mikel arizaleta Traductor
Distrito 06; Sección 021; Mesa U
La queja de aquella anciana de ochenta y pico tenía regusto amargo y salitroso. Me impresionó su lamento en el vacío de aquella aula de colegio electoral jesuítico: «¿cómo es posible que en el 2005 un crucifijo presida mi votación?». Su queja la hice escrito y reclamación con fecha 11 de abril de 2005. Y la Junta Electoral desestimó por no ser de su competencia, se apoyaba en el art. 81 de la LOREG. Sería competencia del Ayuntamiento, en este caso del de Bilbao, y de la oficina del Censo Electoral. Y en la respuesta me comunican que remiten copia para conocimiento de ambos. El Ararteko redacta 8 folios de explicación, de citas, de sí pero no, de sería de desear que la Administración local «hiciera los esfuerzos materiales necesarios para disponer de un espacio ajeno a cualquier referencia ideológica y religiosa para el libre ejercicio del derecho de sufragio».
La votación de este 27 de mayo fue en la misma aula, 06-021-U, del mismo colegio de jesuitas de Indautxu y con el mismo crucifijo de marras presidiendo el aula. A la señora no la vi, quizá haya muerto en el interin. En estos 24 meses han ocurrido muchas cosas. El alcalde Azkuna, médico otrora, ha operado en Bilbao: ha trepanado aparcamientos de cuatro pisos, licenciado construcciones, remodelado y acementado plazas, ha mutilado a Calatrava, ha declarado la guerra al navajero, ha lanzado su anatema contra los «parásitos y garrapatas» de su amigo Imaz y anda con problemas en la revisión de su ITV vital. En Bilbao se han hecho esfuerzos, pero no en el libre ejercicio del derecho de sufragio o, en frase del alcalde, «¡a estos que les den morcilla!».
En 1926 los jesuitas nos plantaron un «sagrado corazón de Jesús-reinaré en España», que dividió agriamente a los ciudadanos de Bilbao. En palabras del concejal de entonces Laiseca su erección en la plaza de Bélgica «es una bofetada a los elementos que profesan otras ideas religiosas o no tienen ninguna». Tampoco entonces encontró acomodo la suplica de otro alcalde del Botxo de talante más respetuoso, de Justo Diego de Somonte, en el pleno del 9 de noviembre de 1923 al tratarse este punto: «en la visita hecha a los asilos he visto muchas calamidades. Estimo... que la cantidad de 800.000 pts, que se destina al monumento, honraría más al Sagrado Corazón si fuera destinada e invertida en un refugio para niños». Hace unos día el famoso teólogo jesuita José María Castillo dejaba la Compañía de Jesús gritando al viento que «quiere recuperar su libertad para poder respirar». La misma reclamación de aquella anciana anónima, papeleta en mano, en el 2005 y la de tantos ciudadanos y ciudadanas, hartos de padecer a jesuitas, alcaldes y juntas electorales represoras.