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ANÁLISIS

La derecha se halla más sola

La falta de pactos globales entre las direcciones de los partidos ha impedido componendas tan alejadas de la voluntad ciudadana expresada en las urnas como las que excluyeron en otras ocasiones a la izquierda abertzale de las alcaldías -antes de la aplicación de la Ley de Partidos- o las que llevaron a PSOE y PP a apoyarse mutuamente hace cuatro años en muchos municipios vascos. Con un mapa municipal muy complejo, y con circunstancias tan dispares en cada convocatoria, resulta llamativa la pérdida de gestión institucional que han sufrido PNV, UPN y PP. En Nafarroa sucedió lo previsto, mientras que la dirección jeltzale mostró poca cintura para encajar golpes que no esperaba.

Txisko FERNÁNDEZ

La derecha vasca que representa el PNV y la derecha españolista que encarnan PP y UPN vieron ayer cómo una sustancial parte de su «negocio» institucional se les escapaba de las manos. Sin minusvalorar la supremacía que mantiene el PNV en Araba, en Bizkaia y, aunque en menor medida, en Gipuzkoa, lo que ocurrió en la constitución de los ayuntamientos -no cabe olvidar la falta de legitimidad que aún persiste en muchos de ellos por la aplicación del apartheid político- ha tenido que dejar un sabor muy amargo en la dirección jeltzale.

Además de «perder» alcaldías como la de Arrasate, Bergara o Elorrio por la restitución oficial de la representación de la izquierda abertzale, los jeltzales se han visto fuera del poder en municipios como Aretxabaleta, Azpeitia y Zumaia, en Gipuzkoa; Lesaka, en Nafarroa; Basauri, Busturia, Gautegiz-Arteaga, Gorliz, Igorre, Muskiz, Plentzia y Sestao, en Bizkaia; Lantziego, Legutio y Moreda, en Araba. Y esta lista sería más larga si se añadieran las localidades en que el PNV ha accedido al sillón del primer edil gracias a la ilegalización, como Urkabustaiz o Ibarra. Ciertamente, no todo ha resultado negativo para el partido que dirige Josu Jon Imaz, que suma a sus tradicionales alcaldías las de Dulantzi, Mañueta, Gaubea, Tafalla, Oion, Guardia y Santurtzi.

Pero en el panorama global, se ve a un PNV menos acompañado que nunca. En los últimos días, hay quien ha interpretado esto como el reflejo de esa supuesta división interna que planea por los medios de comunicación desde que se celebraron, hace ya más de tres años, las elecciones internas que pusieron a Imaz en la cabeza del EBB en detrimento de Joseba Egibar. No obstante, aceptar esa premisa sería tanto como minimizar la actitud de EA y EB, que han soltado una parte del lastre que les imponían las «concesiones» recibidas de manos jeltzales en compensación por apuntalar el Gobierno de Ibarretxe. Lo que queda por resolver es si estos movimientos responden a la autonomía de cada formación o son una manera de anticiparse a un futurible pacto PNV-PSE que deje a los socios minoritarios del tripartito de Lakua sin capacidad de maniobra.

De todas formas, el amargor se hizo patente en el comunicado que el PNV emitió a media tarde, en el que advirtió a EA y EB de que actuará «en consecuencia» en próximas fechas ante «el incumplimiento» de un supuesto compromiso para respetar las listas más votadas.

El «tripartito navarro» ha comenzado a caminar cojeando, primero con el fraude cometido por el PSN en Iruñea al deseo mayoritario de la ciudadanía de respirar nuevos aires, y después reduciendo el ya exiguo pacto municipal suscrito el viernes. En apenas 24 horas, los seis municipios objeto del acuerdo quedaron reducidos a cuatro, ya que PSN e IUN no concedieron su apoyo a NaBai en Altsasu -aunque logró la alcaldía sin problemas- y los representantes de esta coalición en Atarrabia no se sienten obligados a respetar ningún acuerdo de gobierno previo.

Eso sí, la entente PSN-NaBai-IUN funcionó donde su objetivo era más ambicioso, al arrebatar a UPN las alcaldías de Barañain, Burlata, Zizur Nagusia y Erriberri, donde el partido de Miguel Sanz había sido la lista más votada. Algo similar le ha ocurrido al PP en su feudo alavés, en Errioxa, donde -a través de diferentes pactos en los que están implicados PNV, PSE, EB y grupos independientes- ha sido desbancado de cuatro alcaldías.

El PSOE se recupera de la estrepitosa caída que sufrió hace cuatro años y en esta legislatura logra gobernar ayuntamientos relevantes como Sestao (PSE) y retiene Burlata (PSN). Sin duda, es Patxi Lazcoz quien ayer asumió la imagen triunfalista de los «socialistas», al acceder a la Alcaldía de Gasteiz tras un significativo abrazo con su predecesor, Alfonso Alonso. Abre el camino por el que el PP también abandonará, más que probablemente, la Diputación de Araba.

Sartaguda es también parada obligada en este análisis, aunque sólo sea para citar al secretario de Política Municipal del PSOE, Álvaro Cuesta. «Quien se ha comportado de esa manera no merece llamarse socialista», espetó dirigiéndose al nuevo alcalde a través de la distancia que facilitan los medios de comunicación. Sin duda, este político y abogado no sería capaz de sostener la mirada de las vecinas y vecinos de Sartaguda.

Con menos concejales que gestionar, EA, EB y Aralar han optado por hacer sus cuentas pueblo a pueblo. Como anécdota, al margen de sus pactos con el PNV en Bilbo y con el PSE en Donostia resulta significativa esa pasión de Javier Madrazo por acaparar imagen mediática que le llevó a presentarse en Mañueta para hacer sombra al único alcalde de EB.

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