Está a punto de cumplir los 21 años -en plena vorágine sanferminera, el día 11- y ya tiene un «valor» de más de dos mil millones de las antiguas pesetas. Es el traspaso más elevado que va a ingresar Osasuna en toda su historia y sin ningún conflicto de por medio. Así es Raúl García, un chaval de club, que lo da todo en el campo y que, como es su carácter personal, se marcha sin armar ruido.

Ziganda eludió a propósito incluirlo en el once y no fue uno de los recambios para evitarle conflictos en un partido en el que el que ahora es su equipo se jugaba participar en la Copa de la UEFA. En su despedida pública, el de Zizur Nagusia entendía la postura de su hasta ahora técnico -«Cuco me debe una», dijo en tono de broma-, «porque era una situación complicada, aunque te da pena no despedirte del público, pero lo hacía pensando en protegerme, como lo ha hecho todo este tiempo la gente del club».

El canterano no quiso individualizar sus agradecimientos en personas concretas por su trayectoria rojilla desde niño, sino que centró su gratitud «en todo Osasuna, que es un club por encima de todo y en el que nadie tiene más importancia que otro. Le estoy agradecido a la entidad porque me ha dado la oportunidad de salir y progresar».

Así, recordó cómo «hace tres años estaba en el equipo juvenil y no pensaba que a estas alturas estaría aquí, porque todo ha sido muy rápido». Un vertiginoso ascenso que necesita de una cabeza bien amueblada para asimilarlo, de ahí que «me mantenga sereno porque, si no, me volvería loco».

Tímido por naturaleza, Raúl García restó importancia a todos los elogios que se le han venido dedicando en estos pasados días, justificados por su comportamiento como jugador y persona. «Es de agradecer, pero me parece un poco exagerado porque no he hecho sino lo que considero es algo normal», especificó.

Como de bien nacidos es ser agradecidos, el pivote confesó que si la próxima temporada anota un gol en El Sadar no lo celebrará «por respeto», que se ha hecho socio de Osasuna y que, aprovechando la intervención previa del máximo dirigente rojillo, Patxi Izco, en la que le indicó que tenía abiertas las puertas del club a un futuro regreso, no descarta su vuelta, «quizás cuando sea el centenario», bromeó.

«La presión de un grande»

Raúl García, quien ha sido el futbolista rojillo que de más minutos ha dispuesto tras Ricardo y Corrales, también se refirió al pago realizado por el Atlético de Madrid para su fichaje -el más alto de la historia osasunista-, del que dijo que «si supieras lo que realmente pienso..., pero ese es el precio, no hay que darle más vueltas».

Respecto a su nuevo destino, el centrocampista valoró que no se le haya criticado por irse a uno de los rivales menos queridos por la hinchada y desveló que en torno a su nuevo equipo «se respira la presión de un club muy grande, pero me ha gustado lo que he visto». Su presentación han sido «dos días de locura» y asumió que en el Atlético confían en que «la gente nueva aportemos cosas».

Tuvo, por último, también algunas palabras hacia quien ha sido hasta ahora su afición, de la que dijo que «le estoy muy agradecido. Es cierto que me he cogido algunos rebotes en ciertos partidos, pero incluso en los momentos malos ha estado ahí, lo mismo que en algunos desplazamientos».