Joseba EGIA
Enfermedad psicosocial
La homofobia, como la definen en www.hartza.com, es una enfermedad psicosocial que pertenece al mismo grupo que otras enfermedades parecidas, como el racismo, la xenofobia o el machismo. Este grupo de enfermedades se fundamenta en el odio/miedo al otro, entendido éste como una entidad ajena y peligrosa, con valores particulares y extraños, amenazadores para la sociedad y -lo que es peor- contagiosos.
Lo grave es que esta enfermedad -más bien una epidemia arraigada en nuestra sociedad- puede llevar a quien la padece a hacer cualquier barbaridad. Ejemplo de ello es la acción urgente a que llamaba la pasada semana Amnistía Internacional, que pide que nos dirijamos a las autoridades de Kosovo para que protejan al hombre que dirige una organización que defiende los derechos de lesbianas, gays, bisexuales y personas transgénero (LGBT). Este ha recibido una amenaza de muerte relacionada con su trabajo y, aunque ha informado a la Policía, no ha recibido protección alguna y su vida corre peligro.
Sin ir tan lejos, pero grave en cualquier caso, en Polonia el ultracatólico Gobierno de los gemelos Kaczinski ha decidido convertirse en cruzado de la homofobia más recalcitrante pretendiendo borrar a gays y lesbianas de la vida pública. El ministro de Educación ha propuesto una ley para prohibir que en las escuelas y universidades se pueda hablar sobre homosexualidad, sin importarle crear un clima de intolerancia ni pisar los derechos civiles y políticos del profesorado y de lesbianas y gays en las escuelas. La defensora del Menor se dedica a la censura de programas televisivos que «puedan promover la homosexualidad». Ha investigado al teletubbie Tinky Winky por si es homosexual. Tinky se ha salvado de la quema según la susodicha «gracias a la opinión emitida por un gran sexólogo, que ha excluido la posibilidad de que este espacio tenga un efecto perjudicial sobre la psicología de los niños».
El problema es que lo de Polonia es tan burdo que parece un hecho aislado -que no deja de ser preocupante para los otros estados de la UE que se perciben como más tolerantes y respetuosos con los Derechos Humanos y han aprobado una resolución en el Parlamento Europeo en su contra- pero lo cierto es que la homofobia sigue campando a sus anchas en nuestros círculos más cercanos sin que le pongamos coto. No hay más que fijarnos en el lenguaje cotidiano -lleno de expresiones homófobas- y en los «chistes» que se pretenden graciosos a cuenta de personas que legítimamente viven su propia opción sexual sin que tengan que ser discriminadas por ello. Quizás si nos paráramos a pensar que cada dos días una persona homosexual es asesinada en el mundo debido a actos violentos vinculados a la homofobia tendríamos más cuidado.
El 17 de mayo fue el día internacional contra la homofobia y el 28 de junio será el del orgullo gay. Mi propuesta es que no se queden en dos fechas simbólicas, sino que sirvan para reafirmar nuestro compromiso con los derechos de LGBT.