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Tensión en el XII aniversario de la masacre de Srebrenica

Después de 12 años, prosigue la lenta exhumación de los restos de los miles de bosnios masacrados en el genocidio de Srebrenica por las milicias serbias. La conmemoración anual llega esta vez cargada de tensión. Sus familiares exigen que el enclave sea arrebatado de las manos de los herederos de sus verdugos, la actual república Serbia de Bosnia.

Dabid LAZKANOITURBURU

Los restos de otras 465 víctimas de la masacre, entre 8.000 y 12.000 varones de entre 13 y 77 años, serán enterrados hoy en el cementerio-memorial de Potocari, cerca de Srebrenica. Estas víctimas, exhumadas de fosas comunes, han sido identificadas a través de análisis de ADN desde el anterior enterramiento colectivo, en julio del pasado año, de otros 505 cadáveres.

Decenas de miles de bosnios asistirán al acto, que será vigilado por más de un millar de policías, después de que fuera calificado como un evento «con riesgo de seguridad elevado» con motivo de la reciente crisis entre los dirigentes del Ente Serbio de Bosnia (República Srpska, SR) y los líderes de la comunidad bosnia con motivo del estatus de Srebrenica y el control del cementerio-memorial de Potocari.

La población bosnia exige un estatus especial para Srebrenica y su separación de la SR. Y es que, en clara muestra de la «efectividad» de este tipo de «soluciones finales», el enclave de tan infausto recuerdo está en manos de los herederos políticos de los verdugos. En virtud de los Acuerdos de Dayton, que consagraron la partición de la República de Bosnia para poner fin a tres años de agresión serbia -y en sus inicios también croata-, Srebrenica forma parte del territorio que los mediadores occidentales otorgaron a los serbios de Bosnia.

Los dirigentes bosnios denuncian que la pervivencia de esta situación supone la consagración de aquella matanza y una última ofensa a las víctimas. No obstante, su petición ha sido criticada por la Administración de la ONU, que mantiene prerrogativas cruciales en el devenir político de esta desgajada república ex yugoslava.

No obstante, y quizás en un intento de acallar las protestas y de barnizar la cruel paradoja, el alto representante de la ONU en Bosnia, Christian Schwarz-Schilling, forzó a finales de junio la aprobación de una ley que estipula que el Centro Memorial de Srebrenica-Potocari pasa a control del Estado -de las instituciones comunes- y deja de estar en manos de la RS.

Los dirigentes serbios de Bosnia han puesto el grito en el cielo y denuncian la violación de los Acuerdos de Dayton y de la Constitución de la RS por parte de Schwarz-Schilling, quien tomó esa decisión días antes de dejar el cargo.

Determinación bosnia

La sentencia, hecha pública en febrero pasado, de la Corte Internacional de Justicia sobre la masacre de Srebrenica ha servido de espoleta para reactivar el recuerdo y la reivindicación sobre aquellos hechos.

Salomónico, el alto tribunal reconoció que se trató de un genocidio pero se negó a ir más allá y responsabilizar al Gobierno serbio de la matanza, la mayor de estas características registrada en continente europeo desde la II Guerra Mundial.

Las asociaciones de familiares de las víctimas mostraron su indignación por la timidez del fallo e interpusieron el pasado mes de junio una denuncia contra la ONU y Holanda, cuyos cascos azules eran los encargados de garantizar la seguridad de la población bosnia en el enclave de Srebrenica.

Paralelamente, han decidido utilizar la calificación de genocidio como palanca para exigir que Srebrenica escape al control de los verdugos que inscribieron con sangre esta localidad en los libros de historia.

Una historia cuyos ecos están lejos de apagarse, como volverá a quedar patente hoy en el acto anual de recuerdo de los miles de bosnios masacrados cuando huían del avance de las tropas serbias.

Y, como metáfora del drama, a día de hoy sólo 2.400 víctimas han podido ser enterradas, Los restos de otros miles de ellas siguen a la espera de ser identificado o exhumados de las decenas de fosas comunes en las que fueron desparramados. Ni ellos descansan en paz en Srebrenica.

 

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