Elecciones en Euskal Herria
Azkuna busca socio para mantener su ordeno y mando
La exclusión de la izquierda abertzale del Ayuntamiento de la urbe más poblada de Euskal Herria, de nuevo, augura cuatro años de más de lo mismo en la villa de Don Diego. Las puertas del Consistorio seguirán cerradas a cal y canto.
Agustín GOIKOETXEA
Miles de bilbainos verán otra vez cómo el Ayuntamiento cierra sus puertas a cal y canto a las peticiones vecinales, imponiéndose el ordeno y mando de Iñaki Azkuna, que lleva camino de convertirse en la persona que más tiempo ha portado el bastón de mando de la institución local en los últimos 105 años, por delante de Federico Moyúa Salazar, que tiene plaza. En una entrevista, este médico durangarra metido a político afirmó que estaba dispuesto a repetir algún mandato más, «como Odón».
La eliminación de la contienda electoral de las planchas que representan a la izquierda independentista vasca ha hecho un gran favor a Azkuna, que no oculta su sintonía con la actual dirección de su partido y aplaude el acercamiento al PSE, aunque con EB y EA ha tenido un mandato muy cómodo. La reedición del tripartito es una de las fórmulas que se barajan a partir del 28 de mayo, aunque cobra importancia el tender puentes con la lista que encabeza Txema Oleaga. Los roces con el actual portavoz municipal del PSE han sido una constante desde que el cabeza de cartel hace cuatro años -Dimas Sañudo- se fuera a Madrid en 2004 a dirigir Feve. A pesar de ello, no es menos cierto que los jeltzales mantienen unas excelentes relaciones con este partido; por ejemplo, en el consejo de administración de Bilbao Ría 2000, sociedad pública interinstitucional encargada del desarrollo de los proyectos urbanísticos estrella en el área metropolitana y que mueve cientos de mi- llones de euros.
El PNV, que cuenta en la actualidad con 11 ediles, pretende mejorar sus resultados hasta obtener 13 actas de regidor fagocitando a EA, que obtuvo dos en la coalición de 2003 y cuyos problemas internos se las redujeron a la mitad, al pasar José Manuel Uribarri al Grupo Mixto. Ahora su cabeza de lista es Jon Aritz Bengoetxea, que puede aspirar a beneficiarse de la anulación de listas de AS y ANV para repetir, aunque los sondeos no le son favorables. La plataforma Herria Aurrera ha venido denunciando que Bengoetxea ocupaba el lugar que los tribunales españoles les negaban a ellos a pesar de los 9.730 sufragios contabilizados a su favor.
Ezker Batua se presenta a estos comicios en coalición con la formación que lidera Patxi Zabaleta con la vista puesta en repetir los tres corporativos y tratar de que Felipe Urkidi, de Aralar, se siente en el salón de plenos. La exclusión de la izquierda abertzale favorecerá estas pretensiones, al igual que las del PP de mantenerse y las del PSE de incrementar el número de corporativos para pactar posteriormente con los jeltzales.
Quien no lo tiene nada fácil es Antonio Basagoiti, a quien el PSE pretende arañar votos gracias «al talante». Azkuna trata también de arrebatarle su oscilante electorado españolista con un discurso que en nada tiene que envidiar a Sarkozy. Para el recuerdo quedan frases como que «la guerra al navajero hay que llevarla hasta sus últimas consecuencias. Nuestra voluntad política -subrayó el alcalde-tiene que ser firme y clara para lograr que la capital vizcaina siga siendo una ciudad segura. Al delincuente, leña».
En esta línea, el domingo entrará en vigor la ordenanza sobre protección de la seguridad ciudadana, que facultará a la Policía Municipal para sancionar con multas de hasta 300 euros a los participantes en pe- leas. Al refrendarse en un pleno extraordinario, a raíz de una alegación de Herria Aurrera, Azkuna dijo que no entendía «por qué cualquier alegación de este tipo nos hace retrasarnos tanto, porque cuando se aprueba el presupuesto del Gobierno Vasco no hay ya alegación posible y en los ayuntamientos cualquiera puede alegar».
