiac» Obsesión

Koldo LANDALUZE

Ya en sus inicios, con la tercera entrega de «Alien», David Fincher mostró una gran capacidad técnica para dotar a sus escenas de fuerza y empaque visual. «Seven» supuso el brillante escaparate que le permitió desplegar un virtuosismo técnico que, progresivamente, fue comiendo terreno al narrativo. Esta situación provocó que en filmes como «The Game», «El club de la lucha» o «La habitación del pánico» prevaleciera una sensación de desequilibrio tal entre lo visual y lo narrativo que provocaba que siempre se llevara la peor parte el segundo apartado.

Si exceptuamos la polémica «El club de la lucha», en la que Fincher bordeó los límites de la genialidad y la catástrofe por culpa de un guión abierto a infinidad de lecturas excesivamente contrapuestas, la carrera de este autor urgía de una apuesta valiente que le permitiera adquirir ese grado de obligada madurez creativa. Finalmente, ese equilibrio entre la técnica y la narración se ha consumado en este sobresaliente filme en el que Fincher ha ido mucho más allá de lo que cabría esperar en un trabajo de estas características.

Lo primero que llama la atención es la apabullante capacidad visual que este creador de atmósferas inquietantes atesora todavía. Camaleónico y versátil en este su territorio ha recuperado -con la ayuda del director de fotografía (Harris Savides)- las apropiadas tonalidades setenteras que constantemente remiten al espectador a un modelo cinematográfico contundente.

Pero, sin duda, lo que más ha llamado la atención de este trabajo es la cinefilia desplegada por Fincher. Desde los primeros compases de «Zodiac», el director deja bien a las claras que esto no es una prolongación de «Seven», que su apuesta va más allá de la prestidigitación. Su intención última ha consistido en rodar un brillante descenso a los infiernos de la obsesión tomando como punto de partida filmes tan emblemáticos como «Todos los hombres del presidente» de Alan J. Pakula, el thriller referencial de Don Siegel «Harry el Sucio» y un filme siempre merecedor de constantes revisiones: «La conversación» de Francis Ford Coppola.

De todas ellas, Fincher extrae el vigor narrativo que requería la implacable cacería del asesino del Zodíaco. La excusa narrativa perfecta recae sobre este asesino en serie que nunca fue capturado y que constantemente buscará su momento de gloria mediática poniendo en jaque a las autoridades. Pero, más allá de la criptografía de «Zodiac», lo que predomina en el conjunto es el apabullante pulso narrativo y el magistral diseño del variado cuarteto de «cazadores» que pretende capturar al criminal. Jake Gyllenhaal y Robert Downey Jr. representan la vertiente periodística o «cerebral» del caso. En cambio, Mark Ruffalo y Anthony Edwards encarnan la postura burocrática y funcionarial del caótico sistema policial estadounidense. Cada cual, y a su manera, perseverará en su intento de desenmarañar un caso abocado al fracaso desde sus inicios. Y es, precisamente, en este punto definitivo y de colisión frontal nacido de una obsesión enfermiza donde el cineasta saca a relucir su madurez plena, sacando a la luz las traumáticas secuelas que legará en el cuarteto protagonista una cacería que, en todo momento, tropieza con callejones sin salida nacidos de los propios errores cometidos por los medios de comunicación y los distintos departamentos de Policía que tomaron parte en una investigación, El punto álgido de ésta queda simbolizado en el encuentro que comparten el personaje de Gyllenhaal y el sospechoso principal: Arthur Leigh Allen (John Carroll Lynch).

Ficha

Director: David Fincher

Guión: James Vanderbilt, basado en las novelas de Robert Graysmith.

Intérpretes: Jake Gyllenhaal, Robert Downey Jr., Anthony Edwards, Mark Ruffalo.

Género: Thriller.

País: EEUU, 2007.

Duración: 158 m.

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