Ni Marchante, ni Samuel. Ni siquiera Saunier Duval o Euskaltel-Euskadi. Y tampoco ninguno de los corredores que mantuvo el ritmo de los amarillos en la primera jornada. El triunfo en Arrate y, por extensión, en la Euskal Bizikleta, se lo adjudicó Constantino Zaballa, personificando el carrerón de su equipo.

Y es que Caisse d'Epargne tomó ayer el relevo de los Saunier, dejando pequeña su exhibición en la jornada inaugural de la carrera. El equipo de Alfonso Galilea destrozó los pronósticos, no sólo porque el nombre de Zaballa no aparecía inicialmente entre los favoritos, sino porque se llevó el triunfo gracias a una táctica abismalmente opuesta a la que habría cabido esperar.

La tercera etapa de la Euskal, con un recorrido espectacular y escasas diferencias entre los cinco primeros clasificados tras la suspensión de la contrarreloj de la víspera, se auguraba vibrante y lo fue. Pero hasta ahí acabaron las previsiones acertadas porque quien más y quien menos esperaba una ofensiva total por parte de Saunier Duval, que seguía contando con el gran favorito al triunfo en sus filas, secundada por el Relax de Oscar Sevilla, y un Caisse d'Epargne obligado a trabajar para defender el maillot de líder de Vladimir Efimkin.

Una escapada tempranera echó por tierra los planes de unos y multiplicó las opciones de los otros. Apenas se había recorrido una docena de kilómetros, cuando una quincena de corredores -a los que poco después se unirían otros ocho- se marchaba en el, peligroso por la lluvia, descenso de Areitio. Entre ellos, cuatro Euskaltel y otros tantos Caisse y apenas, mientras Marchante y Sevilla, dos de los grandes candidatos al triunfo, apenas conseguían colar a un compañero.

Esa fue la primera clave de la jornada; la segunda, los dos pinchazos consecutivos que sufrió Arkaitz Durán y que dejaron a Saunier sin representación en cabeza de carrera; la tercera, la ventaja del grupo de fugados, que crecía kilómetro a kilómetro mientras en el pelotón, los hombres de Matxin no encontraban ayuda en su intento de echar abajo la escapada.

Se define la carrera

La definitiva llegó en la primera ascensión a Ixua, cuando se rompía el grupo de cabeza, que se redujo a ocho unidades: Paolo Longo, Matteo Carrara, José Miguel Elías, Isidro Nozal, Jorg Jaksche, David López, Rubén Plaza y Tino Zaballa. Un grupo fuerte, lo suficientemente numeroso como para tirar millas, con triple representación de Caisse d'Epargne y con cinco hombres a sólo 41 segundos del líder: sus tres compañeros, Jaksche y Elías. Faltaban aún más de sesenta kilómetros y cuatro puertos para alcanzar la línea de meta, pero los más de tres minutos de ventaja del grupo respecto al pelotón empezaban a hacer ya muy factible el vuelco en la clasificación general.

Por detrás, los Saunier no se resignaban, pero Marchante acabó por quedarse sin compañeros en un grupo cada vez más reducido -y en el que el líder necesitó incluso de la ayuda de su hermano Alexander, en Barloworld, para no descolgarse- y con una desventaja que, pese a ir reduciéndose, parecía más insalvable a cada kilómetro que se recorría. Y éso que por delante se dieron algunas circunstancias desconcertantes. Sobre todo, la responsabilidad asumida por Jorg Jaksche pese a la superioridad numérica de los hombres de Galilea. Lo cierto es que a éstos la jugada les salió redonda: permitieron el desgaste del que parecía el hombre más fuerte de la fuga cuyo trabajo, además, acabó de dar por buenas las diferencias.

No se fiaban, aún así, del corredor de Tinkoff con lo que, poco antes del último paso por Eibar, Tino Zaballa saltó del grupo. Y ya no volvió a ver a sus compañeros hasta la línea de meta de Arrate porque apretó en los pocos kilómetros de llano que restaban para dosificar después su ventaja en una ascensión que, como reconoció el propio corredor cántabro, no se le da nada bien.

Mientras Zaballa tiraba millas, por detrás no cesaba el movimiento. Samuel Sánchez, que había saltado en el descenso de Ixua, y Patxi Vila -que se cayó nada más cruzar la línea de meta, resintiéndose de las heridas que sufrió en el Giro-, que siguió su estela poco después, se esforzaban en atrapar a los fugados que, en las primeras rampas de Arrate, también se dividían como consecuencia del tirón del incansable Jaksche, al que sólo pudo seguir, y finalmente superar, Elías.

Pero todos esos movimientos habían llegado demasiado tarde. Zaballa mantuvo el ritmo a lo largo de toda la ascensión y pudo celebrar en Arrate su doble victoria.