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alpinismo Tíbet

Alpinismo de exploración en el remoto Tíbet

Los británicos Paul Ramsden y Mick Fowler han firmado la primera ascensión del Manamcho (6.264 m), mientras que sus compatriotas Steve Burns e Ian Cartwright han hecho lo propio en la Punta 5.935 m. Ambas cimas, en la cordillera tibetana de Nyainkentanglha East.

Andoni ARABAOLAZA | DONOSTIA

«El alpinismo se está dividiendo en dos grupos: en multitudinarias y comerciales expediciones a famosos picos (generalmente, mayores de 8.000 metros) y en pequeños grupos que exploran espectaculares y técnicas montañas desconocidas del mundo. Las generaciones previas se han movido en zonas de fácil acceso, por lo que la mayoría de los espectaculares objetivos que quedan para `verdaderos (¿?)' alpinistas se hallan en remotas áreas, a menudo protegidas por duros permisos. Esto último le añade interés».

Son declaraciones realizadas a Gara por Mick Fowler, uno de los protagonistas de la expedición británica que ha explorado por segunda vez la remota cordillera tibetana de Nyainkentanglha East. En gran medida, la exploración es una de las claves para entender el alpinismo que desarrolla Fowler. Es de los que pasa de las montañas trilladas, de las colecciones de ochomiles, de montañas de gran renombre... No, al británico le va el espíritu en el que se ha basado el alpinismo, en muchas etapas.

Como adelantábamos, Fowler volvía a la impronunciable cordillera tibetana. La última visita la realizó en octubre y noviembre del 2005 junto a Chris Watts, Phil Amos y Adam Thomas. Con el primero se hizo con el monte Kajaqiao (6.477 m), mientras que Amos y Thomas llegaban a 5.800 metros en la cara noroeste del cercano Manamcho; a la postre, el gran objetivo de la última expedición. En el viaje de hace dos años se encontraron con una región montañosa llena de picos de 6.000 metros; un verdadero oasis para los que reniegan del escaparate alpino comercial.

Fowler se quedó con las ganas, y ha vuelto de nuevo con una expedición patrocinada por la UK Alpine Club. Otros tres alpinistas componen el grupo: Paul Ramsden, Steve Burns e Ian Cartwright. Fowler hace cordada con Ramsden (nunca había estado en dicha cordillera), un tándem que funciona muy bien: ya en el 2002 se llevaron el Piolet d'Or por su escalada a la norte del Siguniang (China).

En esta última incursión, los dos alpinistas se han hecho con la primera ascensión al Manamcho (6.264 m), en una salida que duró siete días desde el campo base -en sí fueron ocho jornadas, ya que un día fue de exploración-. El propio Fowler nos habla de la montaña: «Es un monte sorprendente que Tom Nakamura lo bautizó como el `Matterhorn de Nyainkentanghla'. La foto apareció en la portada del `Japanese Apine News' del 2002, pero los mapas de la zona son tan pobres que llevaron a la confusión; el pie de foto decía erróneamente que era el Kajaqiao. En el 2005 Chris Watts y yo fuimos a escalar esta última montaña y encontramos el error, pero estaba tan inspirado por las vistas que he vuelto este año con Paul Ramsden».

Después de aclimatarse, el equipo dejó el campo base el 19 de abril. La aproximación al pie de la arista noroeste (fue la ruta que eligieron) la llevaron a cabo por un largo y gran glaciar-plateau. La escalada en sí, tal y como afirma Fowler, se trata de una escalada clásica, una hermosa cara norte y buen hielo. La arista la encontraron principalmente cubierta de nieve, con algún paso de IV que les llevó a emplear un movimiento de skyhook. A todo ello, las condiciones climatológicas cerca de la cima eran tan retadoras que añadieron un plus de interés a la escalada.

Durante el ascenso realizaron tres vivacs. El último, a 75 metros antes de la cumbre y con una buena nevada de acompañamiento. A la mañana siguiente, y con fuerte viento, escalaron la parte final, una zona escarpada y difícil. La nieve continuaba cayendo, y en algunas zonas les cubría hasta la cintura. Finalmente, el 26 de abril llegan al campo base.

