Cuando la división preside el objetivo de la UE de aumentar la competencia en recursos energéticos
La energía se ha convertido en una de las prioridades de la UE ante las crecientes dificultades de garantizar el suministro. A su progresiva dependencia del exterior se le suma, cada vez más, el aumento de la competencia por los recursos energéticos mundiales. Ahora busca la forma de incrementar su competencia en los mercados de gas y electricidad y de aunar las posturas de los 27 en este objetivo.
Los socios de la Unión Europea (UE) siguen sin ponerse de acuerdo sobre cómo alcanzar el objetivo común de introducir más competencia en los mercados del gas y la electricidad, principalmente por la oposición alemana y francesa a la separación patrimonial de las redes. La jornada dedicada a temas energéticos en el último Consejo de Transportes, Telecomunicaciones y Energía celebrado en Luxemburgo se convirtió en la expresión gráfica de ese alejamiento de posturas.
La Comisión Europea defiende la separación de la propiedad de las redes de gas y electricidad. El Estado español se encuentra entre los que respaldan la propuesta, que podría suponer la desmembración de las grandes compañías que mantienen el control sobre todo el proceso, como la alemana E.ON y la francesa EDF. De hecho, ésta es la situación actual del mercado español.
Entre los detractores de esta opción se encuentran Alemania, Estado francés y los países pequeños (que temen la entrada masiva en sus mercados), por lo que la Comisión Europea se encuentra ahora en una situación «muy difícil» para llevar adelante esta propuesta con su actual redacción, según admitió ante la prensa el comisario de Energía, Andris Piebalgs.
El ministro alemán de Economía y presidente de turno del Consejo, Michael Glos, explicó que su «impresión personal» es que cabría explorar una «vía intermedia», a través de la creación de un operador independiente del sistema. De este modo, en lugar de obligar a las grandes empresas a dividirse, solamente tendrían que ceder el transporte a un operador distinto de ellas, aunque conservarían la propiedad sobre la infraestructura.
Este planteamiento mejoraría el statu quo, pero produciría una legislación más detallada y costosa, sería menos eficaz y su efecto sería menor en lo que se refiere a los desincentivos a la inversión en las redes, según el Ejecutivo comunitario.
La opción preferente para el Ejecutivo de los 27 es que los gestores de redes fueran propietarios de los activos de transporte y al mismo tiempo explotaran la red, sin que las compañías de suministro o generación pudieran tener una participación significativa en los mismos.
Ahora la Comisión deberá estudiar para después del verano las dos alternativas principales, tanto en lo que se refiere a las redes de electricidad como a las de gas, para presentar una nueva propuesta ante los países.
La decisión más importante y constructiva se tomó al margen del Consejo y tiene que ver con que Alemania, Estado francés, Bélgica, Holanda y Luxemburgo dieron el primer paso para conectar sus mercados de electricidad, con lo que comenzarán a gestionar los suministros y compras energéticas conjuntamente en 2009.
Cinco mercados conectados
Representantes de estos cinco estados firmaron, durante la celebración en Luxemburgo del Consejo de Energía, Transportes y Telecomunicaciones, un memorándum de entendimiento para crear así el mayor mercado integrado de la energía en Europa.
El comisario europeo de Energía, Andris Piebalgs, consideró en un comunicado que «la configuración de mercados regionales va en la dirección correcta para alcanzar el futuro mercado único europeo de la energía, que incrementará la seguridad de suministro y atraerá las inversiones en capacidad de generación e infraestructura».
El Estado francés, Bélgica y Holanda ya habían conectado sus sistemas el pasado mes de febrero, con lo que ahora Alemania y Luxemburgo empezarán a disfrutar de ventajas como la convergencia de precios que ya han experimentado los primeros. La intención es que este mercado pentalateral se asocie más adelante a las regiones nórdicas e ibéricas, que en estos momentos se dirigen, a su vez, hacia una mayor integración.
Además, gracias a la conexión con Alemania, se facilitará la posible llegada de una red cada vez más amplia hasta los países bálticos. Estos acuerdos tienen como primer resultado que los territorios aprovechen los superávit de energía que puedan darse en cada uno de los otros estados asociados.
De otro lado, el acuerdo alcanzado supone utilizar la electricidad más barata, allá donde se genere y cuando se genere, y optimizar el uso de las redes de transmisión. No obstante, no significa cambios significativos en las legislaciones nacionales, toda vez que seguirán existiendo mercados legalmente separados.
Otra de las cuestiones que preocupa sobremanera a los Veintisiete son las relaciones exteriores en energía, en especial por los problemas con Rusia, su principal suministrador. Sobre este asunto, Glos habló primero como presidente del Consejo, al expresar su solidaridad con los Estados miembros que han sufrido las represalias energéticas de Moscú. Pero a continuación quiso expresarse «como ministro alemán», momento en el que se refirió en términos elogiosos al papel de Rusia y recordó que este suministro no ha faltado en Alemania «ni en las peores épocas de la guerra fría», excepto «cortes puntuales» hace un año, precisó.
El déficit por la compra y venta de productos energéticos en la Unión Europea (UE) aumentó un 51% en 2005 con respecto al año anterior, hasta 224.695 millones de euros, según datos de la Oficina Estadística Europea.
Las importaciones energéticas de los Veinticinco crecieron una media del 11% al año entre 2000 y 2005, hasta alcanzar en este último año un importe de 268.928 millones de euros, impulsadas por los importantes incrementos registrados en los países Bálticos, Bélgica y Gran Bretaña.
En el caso del Estado español, la compra de energía aumentó una media del 9,9% anual en el citado periodo, en el que todos los países de la UE, excepto Malta, tuvieron que aumentar sus importaciones en ese sector. El Estado español tuvo en ese año un saldo negativo de 24.784 millones de euros, el cuarto más alto de la UE tras Alemania, Italia y Estado francés.
Las importaciones europeas de energía proceden principalmente de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), el 31% del total, seguida de Rusia (27%) y Noruega (15%). Sin embargo, entre 2000 y 2005 otros países aumentaron de forma importante su cuota en el mercado europeo, en especial, Bielorrusia, con un incremento medio del 50% anual, aunque sólo suponen todavía el 1% del total.
Las compras a Kazajistán crecieron el 27%, hasta representar el 3% del total, y a Angola y los Emiratos Árabes Unidos subieron el 22%, hasta el 1% en los dos casos. Las adquisiciones a Rusia, el tercer mayor socio comercial de la UE, crecieron también un 16% de media anual, mientras que disminuyeron las importaciones procedentes de Irak (-11%) y Siria (-4%), con lo que alcanzaron una cuota en ambos casos del 1%.
Por productos, el petróleo y sus derivados supusieron en 2005 el 77% de las importaciones de energía, mientras que el gas natural representó el 13% y el carbón el 5%. Las exportaciones energéticas de los países de la UE también crecieron, hasta alcanzar en 2005 un valor de más de 44.232 millones de euros, seis veces inferior al de las importaciones.
Estados Unidos fue el principal comprador, con un 36% del total de las exportaciones, seguido por Suiza (10%) y los países de la OPEP (7%).
El déficit por la compra y venta de productos energéticos en la UE aumentó un 51% en 2005 con respecto a 2004, según el último dato de Eurostat.