Carlos Tena 2007/6/13. INSURGENTE
Manifestaciones
Da grima ver a tantos miles de almas bondadosas, teledirigidas por cuatro pastores que han callado, demostrando su cara más dura, cuando esas mismas organizaciones de masas lamen las posaderas de una terrorista mucho más peligrosa que Euskadi Ta Askatasuna: Condoleezza Rice (...).
En ese país sin Leyes que llaman España, salen a la calle miles de personas con el rictus de la falsa radicalidad en la boca. Quieren parecer pacifistas, y lo único que reclaman es que ETA deje las armas, mientras esas mismas siglas que les conducen por la senda de la inutilidad (PSOE, PNV, IU, etc.) callan y miran de reojo cuando una genocida como la enviada del mayor asesino del siglo XXI, George W. Bush, amenaza a los empresarios españoles que invierten dinero en Cuba o Venezuela y se permite, en el colmo de la desvergüenza, hablar de derechos humanos. Los que existen, por lo visto, en sus prisiones secretas bendecidas por los gobiernos ultraliberales de catorce estados europeos, tan modernos y democráticos ellos. Los de los presos de Guantánamo. Los de los miles de afectados por huracanes como el Katrina, por la pobreza, la miseria. Los de miles de niños, mujeres y ancianos en medio mundo, asesinados por las balas, bombas y misiles.
Un Hipercor a lo bestia, inmenso como las salvajadas que aún se exhiben en Bagdad, no afecta a esos dolidos militantes del PSOE, IU, CCOO, UGT o el PNV. (...)
Cuando de verdad se quiere, se ansia y se lucha por la paz; cuando en verdad se combate por la derrota de las armas, de la sangre, de la tortura, venga de donde venga, se condenan todas las violencias.
No me vengan, hipócritas dirigentes, con que el problema primordial de eso llamado España, es el terrorismo y la ETA. Esa mentira no se la creen ni en el Centro de Investigaciones Sociológicas. El mayor peligro es el silencio. La cobardía. La mentira constante a la que se somete al ciudadano. La desinformación. Ese es otro terror más abrumador que el de ETA. También yo quiero que se abandonen las armas. Pero no algunas, sino todas. Absolutamente todas. (...)