¿La más bonita?

Sin ningún lugar a dudas, esta primera al Manamcho ha sido una actividad muy especial para Fowler: «Memorable. Ha sido la montaña más salvaje y espectacular que he visitado. El interés étnico y las vistas que proporcionaba han sido destacables, a ello hay que añadir el compromiso y el ambiente en el que hemos escalado; todo ello fue remarcable. Ocho días para una montaña de 6.264 metros sólo enfatiza lo difíciles que fueron las condiciones y cuánto saboreamos la experiencia».

Según los protagonistas de esta actividad, la escalada ha sido de TD, pero su llamativa apariencia, su remota ubicación, sus espectaculares vistas... han hecho que esta nueva experiencia, siempre en palabras de Ramsden y Fowler, haya sido una de las más significativas escaladas que han realizado. Como se aprecia, esta vez las dificultades técnicas no han sido el objetivo de los alpinistas británicos; ni mucho menos. Explorar y escalar una montaña virgen y totalmente desconocida era el reto. Fowler va más allá: «Escalar significa disfrutar uno mismo, y eso no siempre significa que tengas que hacer retos técnicos inmensos. Paul y yo hemos llegado a la conclusión de que las escaladas al Siguniang y al Manamcho han ido a la par; diferentes pero igualmente memorables. La dificultad técnica no lo es todo. Factores como la aproximación, el interés étnico, la exploración de la naturaleza y el escenario juegan su papel. Y el Manamcho tiene mucho de todo esto».

No hay duda de que este último viaje a las montañas del Tíbet les ha marcado profundamente. En la fotografía que el propio Fowler nos enviaba del monte, su pie de foto decía: «Manamcho, ¿la montaña más bonita del mundo?». Nosotros le pedíamos que se explicara más: «¿Qué hace que una dama sea bella? Lo que atrapa a la vista. ¡Mira esas líneas simétricas! ¡Muéstrame una montaña más que tenga la apariencia del Matterhorn! Proporcionada y bien angulada. Desde 40 kilómetros de distancia, Nakamura ya se dio cuenta de que era especial. Fue lo suficientemente inspirador para volver al campo base que utilizamos en el 2005. ¡No digas nada más! De hecho somos una generación afortunada».

Pico 5.935 m

Por su parte, los otros dos compañeros de expedición, Burns y Cartwright, eligen la Punta 5.935 m que se levanta al Noroeste del glaciar-plateau y al Oeste del Manamcho y Kajaqiao. Un pico fino en sí mismo, pero también un excelente mirador desde el que se podía hacer la composición del área; algo imposible de traducir en los nada concretos mapas que tenían.

Inicialmente, los dos escaladores abandonan el campo base el mismo día que sus compañeros del Manamcho. Sin embargo, después de dos días y a una altura de 5.600 metros, Burns empezó a sentirse mal, posiblemente por el mal de altura, y regresan al base. El segundo intento empezó el 27 de abril. A pesar de las horribles condiciones de la nieve y el mal tiempo que también sufrieron Ramsden y Fowler, la cordada perseveró llegando al día siguiente al punto más alto del primer intento. El 29 hacían cima. En la parte final de la ascensión el tiempo era perfecto. Tuvieron que superar una sección final muy sombría de escalada mixta de AD. Las vistas desde la cima eran muy amplias, y ello ayudó a aclarar el mapa de la zona.

Valle de Manam

A pesar de cumplir con los objetivos, Ramsden y Fowler todavía tuvieron ganas de seguir explorando. Durante una jornada se adentraron en el valle de Manam, que corta profundamente el noreste, entre las pequeñas aldeas de Lhari y Tatse. Excepto por la televisión vía satélite, era la primera vez que los lugareños veían a europeos. Asimismo, cabe la posibilidad de que los dos británicos hayan sido los primeros occidentales en ver estas montañas de la remota Tíbet.

Un dato significativo: la escalada al Manamcho es la cuarta que se realiza a un pico por encima de los 6.000 metros de la región de Nyainkentanglha. Y todavía aguardan casi 200 seismiles e incontables rutas por abrir. «Una verdadera mina de oro de cimas vírgenes», tal y como asevera Fowler.

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