Tres partidos, tres finales que hay que ganar
Se ha perdido el margen de error, pero todavía se depende de uno mismo
Los rojiblancos deben recuperar la confianza en sus posibilidades para afrontar el sprint final y olvidar los resultados de los rivales porque tienen en sus manos lograr la salvación sin esperar ayudas de terceros
Manex ALTUNA | BILBO
En lugar de afrontar con ilusión y confianza el tramo final y más decisivo de la campaña, el pesimismo parece haberse instalado en el ánimo del entorno del Athletic cuando existen factores que indican lo contrario. En concreto, desde el empate ante el Deportivo en San Mamés, los agoreros se pasaron la semana pasada entera hablando de que si perdemos en Zaragoza, la Real va a ganar y se va a poner a un punto. Miedo, miedo y más miedo. Nadie hablaba de ganar en La Romareda, una posibilidad tan factible como la de perder si se trabajaban bien determinadas facetas.
La apuesta no salió por las facilidades defensivas ofrecidas por el equipo con mayúsculas. Los rivales abren los huecos desde atrás y por eso dejan vendidos a los cuatro zagueros y el portero. La falta de centrocampistas natos -Gurpegi, Orbaiz, Tiko,...- se nota en esas tareas.
Sobre todo, cuando Javi Martínez está acusando los esfuerzos de su estreno en la máxima categoría, Yeste no está en las mejores condiciones físicas y Murillo, hace falta recordarlo, cumple un año desde que fue reconvertido a medio centro por Clemente. La implicación de todos los jugadores en la contención es indispensable. Pero no es tiempo de lamentaciones. Es un mal que arrastra el Athletic en las últimas temporadas y no se acierta a corregir.
Estar preocupados es normal. La situación es peor que hace unas semanas porque se ha perdido el margen de error. El Athletic tenía la posibilidad de fallar y ya no. No hay más vueltas que darle. Ha llegado el momento de dar un paso al frente y no mirar qué es lo que hacen los rivales.
Dos en casa, uno fuera
No se puede olvidar que los rojiblancos siguen dependiendo de sí mismos. En caso de ganar los tres partidos tienen asegurado que estarán en Primera la próxima temporada. Un dato a favor con el que no cuentan otros conjuntos y que están más ilusionados. Tampoco se puede perder la perspectiva. La temporada se comenzó con mal pie desde el verano, han pasado tres entrenadores por el primer equipo, dimisión de un presidente y una convulsión que nunca se ha vivido. No está ni tan mal contar con un punto de ventaja a falta de tres jornadas.
Otro factor importante que favorece al Athletic es jugar dos partidos en casa y uno fuera. Es el único de los cuatro equipos -si se da a Osasuna por salvado y al Celta como descendido- que luchan por esquivar la última plaza de descenso que tiene ese calendario. Betis, Levante y Real tan sólo disputarán una de las finales que les quedan ante su público.
Los números de los rojiblancos en San Mamés no son los mejores y dejan mucho que desear, pero seguro que cualquier equipo preferiría jugar encuentros tan decisivos con el apoyo incondicional de la afición. El plus de motivación que debe otorgar sentirse arropado por las gradas debe trasladarse a los futbolistas y hacerles crecerse en los momentos más duros.
Además, siempre nos quedará -si se mantienen las distancias en las próximas jornadas- jugárnosla con el Levante en la última jornada. Una idea que atemoriza a muchos aficionados por la tensión que se viviría en San Mamés.
Que tiemble el Levante
El campo estará volcado y los jugadores del Athletic concienciados de lo que se juegan. Más motivados que nunca y los que sentirán miedo, o mejor dicho, pavor serán los futbolistas del Levante ante lo que se encontrarán. Porque si los rojiblancos ganan el partido, les superarían en la clasificación y también les ganarían en la diferencia de goles.
La posibilidad de mandar a Salva Ballesta de vuelta a Segunda y a los entrenadores de un equipo que no ha vacilado a la hora de acusar al Athletic de recibir favores arbitrales, debe ser también un aliciente.
Para afrontar con garantías los próximos compromisos, recuperar la confianza en los recursos que tiene la plantilla es fundamental. Esperemos que los temores no se trasladen a los jugadores porque es tiempo de ser valientes, mirar al frente y pensar sólo en el futuro. Preocupados sí, pero no acongojados. De temblar, que tiemblen los rivales.
Los que sientan cualquier atisbo de miedo es mejor que se queden en casa. Es el momento de demostrar la capacidad, implicación y el orgullo que supone jugar y defender al Athletic. El que no esté a la altura que se abstenga de salir al campo.
Los rojiblancos comienzan esta tarde en Lezama, a partir de las 17.00, a preparar el trascendental partido ante el Mallorca del domingo en el que necesitan ganar.