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CRíTICA cine

«La soledad» Hay vida fuera de la pantalla

Mikel INSAUSTI

Por la experiencia que da el ver mucho cine uno sabe perfectamente cuando está ante la película del año, la que va a dejar huella marcando una antes y un después. El cineasta catalán Jaime Rosales ya avisó con su ópera prima «Las horas del día», una realización única y diferente que revelaba por medio del retrato seco y desnudo de una dura realidad periférica el total desconocimiento de las personas que nos rodean, justo ahora que vivimos en plena era de las comunicaciones.

Con su segundo largometraje, «La soledad», ahonda mucho más en el problema del aislamiento, porque basta que cada vez compartamos nuestra vida con más gente para que nos sintamos más y más solos. No suscribo la opinión de cuantos se agarran a los tópicos sobre el cine minoritario, y no digamos ya los que utilizan el desafortunado termino «lenta» para definir narraciones veraces como «La soledad».

Como decía un amigo mío, y con más razón que un santo, todas las películas se proyectan a la misma velocidad y nadie habla de películas «rápidas». Jaime Rosales es el mejor comunicador que existe en el cine actual, ya que interpela al espectador a través de sus personajes consiguiendo una profunda identificación, algo que no logra ninguna producción convencional de las que presumen de ir dirigidas al gran público. Es todo lo contrario de un autista, y si en «Las horas del día» establecía un diálogo cerebral, en «La soledad» conecta desde la emoción.

También Jaime Rosales es el que mejor sabe filmar en interiores, porque no se le escapa ningún detalle. Para tenerlo todo bajo control ha echado mano del conocido recurso de la pantalla partida, pero aplicándolo de una manera novedosa bajo la aclaratoria etiqueta de «polivisión». El sistema permite dentro del formato alargado del «scope» una panorámica simultánea de diferentes perspectivas de un escenario natural, por lo general una casa en la que se pueden observar a la vez varias de sus divisiones. No es ningún capricho formal, sino que posibilita la descripción precisa y completa del problema real de la incomunicación, con tabiques y demás obstáculos arquitectónicos que separan a las personas entre si dentro de una vivienda que se supone compartida, bien por compañeros de piso o bien por un grupo familiar. Además se trata de una solución espacial que le sirve para perfeccionar su estilo introspectivo, basado en la captación de lo que no se ve, de lo que ocurre fuera de campo y no aparece en el encuadre escogido por la cámara. «La soledad» es la primera película que transmite la sensación de que la pantalla recoge cosas que están más allá de sus límites, como fruto de un experimento que tardará mucho tiempo en ser valorado en su justa medida, y que combina el sonido ambiental externo, los diálogos entre personajes no visibles y la visión múltiple desde los diversos ángulos de una amplía localización.

Una vez encontrado el lenguaje propicio para observar las relaciones personales, Rosales deja que la vida fluya ante el objetivo en base a las improvisaciones de los intérpretes a propósito de asuntos cotidianos. Los conflictos surgen de forma espontánea, mientras que el dolor es algo que cada cual soporta en silencio y en el estado descrito en el título.

En «Las horas del día» Rosales dio una lección sobre cómo rodar la agonía vital sin artificios, técnica verista que en «La soledad» alcanza un naturalidad brutal que corta la respiración. La psicosis del 11-M se materializa en la sobrecogedora y escalofriante escena del atentado al autobús de linea.

Ficha

Director: Jaime Rosales.

Guión: J. Rosales y Enric Rufas.

Prod: J. Rosales, J.M. Morales y R. Figueras.

Intérpretes: Sonia almarcha, Petra Martínez, Mirima Correa...

Fotogr: Oscar Durán

Género: Drama familiar; 130 mts. Est. español

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