Los empresarios de la UE someten a los migrantes «a los peores trabajos»
La Fundación de Dublín constata, en un informe que ha realizado entre los veintisiete estados de la UE que los migrantes sufren peores condiciones laborales, salariales y de seguridad y salud en el trabajo que el resto de los trabajadores. Esta discriminación se extiende al conjunto de los estados. Llama la atención por la falta de actuación de la Inspección de Trabajo en el Estado español, donde «aumentan los inmigrantes ilegales, lo que beneficia a los empresarios».
Juanjo BASTERRA | BILBO
Un informe de la Fundación Europea para la Mejora de las Condiciones de Vida y Trabajo, conocida por Fundación de Dublín, constata el papel imprescindible que los doce millones de migrantes ocupados tienen en el desarrollo económico de la UE. Según los datos que aporta, en la última década se ha incrementado el número de europeos que emigran dentro de la UE y los que llegan desde el exterior en un 20,2% respecto a la anterior período, aunque en el último quinquenio aumentó esa tasa por encima del 26,1%.
En este caso, el informe destaca la influencia directa positiva sobre las economías de Irlanda y del Estado español. Pero también llama la atención, porque la mayoría de los migrantes, de fuera y de dentro de la UE, trabajan en condiciones laborales peores que el resto de los nativos y, porque perciben salarios más bajos, que se sitúan entre una banda inferior del 15% y el 35%, lo que en la práctica beneficia de forma directa a los empresarios, que en la última década están logrando los mayores beneficios de la historia.
El estudio de la Fundación de Dublín reconoce la cualificación de una parte muy extensa de los inmigrantes, pero, a su vez, explica que otros muchos, que no han sido afortunados en la formación profesional, «sufren discriminación en todos los ámbitos» y pasan a «engrosar la economía sumergida», lo que les deja prácticamente sin futuro debido a que «los abusos de los empresarios tienen una incidencia mucho mayor en los emigrantes, muchos de ellos sin legalizar su situación».
Desempleo más alto
En la mayoría de los países que integran la Unión Europea, los inmigrantes «se encuentran con índices de desempleo más elevados», «tienden a ser segregados en ocupaciones de bajo nivel de experiencia», lo que conlleva unas condiciones «de un riesgo elevado en condiciones de trabajo dañinas para su salud. Trabajan más horas y lo hacen en jornada nocturna y en fines de semana, lo que les perjudica más a su salud», según indica el estudio. También sufren «los empleos peor pagados» y con «unas perspectivas de movilidad profesional negativas», lo que dificulta su futuro.
Además, como resume a modo de conclusión el informe, los inmigrantes «sufren discriminación en el lugar de trabajo, tanto por parte de los superiores jerárquicos o sus colegas, como de sus clientes».
En el estudio, Maurizio Ambrosini, de la Universidad de Milán, y Carlo Barone, de la Universidad de Mannheim, expre- san que «las desventajas experimentadas por los trabajadores emigrantes representan un desafío importante para las política de mercado social y de trabajo en Europa». Ambos subrayan que no es tolerable que ocupen las franjas de desempleo más altas y que les segreguen a los «empleos que requieren mayor esfuerzo y riesgo». Constatan, por otro lado, que hay algunos ejemplos en Noruega, Suecia y Gran Bretaña, donde «se están abriendo perspectivas positivas, ya que se tiende a contratar mano de obra cualificada emigrante para ejercer determinados empleos».
Sin permiso de trabajo
Sin embargo, Ambrosini y Barone establecen que «las condiciones de trabajo de los emigrantes están ligadas a la obtención de un permiso de trabajo, en países en donde hay escasez de mano de obra. Los más perjudicados, de hecho, son los que se encuentran sin permiso». En este caso, los dos profesores universitarios exponen en el estudio de la Fundación de Dublín que «muchos países de la Unión Europea son renuentes a recibir trabajadores emigrantes», por lo que reclaman que sería necesario «ajustar las reglas de permisos de entrada y de trabajo a las condiciones reales de la demanda de trabajo, que es muy elevada en este momento».
En el informe se explica la situación en general, pero se alerta en el caso del Estado español de que «se está produciendo un aumento de la inmigración ilegal, que tiene un efecto negativo sobre la explicación de la delincuencia y del trabajo».
En este caso, la Fundación de Dublín expresa que «la densidad baja de la mano de obra española, especialmente entre inmigrantes, supone una ventaja económica para que los patrones empleen a trabajadores ilegales». Critica de forma abierta que existe «un escaso control» por parte de la Inspección de Trabajo, lo que «impulsa a los empresarios a cometer irregularidades con la mano de obra extranjera». En el Estado francés, el problema de la inmigración y la discriminación de empleo mantiene un proceso de protestas casi continuo en París.
Empleos que son rechazados
El estudio confirma que «los salarios de los trabajadores emigrantes son más bajos que el de los nativos». Según los datos que aporta por países, la banda salarial de la discriminación se sitúa entre el 15% y el 35%. En Austria, se reconocen esos extremos y se aduce que se debe a que los emigrantes están empleados en sectores «debajo poder salarial».
En Bélgica, la República Checa, el Estado español, Italia y Chipre se indica que «hay un acercamiento mayor de salarios», pero se reconoce que «perciben menos, porque la mayoría se emplea en profesiones de baja cualificación y sectores de baja productividad, como la Agricultura y el Servicio Doméstico». En Dinamarca, los ingresos de los emigrantes también son desiguales, porque, según indica el estudio, «los extranjeros son jóvenes y se emplean en sectores donde los jóvenes tienen bajos salarios». En Grecia, señala que la discriminación salarial afecta más a las mujeres emigrantes, que «tienen trabajos peor pagados».
