el fantasma de una nueva guerra fria
Rusia desafía al escudo antimisiles estadounidense en sus fronteras
Rusia ha probado con éxito un nuevo misil balístico intercontinental capaz de sortear los sistemas de defensa antimisiles estadounidenses. Es su primera respuesta al proyecto de escudo antimisiles que ultima el Pentágono en la República Checa y en Polonia. Al margen de las condenas retóricas y de las dudas aliadas sobre el alcance del anuncio del Kremlin, este último hace efectivas sus amenazas y asegura que responde al rearme con el rearme.
GARA | MOSCÚ
El ensayo de un nuevo misil intercontinental ruso capaz de vencer a los sistemas de defensa antimisiles que sólo EEUU posee en la actualidad y que pretende instalar en Europa del Este refleja la posición militar y diplomática cada vez más resuelta y ofensiva de Rusia.
La comandancia de las Fuerzas Estratégicas rusas anunció el pasado martes el éxito en la prueba de un nuevo misil, el RS-24, de cabezas múltiples.
El misil fue lanzado desde el cosmódromo militar de Plessetsk, en el noroeste de Rusia, y dio en el blanco en su objetivo, situado en la polígono de Kura, península de Kamchatka, a orillas del Pacífico y a más de 6.000 kilómetros de distancia.
Este nuevo tipo de misil está destinado, junto con la última y más moderna serie Topol-M, a vencer los sistemas de defensa antimisiles. El Topol-M, bautizado como SS-27 por la OTAN, es un misil estratégico móvil de 22,7 metros de largo por un diámetro de 1,95 metros y un peso de 47,2 toneladas. Este tipo de misiles no tiene más que una ojiva o cabeza.
Por contra, el RS-24 vendría a ser una versión mejorada del RS-12, que tiene un alcance de alrededor de 10.000 kilómetros cuadrados y está dotado de tres o cuatro ojivas. Este modelo está concebido para reemplazar a los misiles RS-18 (SS-19 según la terminología aliada) y RS-20 (SS-18 Satán), ambos de concepción soviética y actualmente los misiles principales con los que cuenta el país.
Poder disuasorio
Según la comandancia estratégica rusa, el lanzamiento exitoso de la víspera «refuerza las posibilidades militares del poder disuasorio ruso para eliminar los sistemas de defensa antimisiles». Sergei Ivanov, viceprimer ministro responsable de la industria militar rusa y uno de los candidatos a suceder al inquilino del Kremlin, Vladimir Putin, el año que viene, aseguró pletórico que este nuevo misil sería «capaz de penetrar todos los sistemas antimisiles existentes tanto en la actualidad como en el futuro».
Actualmente, sólo EEUU dispone de estos sistemas, concretamente de elementos de su escudo antimisiles que está en fase de puesta en marcha en Alaska y California. No obstante, el lanzamiento del nuevo misil ruso tiene más que ver con la posible extensión de este escudo a Europa Oriental, mientras prosiguen las negociaciones de EEUU con sus aliados polaco y checo, y mientras se suman peticiones de participar en este plan bélico por parte de otros países de la antigua órbita soviética como Lituania.
«Estamos ante una respuesta política y militar de los rusos con objetivos múltiples», ironizaba ayer un diplomático de la OTAN en referencia a las ojivas múltiples del nuevo misil.
«En un contexto general que sin lugar a dudas no es bueno, (esta prueba) no tiene nada de asombroso después de oir las declaraciones de Putin», añadió.
«Polvorín» en Europa
El diplomático aliado se refería a la advertencia lanzada horas antes por el presidente ruso, quien señaló que «es dañino y peligroso convertir Europa en un polvorín y llenarla de nuevas armas». Putin hacía referencia al escudo antimisiles.
Con motivo de su Discurso a la Nación el pasado 26 de abril, Putin ya denunció que «por primera vez en la historia, aparecen sobre suelo europeo sistemas del complejo estratégico nuclear estadounidense».
El inquilino del Kremlin comparó los planes de Washington en Polonia y República Checa con «el desplazamiento de misiles Pershing en nuestras fronteras», en referencia a los misiles que EEUU desplegó en Alemania Occidental durante la Guerra Fría y apuntando a la URSS.
Putin amenazó entonces con abandonar el Tratado de Fuerzas Convencionales en Europa (FCE) por considerarlo ineficaz y obsoleto.
El mismo apelativo que mereció recientemente al viceprimer ministro Ivanov el Tratado de Liquidación de Misiles de Alcance Medio y Menor (INFT, por sus siglas en inglés).
Condena y sorpresa
La Casa Blanca condenó la prueba del nuevo misil por parte de Rusia, que calificó de amenaza, no sólo para EEUU y sus aliados europeos, sino para los propios rusos. «Nos gustaría que los rusos desearan cooperar con nosotros en la cuestión de la defensa con misiles», añadió, obviando que Washington ni siquiera consultó con Moscú sus planes consensuados con Praga y Varsovia.
Por lo demás, el anuncio de la prueba fue recibido con sorpresa por parte de los analistas.
Y es que si el contexto diplomático en el que ha tenido luggar es tan preocupante como transparente y el mensaje de Moscú, en esta ocasión, es sólo de ida (no tiene marcha atrás), los analistas discrepaban sobre el alcance técnico de este suceso militar ruso.
El Kremlin no ayudaba a despejar dudas negándose, lógicamente, a despejar sus características. Un portavoz de las Fuerzas Estratégicas se limitó a confirmar que se trataría de un nuevo misil, aunque «utiliza tecnologías del Topol-M».
Desde Londres, los expertos se limitaron a señalar que «seguimos verificando si realmente se trata de un nuevo misil o sólo un nuevo apelativo».
«Un nuevo tipo de misil, una trampa o algo que ha sido desarrollado en el más completo secreto», consignaba un experto en los arsenales rusos.
Más allá de cuestiones técnicas concretas y de secretismo, en lo que todos vienen a coincidir es en que este misil «ofrece una gran flexibilidad para cambiar objetivos y ningún sistema de defensa antimisiles actual está tan perfeccionado como para hacerles frente».
De lo que no cabe duda alguna es de que Rusia ha vuelto a enseñar los dientes. Y eso preocupa a los aliados.
El Gobierno de Lituania mostró ayer su disposición a acoger en su territorio un sistema de defensa antimisiles bajo la égida de la OTAN», lo que sin duda exasperará más a Rusia, preocupada por el expansionismo estadounidense y atlántico en sus fronteras.
El ministro lituano de Defensa, Juozas Olekas, hizo suya la versión estadounidense sobre eventuales amenazas «de países inestables» y puso como solución «un sistema de defensa antimisiles aliado, con el que podríamos proteger la central nuclear que preveemos construir en nuestro país».
Moscú guardaba silencio oficial sobre la propuesta, lanzada por una república ex-soviética y que está cada vez más alineada con Occidente. Las tres repúblicas bálticas se convirtieron en miembros de la OTAN en 2004.
Rusia ve con malos ojos cómo la OTAN se extiende hacia sus fronteras 15 años después de la desaparición de la URSS y cómo EEUU abre bases en su antigua zona de influencia, desde Rumanía hasta la república centroasiática de Kirguizistán.
Leonid Slutsky, portavoz parlamentario ruso, advirtió en declaraciones a radio Eco de Moscú que «nos opondremos frontalmente contra estos planes».
«Lituania no está amenaza por nadie. Con su anuncio, el Gobierno lituano no hace sino mostrar su alineamiento político y militar con la OTAN y EEUU», añadió este responsable de la Duma.
GARA