La distorsión que el interés puede llegar a provocar en el ser humano es de tal intensidad que, como le ocurriera al bueno de Don Quijote, ve monstruos donde sólo hay odres de vino o gigantes donde molinos. O eso o un compulsivo deseo y necesidad de mentir lleva a algunos a escribir cosas como las que ayer publicaba el editorialista de «El país». Hablaba el personaje de «los episodios ocurridos en los municipios vizcaínos de Ondarroa y Mendexa» y señalaba que allí «los radicales abertzales han impedido por dos veces la formación de sus respectivos consistorios». Se refiere a la inasistencia de los concejales de PNV Y EA. Según el escribiente de Prisa lo allí acontecido «son claros atentados contra la democracia y reflejo del miedo que se vive en muchas partes del País Vasco frente al matonismo de la minoría violenta». Lo que llama «minoría violenta» es la mayoría absoluta de votos. Critica también a PNV, EA y EB por no tomar posesión de los escaños que no les correspondían, «ante el alborozo y chulería de los militantes de Acción Nacionalista Vasca». Ya ven que el grado de distorsión de la realidad es importante.

Las loas son para el PP: «En Ondarroa sólo ha osado ocupar su escaño el representante del PP en un gesto, sin duda, valiente». Obvia agregar que, además, ha demandado la presidencia de la gestora que allí se cree... con un solo concejal. Esa es la curiosísima concepción de la democracia que impera en España. Pese a que la anomalía quede parcialmente subsanada con la formación de gestoras, todo ello augura intolerancia no sólo allí, sino en el resto de la treintena de ayuntamientos donde la izquierda abertzale gobernará gracias a ANV tras las elecciones del 27-M.

Y como a la inmensa mayoría no les ha parecido mal que los que no estaban legitimados evitaran el fraude masivo, el editorialista de Polanco se indigna: «Esa fría actitud resulta bastante decepcionante y contribuye bien poco a rebajar el envalentonamiento de quienes son maestros de los métodos mafiosos e imponen su credo a través del atropello y la amenaza con el falso argumento de que la población les respalda». El «falso argumento», dice. Será que no ha repasado los fríos datos electorales.

Y para concluir, sentencia el distorionado (o distorionador) que «Todos estos hechos constituyen las consecuencias más incómodas que ha supuesto la presencia de ANV en la cita del 27-M (más el rédito que de ello puedan obtener Batasuna y ETA) después de la prohibición de la mitad de sus listas por parte del Supremo y del Constitucional, atendiendo las peticiones del fiscal general del Estado». La realidad es lo que les incomoda.