Bush contraataca criticando la falta de democracia en Rusia
Consciente de lo osado de colar, ahora con la excusa del fantasma de Irán, un escudo antimisiles en las mismísimas narices de una potencia que los tiene, y de sobra, el presidente de EEUU, George W. Bush, respondió con el palo y la zanahoria a la amenaza rusa de volver a apuntar con sus misiles a Europa. De un lado, señaló a su amigo Putin que «la Guerra Fría se terminó». De otro, volvió a permitirse el lujo de darles lecciones de su visión de la democracia.
GARA |
Un día después de la amenaza rusa de volver a apuntar sus misiles contra el oeste europeo si Washington insiste en instalar parte de su escudo antimisiles en Polonia y la República Checha, el presidente de EEUU, George W. Bush, contraatacó poniendo el énfasis en los innegables déficits democráticos en la Rusia de Putin.
«En Rusia, se han frustrado reformas que habían prometido dar el poder al pueblo, lo que tiene implicaciones preocupantes para la evolución democrática», aseguró Bush en vísperas de su encuentro con el presidente ruso, Vladimir Putin, en el marco de la cumbre del G8.
Bush no se olvidó de China en el marco de una conferencia sobre democracia durante su visita a Praga. Así, criticó que «los dirigentes chinos creen que pueden abrir la economía de su país sin abrir paralelamente su sistema político. Nosotros (EEUU) no estamos de acuerdo».
Casualmente, el Gobierno de Beijing criticaba horas antes el proyecto de escudo antimisiles en Europa Oriental, recordando que «no contribuye a la confianza mutua entre las grandes potencias y a la seguridad regional y puede provocar nuevos problemas de proliferación».
Bush reivindicó, eso sí, las «fuertes relaciones» con estos dos países pero añadió que «la capacidad de hablar abiertamente de nuestros desacuerdos forma parte de esas relaciones».
Las lecciones de Bush sobre democracia no se agotaron en la Rusia que reacciona a los planes militares estadounidenses en su misma frontera o en la China que conmemora estos días los sucesos de Tiannanmen.
Loas a José María Aznar
Así, Bush elogió a los que concibieron dicha conferencia, entre los que destacó al ex presidente español José María Aznar, su homólgo checho Vaclav Havel -presente en el acto- y Natan Sharansky, ex ministro de un Gobierno, el israelí, que celebra estos días los cuarenta años de la invasión de todo su entorno palestino y árabe.
Tras glosar las figuras de «tres de los mayores promotores de la libertad de nuestro tiempo» -lo que da una idea de la concepción que de la libertad tiene Bush-, el presidente de EEUU acusó al Gobierno venezolano de «populismo superficial» y exigió la excarcelación de «disidentes» en Cuba, Birmania, Bielorrusia y Vietnam, para alabarse a continuación a sí mismo como «presidente-disidente».
«La Guerra Fría terminó»
Poco antes, Bush utilizó un lenguaje completamente distinto, de paños calientes, para dirigirse al Kremlin. «La Guerra Fría está acabada, terminó», declaró el inquilino de la Casa Blanca tras reunirse con su homólogo checo, Vaclav Klaus, y el primer ministro, Mirek Topolanek.
«Rusia no es nuestro enemigo», reiteró, para adelantar cuál será su mensaje a Putin cuando le reciba en su rancho familiar a principios de julio. «'Vladimir -yo le llamo Vladimir-, no tienes nada que temer de un sistema de defensa antimisiles. Si quieres, envía a tus generales y a tus científicos para que comprueben cómo funcionaría en realidad'», añadió.
Bush insistió en que el escudo estaría previsto para proteger a EEUU «y a sus aliados» de misiles lanzados «por estados gamberros -en referencia a Irán- o por radicales o extremistas».
El Gobierno iraní calificó la víspera esta justificación como «el chiste del año».
El Gobierno checo destacó la importancia de que Washington explique a Rusia los objetivos de su proyecto militar junto a su mismísima frontera.
La República checa, que se enfrenta a una oposición al proyecto de dos de cada tres votantes, pidió a EEUU contrapartidas, entre ellas que se pueda beneficiar de la tecnología de EEUU en todos los ámbitos, y el fin de la exigencia de visados por EEUU.
El primer ministro polaco, Jaroslaw Kaczynski, señaló que el lenguaje de Putin en esta crisis le recuerda al del ex líder soviético Nikita Jrushev. «Ni Yeltsin ni Gorbachov, ni siquiera Breznev, utilizaron ese lenguaje», aseguró.
El ministro búlgaro de Exteriores, Ivailo Kalfine, exigió a la OTAN una protección similar a la del escudo antimisiles. Bulgaria será, junto al Estado español y Portugal, uno de los países que quedaría «desprotegido».
La defensa de EEUU contra misiles intercontinentales es una vieja aspiración de los sucesivos gobiernos de Washington desde el inicio de la era atómica y espacial.
EEUU invirtió entre 1951 y 1997 100.000 millones de dólares en este proyecto y desde entonces se ha gastado, por lo menos, otro tanto en la investigación, desarrollo y puesta a punto de sistemas para proteger su suelo.
El más célebre fue el proyecto de Guerra de las Galaxias del presidente Ronald Reagan en los años 80, un proyecto que quedó en agua de borrajas.
Su proyecto actual también pasa por dificultades. De diez pruebas de derribo de misiles cinco han fallado, la última la semana pasada en Alaska. Precisamente este enclave, junto con California, alberga el Sistema Terrestre Nacional de interceptación de misiles.
Tampoco el sistema orbital, pensado para destruir los misiles a mitad del recorrido, está a punto y adolece de dificultades para pasar al estadio operacional.
EEUU está reforzando su sistema terrestre avanzado, en Fylingdales (Gran Bretaña, cuyo Gobierno quiere albergar más interceptores), Thule (Groenlandia) y pronto en Polonia y República Checa.