El informe, no obstante, constata que muchas de las diferencias salariales se producen no sólo por esa discriminación hacia los emigrantes, sino porque en el propio país hay diferencias elevadas. Sin embargo, la Fundación de Dublín precisa que en muchas empresas «se actúa de manera sutil para llevar adelante la discriminación» y advierten de que, a menudo, los emigrantes utilizan contactos de sus compañeros para establecerse en un trabajo «lo que les lleva siempre a los de peor salario y condiciones de trabajo».
Pero la discriminación no sólo se produce entre las profesiones menos cualificadas, sino entre quienes cuentan con «una formación académica». Así relata que «en la República Checa, en Francia, Holanda y España el número de barreras burocráticas, que se imponen, hace difícil que los emigrantes accedan a puestos en el sector público».
Más accidentes de trabajo
También los problemas se reproducen en las situaciones de riesgos y accidentes en el trabajo. «Son preocupantes», precisa el informe, ya que en Austria el 37% de los trabajadores emigrantes se siente afectado por malas condiciones de salud en el trabajo frente al 16% de los trabajadores autriacos.
En el Estado español, los datos revelan que los extranjeros sufren un 30% más de accidentes de trabajo y en Italia hay un accidente de trabajo por cada 23 trabajadores, pero los extranjeros sufren un accidente por cada 16. En Holanda, les someten más a prolongaciones de jornada y trabajos nocturnos
En la actualidad el auge de la emigración tiene un efecto positivo sobre la economía. Rickard Sabadell, del Instituto Elcano, afirma que los países afectados «se benefician por un mayor crecimiento económico que sin ella». Ese elemento de análisis se ha comprobado en el Estado español. Los movimientos migratorios entre 1960 y 2005, según la ONU, generaron un incremento de 75 millones de personas, hasta los 191 millones a nivel mundial, el equivalente al 3% de la población. Se trata de dar el salto a una vida mejor. Los últimos datos de la Seguridad Social, referidos al mes de abril, muestran que en Hego Euskal Herria se encuentran afiliados 52.536 extranjeros, lo que supone un incremento interanual próximo al 12% en Araba, Bizkaia, Gipuzkoa y Nafarroa. Según datos recientes de Adecco, casi la mitad de los inmigrantes que buscan empleo «son jóvenes entre 26 y 35 años», lo que representa el 52,91% del total. Con esos datos, el 78,5% corresponden a hombres y el 21,5% a las mujeres. Por sectores, en Hego Euskal Herria, los emigrantes se emplean en un 64,3% en la Industria, 25 puntos por encima del Estado español.
Los trabajadores extranjeros sufren peores condiciones de seguridad y salud en el trabajo, ya que cuentan con un 30% más de probabilidades de sufrir un accidente en la mayoría de los estados europeos, salvo excepciones.
Otro de los problemas que se advierte en el estudio sobre la importancia de la emigración en la economía y las empresas europeas es que hay un nivel escaso de sindicación, por lo que su nivel de desprotección es mayor. Sólo destacan experiencias en Dinamarca, Hungría, Polonia y Gran Bretaña.
El estudio llama la atención ante la falta de actuación de la Inspección de Trabajo en el Estado español para controlar a los «sin papeles», porque ese hecho beneficia a los empresarios para hacerles trabajar más por menos salario, debido a la desventaja legal que presentan.
La Fundación de Dublín cree que debe ser necesario armonizar una legislación que permita la entrada de emigrantes en base a la demanda de trabajo que exista. Cree que los trabajadores de otros países han contribuido al crecimiento económico de Europa.
En 2006, las remesas enviadas por los inmigrantes que viven en el Estado español alcanzaron los 6.807 millones de euros, una cantidad muy importante y que genera una batalla entre las remesadoras y las entidades financieras por hacerse con ese mercado. Los emigrantes no sólo están explotados en muchos de los trabajos que realizan, sino que después, una parte de los ahorros que reenvían a sus familiares va a parar a los bolsillos de las entidades financieras
Un negocio que, desde luego, llama la atención. Desde 1999, el envío de ahorros se ha multiplicado por siete, según el Banco de España. En 1999 fueron 910 millones de euros, en 2003 alcanzaron los 3.475 millones y en 2005 se situaron en los 4.936 millones, para llegar el año pasado a los 6.807 millones. Esta semana se ha sabido que BBK ha gestionado seis millones de euros en remesas.
Según indica la entidad que preside Xabier Irala, los clientes extranjeros de BBK equivalen al 73% de la población foránea censada en Bizkaia. En tres años de actividad del servicio de envíos, ha gestionado un total de 6,1 millones de euros, con un importe medio por remesa de 682 euros. «En la actualidad, la entidad oferta este servicio a un total de 14 países, tras la reciente incorporación, a finales de mayo, de Cuba, Mali y Senegal».
Un estudio que realizó el Ministerio español de Economía sobre las remesas enviadas a Latinoamérica indica que acapararon el 70% de los envíos, como lo certificó el jefe de la división de Economía Internacional del Banco de España, Enrique Alberola. El 35% de los mismos obtiene unos ingresos anuales inferiores a 10.000 euros y otro 48% no sobrepasa los 20.000 euros al año de salario. Un dato llamativo es que el 42% de quienes no superan los 800 euros al mes de salario cuentan entre 18 y 34 años, mientras que el 64% de los que tienen más de 35 años percibe un salario por encima de los 1.000 euros al mes. Los trabajadores inmigrantes perciben una media del 20% más que las trabajadoras. Con esos salarios, trasfieren un promedio de 833 euros al año. Los datos del estudio indican que desde Hego Euskal Herria se enviaron en los últimos doce meses un total de 172 millones de euros. Se calcula que los inmigrantes latinoamericanos envían un 15% de sus ingresos.