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Cumbre del g8

Sitiada por tierra, la cumbre arranca con el anuncio de otro fracaso

Bloqueados por tierra por miles de manifestantes, los líderes del G8 llegaron a la ciudad-balneario de Heiligendamm a una cumbre que ya anuncia nulos compromisos en torno al camio climático y a la ayuda a Africa.

GARA | HEILIGENDAMM/ ROSTOCK

Los jefes de Estado y de Gobierno de los siete países más industrializados del mundo más Rusia (G8) dieron inicio ayer a su cumbre anual protegidos por un impresionante dispositivo policial, que no impidió que miles de personas lograran acceder a la valla de una docena de kilómetros que les aisla del resto del mundo. Un mundo que asiste impotente y preocupado a, entre otros problemas, el fenómenos del calentamiento climático, mientras sus «grandes líderes» seguían ayer anteponiendo los intereses económicos de su clientela, el capital, para negarse nuevamente a firmar compromisos serios de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.

La anfitriona, Alemania, se encargó ya horas antes del inicio oficial de la cumbre -con una opípara cena en un flamante castillo a 15 kilómetros del balneario de Heiligendamm que reunió a los grandes mandatarios-, de rebajar las expectativas que la propia canciller alemana, Angela Merkel, había creado en torno a un objetivo global y a largo plazo de reducción de los citados gases.

«Nos contentaríamos con consensuar una cifra (de reducción) que podría servir de guía y referente a escala internacional», aseguró el consejero sobre cuestiones climáticas del Gobierno de coalición alemán, Hans Joachim Schellnhuber.

Y es que, con motivo del encuentro entre la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente de EEUU, George W. Bush, Jim Connaughton, responsable de la Administración de EEUU para el Medio Ambiente, advertía ya que el comunicado final de la cumbre, previsto para hoy, no enunciará objetivo global a largo plazo alguno.

La versión inicial alemana, sometida al club de los ocho, apostaba por un compromiiso para limitar el calentamiento en dos grados reduciendo a la mitad, de ahora a 2050, las emisiones mundiales de CO2.

Merkel ha recibido el apoyo de los otros seis miembros del G8 (con la excepción de EEUU) para su propuesto sobre el clima, que prevé, en el cuadro de la ONU, un compromiso en torno a 2009 para un nuevo acuerdo post Kyoto que fije objetivos cuantificables. Todo ello para que este acuerdo pudiera entrar en vigor después de 2012, fecha en la que expira el citado protocolo sobre el clima.

Por contra, el Gobierno de Washington se muestra sólo favorable a abrir en los próximos 18 meses un debate entre los principales países contaminantes. EEUU, que no ha firmado el Protocolo de Kyoto, se escuda ahora en la negativa a secundar compromisos por parte de potencias emergentes como China e India. Estas últimas reivindican el derecho a su industrialización, bien tardía en relación a Occidente, para poder competir en el capitalsmo globalizado y mejorar el nivel de vida de sus miles de millones de empobrecidos habitantes.

África, otra vez olvidada

Una fuente cercana a las negociaciones adelantó entrada la tarde de ayer que varias de las delegaciones de los países del G8 se mostraban renuentes y «fatigadas» a la hora de ayudar seriamente a Africa.

Organizaciones no gubernamentales han exigido al G8 dinero, «y no la promesas de siempre», para combatir las pandemias del sida y de la tuberculosis en el Continente Negro. «Está en manos del G8 impedir millones de muertes inútiles que se pueden evitar», recuerda Max Lawson, de la organización Oxfam.

El G8 ya incumplió las promesas de aumentar su ayuda al desarrollo de Africa hasta 2010 realizadas en 2005, que formalizó en la cumbre de Gleneagles (Escocia).

Aunque colateral a esta cita, la polémica por el proyecto estadounidense de instalar parte de su escudo antimisiles en Europa Oriental se ha convertido en uno de los temas «estrella».

No extraña la expectación generada tras la llegada del avión presidencial ruso al aeropuerto de Rostock-Laage. Putin y su esposa Ludmila fueron recibidos con honores militares y fueron trasladados, como el resto de insignes participantes en la cumbre, en helicóptero, al hotel de lujo de Heiligendamm, a orillas del Báltico, donde se celebra la reunión.

Bush, que ha recibido el sostén de sus aliados -sobre todo de Gran Bretaña y del Estado francés-, volvió ayer a intentar calmar los ánimos -horas antes se había encargado de echar sal a la herida denunciando el déficit democrático de Rusia-.

«Rusia no va a atacar a Europa», aseguró a su llegada al escenario de la cumbre. «No hay necensidad de una reacción militar» a las amenazas rusas, añadió, para insistir en que Rusia «no es una amenaza».

Totalmente bloqueados

Pese a la masiva presencia policial, miles de personas bloqueaban ayer los accesos a la cumbre tanto por carretera como por tren, lo que obligó a la organización a trasladar a la prensa acreditada en barco.

Cientos de ellos lograron aproximarse hasta la misma valla, y resistían los ataques de la Policía con cañones de agua e incluso con gases lacrimógenos, nueva adquisición de la Policía alemana con motivo del evento.

Llegados a pie tras recorrer kilómetros y kilómetros, los altermundialistas desafiaban el constante sobrevuelo de helicópteros por encima de sus cabezas. Un «ejército de payasos» desafiaba a los cordones de antidisturbios y les echaba flores.

Ocasionalmente, grupos de concentrados se defendían lanzando piedras de las periódicas cargas policiales. «Yo sigo aquí y no respondo a la violencia con violencia, pero puedo comprender a los manifestantes que terminan por hacer uso de ella», señalaba a la prensa uno de los cncentrados, «Tilo».

El «cordón sanitario» de miles de personas tenía intención de permanecer toda la noche a la intemperie sitiando a los reunidos en la cumbre.

«Es lo menos que podemos hacer, en nombre de todas las víctimas de este sistema injusto y de todos esos africanos que se ahogan en el mar por culpa de la política del G8», señalana tajante Sebastian, joven francés.

De tanto en cuanto, una asamblea general improvisada o un anuncio por megafonía rompía la aparente calma. «Hemos logrado que las delegaciones tengan que venir en helicóptero o en barco. Es nuestra victoria», reivindicaba un mensaje. Mientras, improvisados cocineros comenzaban a preparar la cena. Cus-cus al aire libre. Nada que ver con las exquisiteces del Castillo de Heiligendamm.

Rusia tiene razones para preocuparse por el escudo antimisiles de EEUU

Pese a la retórica de Bush y de sus aliados, los expertos conceden que la inquietud de Rusia por el escudo antimisiles tiene fundamento.

«EEUU ha cambiado literalmente su despliegue en Europa». señala Bob Ayers, antiguo oficial de inteligencia estadounidense que trabaja en el instituto Chapman House, de Londres. «Los rusos ven cómo la superpotencia americana se les aproxima cada vez más. Aunque no fueran paranoicos, no pueden evitar preguntarse por qué».

«Todo sistema antimisiles es de facto un elemento de equilibrio estratégico en el mundo», coincide Gennadi Estafiev, antiguo miembro de los servicios secretos rusos. Estafiev advierte de que los diez misiles en Polonia pueden ser «sólo un primer paso» y recuerda que, con el radar en la República Checa, los satéllites estadounidenses otearán hasta los Urales y tendrán información de primera mano sobre el emplazamiento de los misiles rusos.

«La reacción de Putin es totalmente comprensible. Se siente amenazado y las razones esgrimidas por EEUU no son creíbles», constata Ayers. GARA

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