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ANÁLISIS

El PNV aprovechará «la traición»

A corto plazo, que EA haya ayudado a desplazar al PNV de algunas alcaldías debilita su posición negociadora en Gipuzkoa. A más largo plazo, lo ocurrido puede servir de munición a quienes en el PNV no ven futuro al tripartito

Iñaki IRIONDO

Cuando se acercan las elecciones municipales y hasta el día de las votaciones, los partidos insisten en que lo local debe primar sobre lo general, pero una vez pasadas, las ejecutivas tratan de atar en corto a sus concejales con pactos en las alturas. En algunas localidades como Zumaia, Azpeitia, Gorliz o Muskiz lo local se ha impuesto provocando una crisis general de confianza entre PNV y EA.

Al lehendakari, Juan José Ibarretxe, le tocará estos días templar gaitas entre su partido, el PNV, y su socio de coalición, EA, formación que en algunos momentos difíciles le ha mostrado más apoyo público y solidaridad que el EBB. Y hoy la portavoz del Gobierno de Lakua, Miren Azkarate, tendrá que recurrir a la retórica para tratar de poner al Eje- cutivo autonómico por encima de la marejada que ha suscitado que los votos de EA le hayan privado al PNV de acceder a la alcaldías de Muskiz, Gorliz, Areaga y Busturia, en Bizkaia; de Azpeitia y Zumaia, en Gipuzkoa; y de Lesaka, en Nafarroa. Si se analiza lo ocurrido en estas localidades caso por caso se verá que en muchos de ellos el enfrentamiento entre PNV y EA venía de lejos y que los aspectos locales han influido más en las decisiones que las consideraciones generales de los partidos. Pero el pasado sábado el portavoz del EBB, Iñigo Urkullu, ya dejó claro que en su partido no están para disquisiciones de ese tipo y que «no cabe hablar de la actuación de unos ediles sino de EA en conjunto», lo que, señaló, «tendrá consecuencias». La Ejecutiva de EA decidió ayer llamar a los díscolos para escucharles y hacerles cumplir las directrices de respetar la lista más votada.

Llamativamente, aunque el territorio más afectado por la actuación de los ediles de EA ha sido Bizkaia, los focos se han centrado en Gipuzkoa. De Lesaka ni se habla, ya que sería entrar en una disputa entre socios de Nafarroa Bai.

¿Qué hace distinto lo ocurrido en Gipuzkoa de lo ocurrido en Bizkaia? Para empezar, que la dirección regional de EA ha reaccionado con prontitud para desautorizar a sus electos en Zumaia y en Azpeitia. Al primero le exigen su dimisión y a los segundos, la presentación inmediata de una moción de censura contra un alcalde que todavía no ha tenido tiempo ni de hacer algo que pueda ser censurable.

No va a ser fácil que las directrices que puedan marcar la dirección guipuzcoana o la nacional de EA sean atendidas a ras de pueblo. Por ejemplo, Iñaki Agirrezabalaga, nuevo alcalde de Zumaia, dice no haber cometido ninguna falta. Joseba Azkarraga, desde la Ejecutiva Nacional, le recuerda que se hizo llegar a todos los electos la orden de respetar la candidatura más votada en caso de que fuera del PNV. El secretario institucional de EA de Gipuzkoa, Iñaki Sagarzazu, acusa a su compañero de partido de haber «tomado parte en una estrategia negociadora para desbancar al PNV» de la alcaldía.

Pero en Zumaia, probablemente, tengan más en cuenta que el 16 de febrero de 2006 fue el PNV quien decidió romper la coalición de gobierno, por «graves diferencias» con EA «a la hora de entender la política urbanística» del municipio. Y el hoy alcalde respondió que no sólo eran diferencias urbanísticas, sino también «de gestión», por ejemplo con respecto a las actividades de la empresa Zumaia Lantzen. Y ya entonces tanto EB como EA coincidieron en acusar al gobierno municipal del PNV de «falta de transparencia».

También en Azpeitia, municipio de tradicional hegemonía jeltzale, ha habido sus más y sus menos entre PNV y EA. El propio candidato jeltzale, Julián Eizmendi, ha hablado de «divergencias fuertes» durante la pasada legislatura.

Pero la inmediata reacción de la dirección guipuzcoana de EA probablemente tenga más que ver con su negociación para la conformación de la Diputación Foral de Gipuzkoa. Con una inteligente gestión de sus encuentros y declaraciones, Iñaki Galdos había conseguido elevar la cotización de sus siete junteros, imprescindibles para que Miguel Buen o Markel Olano puedan ser investidos como diputado general con ciertas garantías. Los coqueteos iniciales de EA con el PSE le habían puesto en una buena posición de salida para el inicio de las negociaciones en serio, que finalmente decidieron que fueran con el PNV.

Ahora la dirección guipuzcoana de EA sabe que el PNV le va a hacer pagar en la mesa de negociaciones lo ocurrido en Zumaia y en Azpeitia. Ahora Iñaki Galdos tiene una pequeña deuda con Joseba Egibar que el viernes pasado no tenía. El presidente del GBB ha aceptado las disculpas de Galdos y la confesión de que no han podido controlar la situación, pero deja caer que «curiosamente, en estas situaciones el PNV siempre controla a su gente. Yo he tenido también peticiones de desplazamientos, pero nosotros siempre amarramos a la gente».

Lo ocurrido en Bizkaia, aunque tenga menor repercusión pública, tampoco lo va a dejar pasar gratis el PNV o, al menos, el sector del partido que con menos entusiasmo ve la apuesta por el tripartito en el que sigue empeñado el lehendakari. Aquí el cobro puede ser a más largo plazo.

Determinados ámbitos del PNV vienen arrastrando desde hace tiempo la queja de que EA obtenía de la coalición con los jeltzales una cota de poder institucional superior a su peso electoral. Los resultados de las elecciones autonómicas de 2005 (la coalición perdió cuatro escaños, todos ellos correspondientes al PNV) conllevaron que esas quejas se hicieran más sonoras. La ruptura de la coalición para los comicios municipales y forales calentó los deseos de revancha. Lo ocurrido el sábado en Bizkaia y Gipuzkoa ha hecho que haya militantes y cargos jeltzales que reclaman que EA sea expulsada del Gobierno de Lakua y se mofan sin disimulo de que el tripartito pueda ser considerado «eje de la política vasca», como gusta de decir el lehendakari.

A nadie se le escapa que al margen de los bajos instintos a los que dan rienda suelta algunos militantes, en ámbitos más altos del PNV hay un sector que puede aprovechar estos incidentes locales para reforzar su mensaje en favor de buscar acuerdos con el PSE. No deben echarse en saco roto las declaraciones del portavoz del EBB, Iñigo Urkullu: «Tras la actitud de EA, el PNV es libre para hacer la política que estime oportuna».

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