Este lenguaje duro, que roza en lo soez, es la cortina con la que el equipo de Iñaki Azkuna pretende ocultar los errores de su mandato, con la muerte de dos niños por atropello -el 3 de enero de 2006 en la Avenida Montevideo, en Basurto- como ejemplo de la política del PNV que no pueden ocultar los gabinetes de comunicación pagados con dinero público. Entonces calificó de «tremendo error» que el Consistorio y la Diputación no se pusiesen de acuerdo en años para instalar unos semáforos en un paso de peatones, aunque la edil de Circulación, Ibone Bengoetxe, vuelve a presentarse en la candidatura jeltzale.
Azkuna manifestó a raíz de la muerte de Aitor y Oihane Aginako, de 7 y 4 años, que «en seis años de alcalde no recuerdo un hecho tan trágico como éste, y eso pesa en cualquier conciencia, incluida la del alcalde». Nadie asumió su responsabilidad política, como sucedió recientemente, el 19 de abril, con el mayor colapso que ha sufrido la red de carreteras vizcaina al desplomarse una pasarela peatonal que se instalaba en el barrio de Bentazaharra sobre la A-8.
En el caso del monumental atasco, el alcalde asumió el error de comunicación a la hora de informar a la ciudadanía acerca del desplome de la pasarela, pero descargó el resto de la responsabilidad sobre un funcionario mientras uno de sus hombres de confianza, el concejal de Obras y Servicios, José Luis Sabas, que también repite, «salió de rositas» del pleno extraordinario convocado a iniciativa del Partido Popular.
La política municipal desarrollada por el equipo de gobierno conformado por PNV, EB y EA ha conseguido algo inédito en las última décadas: el impulso por parte de 23 asociaciones de vecinos de un manifiesto en el que reivindican «otro modelo de ciudad, en la que vivamos en armonía con los usos residenciales, de ocio, de espacio, de desarrollo económico, cultural, educativo, sanitario,... en definitiva una ciudad para su ciudadanía».
Los organismos ciudadanos critican la política «centralista» del Consistorio bilbaino y la Diputación vizcaina, «practicando la tacañería con los barrios de la periferia». A sus responsables les acusan de centrar sus intereses «en la construcción desorbitada de viviendas en edificios de gran altura mientras el parque de vivienda vacía no deja de crecer», además de crear «barrios dormitorio sin vida social en la calle por la falta de espacios para ello».
Los colectivos vecinales piden mayores competencias para los consejos de distrito, especialmente recursos económicos, para resolver las diferentes problemáticas de los barrios.
La presentación de este manifiesto ha servido de colofón a cuatro años en los que organismos sociales han estado a pie de calle, frente a las escalinatas de la casa consistorial, reivindicando la implicación del Ayuntamiento en la resolución de los problemas que preocupan a los bilbainos.
Al margen de la convulsión que generó la muerte por atropello de dos pequeños en Basurto, la batalla ciudadana contra las World Series se saldó con la decisión del Consistorio de renunciar a la repetición del circuito urbano, después de una inversión de cerca de 13 millones de euros para conseguir que Bilbo fuera el Montecarlo de las World Series. El PNV se quedó sólo en la defensa de la carrera de monoplazas que dejó en julio de 2005 la villa patas arriba y que fue considerado como «un despilfarro». El Tribunal Vasco de Cuentas Públicas detectó anomalías en las adjudicaciones de los suministros por valor de 5 millones de euros.
En la actualidad se lleva a cabo la recuperación de la plaza Darío Regoyos, junto al parque de Doña Casilda, que fue borrada del mapa para dejar paso a los bólidos. Las obras le costarán al Ayuntamiento cerca de 350.000 euros.
No han sido los únicos conflictos, pues en octubre de 2005 los vecinos de San Inazio demandaron el cierre de la discoteca Privé, a raíz de una pelea que se saldó con la muerte de un joven. Los residentes llevaban años quejándose de las molestias sin que las autoridades les hicieran caso.