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«Le hemos quitado un arma importante al Imperio»

Eduardo Lugo | Periodista de la cadena venezolana vive tv

Proveniente de los medios de comunicación comunitarios, ahora trabaja en la televisión estatal Vive TV de Venezuela. Justifica la no renovación de la licencia a la «golpista» cadena privada RCTV, un proceso que, asegura, nada tiene que ver con recortes al derecho a la libertad de expresión.

 

Mirari ISASI

Eduardo Lugo estaba en Euskal Herria cuando el Gobierno de Venezuela tomó la decisión de no renovar la concesión de la licencia de emisión a la televisión privada RCTV, cuyo lugar ocupó la estatal TVes, pero conoce bien lo que está pasando allí y se muestra un sorprendido por las informaciones que han llegado a este lado del Atlántico. Afirma que el proceso ha sido «totalmente legal» y que fue avalado previamente con una recogida de firmas entre la ciudadanía, por eso, califica de «desproporcionado» que haya quien ha instado a la intervención de la OEA y quien pretenda.

Aunque la tensión ha disminuido en las calles, continúan los disturbios en ciudades como Caracas, Maracaibo y Valencia, «pero están controlados en su mayor parte», asegura. Incide en que la situación más difícil de controlar se ha dado en Maracaibo, cuyo gobernador es «muy opositor y uno de los que han financiado los focos de violencia que se han dado».

Las informaciones que han llegado a Euskal Herria hacen hincapié en que las protestas las están llevando a cabo estudiantes -a los que el presidente, Hugo Chávez, calificó de «peones del imperialismo»- y profesores universitarios, pero Lugo matiza que quienes han salido a la calle han sido «las universidades privadas, que nunca antes se habían implicado en nada, porque las públicas en ningún momento se han sumado».

Trabajadores y directivos

Cita también como aspecto «un poco curioso» el que «a la hora de la comida, multinacionales como McDonalds o Burger King acuden a llevarles comida a quienes están participando en los desórdenes». Asimismo, aclara que a quienes se ha presentado en las imágenes como trabajadores son en realidad directivos y cargos de la cadena televisiva, «pero no a técnicos, productores ni camarógrafos...»

De hecho, explica que un grupo de sus empleados realiza ahora trabajos como productores independientes y es precisamente con productores independientes como trabaja TVes.

En cierto modo, a Lugo no le ha sorprendido la reacción que ha habido a la no renovación de la licencia de RCTV puesto que se trata de una cadena muy «poderosa» que, además, «está financiada por otros estados y otras empresas privadas», pero resalta que antes del golpe contra Hugo Chávez del 11 de abril de 2002 ya «estaba haciendo mucho daño a los televidentes».

En relación a lo sucedido en abril de 2002 recuerda que «ellos fueron los que incitaron a la gente a salir a la calle, a la Miraflores, a atacar a la embajada cubana y agredir a todos aquellos que llevaran boinas o camisas rojas... Nos tildaron de guerrilleros, asesinos... y la gente nos quería golpear, lo mismo que si identificaban medios de comunicación alternativos o los medios comunitarios».

A lo mejor por eso, aquel fallido golpe fortaleció las televisiones comunitarias. Lugo, firme defensor de este modelo informativo, incide en que el Gobierno de Chávez «ha dado tanta libertad que han surgido más medios comunitarios». Unos medios que informan de y para las comunidades.

Niega Eduardo Lugo que el caso de RCTV tenga algo que ver con un recorte a la libertad de expresión ni a los medios de comunicación privados, tal y como se ha querido trasladar a la opinión pública internacional. Asegura que todos los medios tienen libertad de expresión en Venezuela -donde el 80% de las televisiones son privadas- y que precisamente RCTV lo ha ejercido al límite. «En otro mandato y con otro presidente, habrían cerrado el canal. La RCTV atacó, se burló y ofendió con algunos de sus programas no sólo a Chávez sino a las instituciones del Estado -afirma-. Allá todo el mundo puede decir lo que quiera, sin que por eso se cierre un medio de comunicación».

Por eso, no admite que países como EEUU o Europa, donde se han cerrado periódicos, radios y televisiones, den lecciones de democracia a Venezuela, donde eso no ha ocurrido ahora. «En Venezuela, cuando el golpe de Estado contra Chávez, cerraron Venezolana TV y unas semanas después el entonces alcalde y uno de los mayores golpistas que controló la Policía Metropolitana cerró Catia TV -recuerda-. Nosotros no hemos cerrado nada, simplemente no se ha renovado la concesión».

«Han fracasado»

Él lo tiene muy claro cuando subraya que «le hemos quitado un arma al Imperio, un arma importante con la que estaba haciendo mucho daño», de ahí la respuesta. Se ha acusado a RCTV de ser un canal que respondía a los intereses de las transnacionales y de la burguesía venezolana «vendida» a los intereses de EEUU y que intentaba «desestabilizar» la República Bolivariana. Lugo agrega que «hay estados que habían invertido mucha plata en RCTV, en la campaña en contra de Chávez, y han fracasado».

Y es que todo vale contra Hugo Chávez, que se ha convertido en una referencia para los pueblos de América Latina, porque «aunque los opositores dicen que Chávez está regalando el petróleo y la plata, nosotros no estamos regalando nada, estamos ayudando a quienes lo necesitan», ayudando a recuperar la dignidad y a no ser sumisos a los intereses de las grandes empresas que han esquilmado las riquezas y recursos de Latinoamérica. Cree que el presidente venezolano es un «referente de liberación».

Quizá por eso, en Venezuela muchos se preguntan por qué el país está ahora en el ojo del huracán y, en cambio, nadie protestó cuando RCTV fue cerrada durante varios días en 1976 por «difusión de noticias falsas»; precintada durante horas en 1980 por «sensacionalismo»; cerrada en 1981 por «difusión de programas pornográficos» o condenada en 1984 por ridiculizar al presidente de la República. Y todo antes de que Chávez fuera elegido por primera vez.

 

Libertad

«Con otro presidente habrían cerrado el canal. La RCTV atacó, se burló y ofendió no sólo a Chávez sino a las instituciones del Estado. Allá todo el mundo puede decir lo que quiera»

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