Analistas tendrá esta casa que sabrán interpretar los datos que han ofrecido las urnas. Yo me quedo con lo que, aunque pudiera parecer anecdótico, tiene su importancia a la hora de saber cómo les ha sentado a algunos lo que se ha dado en llamar el «veredicto popular».

En «El Mundo», Enrique Aguirrezábal lamentaba con sentido pesar los resultados de ANV: «a partir de hoy volverán las hordas nacionalistas a disponer de ingentes cantidades de dinero público y de información de primera mano. Los cuatro procuradores alcanzados por ANV en Alava empañarán, a buen seguro, los cuatro años de legislatura». Lo de las «hordas» es mundial. ¿A que sí?

En el mismo rotativo, el editorialista de Pedro J. cae en su propia trampa: «si ayer hubiera habido en las mesas del País Vasco observadores internacionales no cabe duda de que habrían pedido la nulidad de las elecciones tras asistir al bochornoso espectáculo que resultaría insólito incluso en una dictadura bananera». El editorialista se refiere a las protestas pacíficas de los ciudadanos a quienes se negaba el derecho a votar, pero el párrafo se podía referir, perfectamente, a la situación de apartheid impuesta por PP y PSOE.

También el editorialista de «El Correo Español» y «El Diario Vasco» dedicaba su atención a las protestas y obviaba el fraude masivo: «la jornada electoral ha hecho visible de manera intolerable la acción de grupos radicales que violentaron el normal ejercicio del derecho al voto coaccionando a dirigentes democráticos». Hombre, tan democráticos, tan democráticos no serán los que niegan el derecho al sufragio universal, ¿no les parece?

Y el de «El País» se ponía en plan cheli: «la jornada fue tranquila, con la excepción de las actuaciones de los cantamañanas habituales que dieron la nota en varias localidades del País Vasco, con agresiones y griterío ofensivo».

En «La Razón» Iñaki Ezkerra se lamía las heridas y advertía de que «ETA ha vuelto a las urnas». Según el Ezkerra «lo ha hecho resentida además, crecida, enardecida, sin mostrar la más mínima gratitud». Cuando dice ETA quiere decir, imagino, ANV. ¿A quién debe gratitud ANV si no es a sus decenas de miles de votantes? ¿A Ezkerra? Otra payasada.

Y su comilitón Carlos Martínez Gorriarán hablaba de «ataques que culminan una campaña electoral propia de una risible república bananera». Pues va a tener razón en esto último. Aunque él lo diga por otros motivos.