El ex jefe de la Administración Estatal de Alimentación y Medicamentos de China durante casi una década, Zheng Xiaoyu, fue ejecutado ayer tras ser condenado por corrupción.

Con esta sentencia Pekín intenta acallar la presión internacional que está sufriendo ante la alarma sanitaria creada por los productos tóxicos chinos que están causando víctimas mortales en todo el mundo.

Mano dura

Las autoridades chinas intentan demostrar mano dura para lavar su imagen en el combate contra la corrupción de funcionarios, incluso de altos cargos, que autorizan productos tóxicos aceptando sobornos. Zheng Xiaoyu fue destituido en el año 2005 y condenado a la pena máxima el pasado mes de mayo por aceptar sobornos a cambio de conceder licencias a nuevos fármacos, en este caso, por aprobar un antibiótico implicado en al menos diez muertes.

Esta ejecución coincide con la presión ejercida por la comunidad internacional para que Pekín garantice la seguridad de sus exportaciones de productos alimentarios y farmacéuticos, aunque es la primera vez en los últimos tres años en que se aplica la pena capital a altos funcionarios.

El Tribunal Popular Municipal Intermedio Número 1 de Pekín, que impuso la sentencia de pena capital a Zheng, cifró en 832.000 dólares (616.000 euros) los sobornos recibidos.