Txotxe Andueza Periodista
Las familias de los «presuntos»
Este billete es prácticamente un encargo, porque estas letras están escritas al calor (o al escalofrío, realmente no sabría cómo explicarlo), de la conversación con una persona que, sin comerlo ni beberlo, se ha pasado una noche en vela, sufriendo los ataques, los golpes, los insultos de una panda de energúmenos que han entrado en su casa con la intención de llevarse detenido a su hijo. El «presunto» no estaba, y sus padres sufrieron la furia de los captores frustrados en su tarea.
El dramaturgo Alfonso Sastre trataba en dos artículos publicados en estas mismas páginas, utilizando como referencia la figura de Antígona, el problema de la solidaridad en el conflicto que vivimos en Euskal Herria. Resaltaba Sastre que el Ejército israelí bombardea los domicilios de los familiares de los militantes palestinos, castigando de esta forma no ya «un gesto de amor a la persona perseguida», sino «el mero hecho de haber una relación familiar o amistosa». Es una tendencia que, como Sastre remarcaba, se ha ido estableciendo en Euskal Herria, donde incluso se han abierto procesos judiciales a la solidaridad para con las personas presas y sus familiares.
Lo decía ayer la madre de ese «presunto» tan controlado por la Policía que, sin embargo, ya no residía allí: detrás de esas personas a las que la Policía busca, hay un entorno familiar, afectivo... que sufre no sólo al ver a un ser querido en una situación difícil, sino que se convierte en víctima de las malas formas, las iras, la impunidad, la brutalidad... de los captores. Es algo que los medios suelen obviar o recoger muy sucintamente: los policías han entrado en la vivienda, tratado de malos modos a los padres, a los hermanos y hermanas, a la compañera o compañero; han revuelto toda la vivienda; se han llevado los ordenadores y otras pertenencias. Es un castigo por ser madre, padre, hijo, hija, hermano, hermana, compañero, compañera... de un «presunto» terrorista. Es un castigo a Antígona, antes incluso de que ésta tenga oportunidad de mostrar su amor en un gesto de solidaridad hacia su hermano. Como decía Sastre, «malos tiempos corren para este tipo de humanismos».