Koldo LANDALUZE

El principal punto de interés de este filme radica en comprobar el punto de vista aportado por el cineasta Todd Robinson a una historia que cuenta con dos excelentes versiones anteriores: la mítica ‘‘Los asesinos de la luna de miel’’, dirigida por Leonard Kastle en el 70 y ‘‘Profundo carmesí’’, rodada en el 96 por el mexicano Arturo Ripstein. Teniendo en cuenta estos dos antecedentes, Robinson lo único que aporta es un justificable toque «sentimental» a esta crónica negra que protagonizaron la letal pareja real que, a finales de los años 40, formaron Raymond Fernández y la oronda Martha Beck ya que el cineasta ha justificado la realización de esta tercera adaptación gracias a los lazos sanguíneos que le unen a su abuelo Elmer C. Robinson, el policía que persiguió a la pareja de sicópatas.
Dejando a un lado esta coartada «sentimental», ‘‘Corazones solitarios’’ se muestra como un producto endeble y extremadamente chirriante por culpa de uno de los peores castings que uno pueda recordar. En momento alguno el espectador se identifica con unas caracterizaciones tan metidas con calzador como las que han tenido que afrontar Jared Leto y Salma Hayek en su intento por dotar de vida y desesperación criminal a la pareja Fernández-Beck.
Aunque, y siendo justos, lo mismo se podría decir del rol estelar que perpetra John Travolta a la hora de lucir el sombrero del detective de homicidios Elmer C. Robinson. La inapropiada elección del trío protagonista lastra por completo un conjunto muy endeble y sustentado en una trama endeble que pretende recuperar los aromas del cine negro clásico.
Precisamente, este es el único punto de interés que aporta este trabajo: su buena ambientación que recrea la escenografía penumbrosa de los callejones y la desaprovechada presencia de un James Gandolfini merecedor de acaparar la pantalla por completo y no sólo a ramalazos. ‘‘Corazones solitarios’’ se amolda al estilo narrativo de esos productos catódicos con empaque visual pero, carentes de garra y ritmo narrativo.

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