Sigue Cuatro con su curiosa «Trilogía del pene», y, claro, el retrato es sicológica y socialmente calcado de la realidad, porque todos los varones desde la más tierna infancia tenemos la costumbre de compararnos con el de al lado. De niños, sin prejuicios, simplemente como un juego lúdico; después, con el peso de la moral y de la culpa para adentrarse posteriormente en el terreno puramente competitivo y llegar al paroxismo en la adolescencia y juventud que se puede convertir en una patología. Pues bien, como algunos tenemos la tendencia a mirar al dedo (sin uña) antes que a la luna, no acabo de encontrar con nitidez el mensaje final de estos documentales, por lo que les narro unas anécdotas impactantes.

La de un tipo que se trasplantó su pene al brazo. No soy capaz de imaginar las posibilidades eróticas del asunto, pero sí puedo comprender el modelo de sátiro y demente que puede ser el cirujano que lo hizo. El caso de un chico dedicado a enseñar su más que hermosa verga en despedidas de soltera que quiso buscar en la mesa de operaciones el «pene perfecto» y, después de la intervención, además de dolores intensos, sufrió hinchamientos insoportables, lo que le llevó al paro. Las imágenes tomadas en los quirófanos provocan en jóvenes promesas tan melifluas como el que les escribe impotencia subsidaria. Y, sobre todo, conformismo. Para perfecto, el mío.

En Antena 3 están ofreciendo capítulos de «El equipo A», y aquí sí que las comparaciones son buenas. Esta serie que cuando se grabó y se emitió nos pareció un canto a la violencia desmesurada, pero sin lograr occisos, es decir que se disparaban miles de balas, cientos de bombas, volaban coches por explosivos o edificios, pero nadie moría, hoy la encontramos como una serie ideal en horario protegido para la infancia. Y entendiendo que se trata de un equipo paramilitar al margen de la ley, al servicio del mejor postor, hoy, en comparación con la realidad que representa la señora Rice, es un tratado de diplomacia y de ética democrática, ya que vivimos en un mundo globalmente mucho peor. Si tienen alguna duda, pregúntenle al juez con perrito, que es él en sí mismo un Equipo A judicial.