Las fuerzas israelíes, que se retiraron ayer de los extramuros de la ciudad de Rafah, en el sur de la Franja de Gaza, se llevaron detenidos a una veintena de ciudadanos palestinos, aunque algunas fuentes cifraron en cuarenta las personas detenidas para ser interrogadas.

Los soldados entraron por el paso fronterizo de Sufa, utilizado para el tráfico de mercancías, en unos quince blindados, apoyados por fuerzas terrestres y helicópteros de la Fuerza Aérea. Según denunciaron fuentes policiales palestinas, las tropas israelíes demolieron varios invernaderos y siete instalaciones agrícolas temporales.

Testigos presenciales relataron que, tras el repliegue del sur de Gaza, el Ejército reforzó sus efectivos al norte y diez tanques se internaron en terrenos que en el pasado ocuparon tres asentamientos judíos. Esta nueva incursión en Gaza, que se produce justo en el 40 aniversario de la guerra de los Seis Días, es la mayor operación sobre el terreno en meses. Un granjero del municipio palestino de Muamer, Omar Jarghun, explicó que los soldados tomaron su casa a primera hora de ayer para utilizarla como posición de observación. Para ello, hicieron agujeros en sus muros y destruyeron puertas y ventanas.

En la localidad cisjordana de Kabatia, en el distrito de Jenín, el Ejército arrestó a otros 20 palestinos e hirió a cuatro adolescentes en una escuela, a dos de ellos de gravedad.

«La guerra civil sería peor»

En este contexto y en vísperas de reunirse con Ehud Olmert, el presidente palestino, Mahmud Abbas, afirmó que «la guerra civil sería incluso peor que la ocupación». Agregó que los enfrentamientos internos han perjudicado la posición de los palestinos en el mundo.