Peligro para los achuar por el impacto de la petrolera OXY en sus tierras
La ONG de defensa medioambiental EarthRights Internacional ha alertado en un informe del peligro de desaparición del pueblo indígena achuar en la Amazonia peruana por las actividades de exploración y extracción de petróleo de la compañía estadounidense Occi- dental Petroleum Corp., más conocida como Oxy, con sede en Los Ángeles (California).
GARA
En mayo, esta ONG presentó en Estados Unidos, en nombre de esta comunidad indígena, una demanda contra la petrolera OXY por supuesta contaminación del Amazonas. Los 25 indígenas achuar a los que representa EarthRights Internacional acusan a la firma de contaminar los ríos y la tierra de su comunidad durante más de 30 años y causar enfermedades como cáncer y contaminación sanguínea de cadmio y plomo. El informe «Un legado de daño» acusa a la petrolera de actuar con negligencia, provocar muertes injustificadas, fraude y violar las leyes peruanas y estadounidenses en materia de medio ambiente.
Según el documento, tras 30 años de operaciones en el territorio indígena Achuar en la Amazonía peruana, esta empresa petrolera con sede en Los Angeles «realizó prácticas destructivas que contaminaron severamente ecosistemas únicos y sensibles», y que tuvieron como resultado «impactos profundos sobre los derechos y la salud de las comunidades que residen en el área».
Según estas ONG, y ya con la empresa sucesora, Pluspetrol, los abusos de los derechos humanos y del medio ambiente «continúan con toda su furia». «Hoy, las comuni- dades achuares viven con el legado del daño de Oxy: una contaminación extrema de sus tierras y sus vías fluviales, un trastorno en su capacidad de pescar, cazar y sembrar cultivos, y problemas de salud persistentes, entre ellos el envenenamiento generalizado por el plomo y el cadmio», señalan.
«Sentencia de muerte»
El pueblo indígena achuar ha vivido en la Amazonía nordeste peruana desde hace miles de años. Los bosques y los ríos les han abastecido de todas sus necesidades de subsistencia, además de ocupar un papel primordial en sus sistemas de creencias tradicionales y su cosmología. Esta relación simbiótica se ha basado siempre en el respeto profundo por su medio ambiente físico y sus tierras ancestrales.
Pero eso cambió dramáticamente en 1971 cuando Oxy firmó un contrato con el Gobierno para poder hacer exploraciones en búsqueda de petróleo en su territorio, después de que una prueba preliminar demostrara la existencia de reservas importantes.
Oxy empezó a explorar y extraer el petróleo de la cuenca del río Corrientes en una región remota designada como el «Lote 1AB», que había sido habitada por el pueblo achuar desde siempre. Se inició la producción en gran escala en 1975, y se convirtió en el complejo terrestre de campos petroleros más grande de Perú, produciendo aproximadamente el 42% del petróleo en el país.
Durante los años en que Oxy ha estado presente en la región de Corrientes, la compañía construyó una infraestructura masiva de apoyo que incluía aeropuertos, helipuertos y refinerías. En sus años de mayor auge, produjo aproximadamente 115.000 barriles de petróleo cada día.
Mientras, según la denuncia, «las actividades de Oxy estuvieron muy lejos de cumplir las normas aceptadas por la industria en todos los aspectos de sus operaciones, porque la empresa vertió grandes cantidades de aguas contaminadas en los ríos locales, almacenó los residuos incorrectamente y causó daños importantes a la salud y al medio ambiente del pueblo achuar, y del bosque húmedo que antes fue ancestral». En 2000, Oxy vendió su concesión a Pluspetrol, una empresa argentina que continúa utilizando los sistemas y las infraestructuras que fueron diseñados y establecidos por Oxy.
Según la investigación de la ONG, los testimonios de testigos directos y los informes del gobierno peruano, «Oxy utilizó a sabiendas prácticas obsoletas en la cuenca del río, usó métodos que estaban prohibidos en Estados Unidos desde hacía tiempo y que violaban las leyes peruanas, y continuó con el uso de esas prácticas durante tres décadas».
Años y años de contaminación
Según sus datos, la petrolera Oxy vertió un promedio de 850.000 barriles diarios de subproductos tóxicos petroleros derivados del proceso de extracción directamente en los ríos utilizados por los achuar para beber, bañarse, lavar y pescar. La cantidad llegó aproximadamente a 9.000 millones de barriles en el transcurso de estos treinta años de operaciones. Asimismo, Oxy utilizó pozos de tierra para almacenar los líquidos de las perforaciones, el petróleo crudo y los subproductos del crudo. Estos pozos, cavados directamente en la tierra, estaban abiertos, no forrados y sin barreras de protección. Muchas veces se derramaron en el suelo y en las aguas de la superficie y se filtraron en el suelo y en el agua subterránea.
De hecho, un importante número de niños de las cinco comunidades achuar que viven en la zona muestran actualmente concentraciones altas de plomo en la sangre, y a su juicio, «la única fuente probable de este envenenamiento por plomo es la contaminación que proviene de la producción del petróleo».
Y ha repercutido sobre los peces, la caza, la productividad agrícola, además de que actualmente los achuar tengan que recorrer largas distancias para regresar a sus casas con menos alimentos y de menor calidad que en el pasado, cuando podían cazar y pescar en las cercanías.
Aunque hace poco la nueva propietaria, Pluspetrol, se comprometió a cambiar sus prácticas, hasta la fecha «no se han producido estos cambios».Mientras tanto, siguen violándose derechos fundamentales de este pueblo como el derecho a la vida, a la salud, y a un medio ambiente sano, además de su derecho como pueblo indígena a participar en las decisiones sobre el desarrollo que afectan a sus vidas y a su territorio.
Según recuerda el informe, Oxy es una corporación estadounidense y, por eso, su indiferencia hacia la ley y el bienestar de los achuar en Perú ha hecho que esta ONG haya decidido que se enfrente a su responsabilidad legal en EEUU.
Varias exigencias
A la vista de estos hechos, los indígenas achuar urgen a la petrolera a la que consideran responsable de su situación a que realice «inmediatamente» las labores necesarias de limpieza de la contaminación en la cuenca del río Corrientes y que trabaje con Pluspetrol y con el Gobierno peruano para asegurar el cumplimiento de sus propias leyes ambientales y de derechos indígenas.
Asimismo, solicitan que se dé asistencia médica a las comunidades afectadas por envenenamiento por cadmio y plomo, se provea de indemnización financiera a las miles de víctimas achuares que han sufrido daños y se establezcan nuevas prácticas para sus operaciones continuas y futuras, tanto en Perú como en otros países en los que opera.
Finalmente, el informe concluye que Oxy «dio prioridad a las ganancias sobre otras consideraciones y su indiferencia deliberada hacia los derechos, las vidas y las tierras del pueblo achuar deja a la empresa vulnerable a juicios legales en Estados Unidos», por demostrar «una falta de respeto flagrante hacia la función de ciudadanía corporativa, hacia las necesidades de las comunidades locales y hacia los ecosistemas de los cuales han dependido tradicionalmente para su supervivencia».
La contaminación de las tierras de los indígenas americanos por parte de las petroleras no es nueva. El Frente de Defensa de la Amazonía, que reúne a 30.000 afectados, está inmerso en un proceso judicial para lograr que la Chevron Texaco asuma su responsabilidad por la destrucción ecológica y de vidas humanas causada en Ecuador, a raíz del derrame de miles de litros de desechos y productos químicos perjudiciales para la salud y el medio ambiente. La compañía se niega a reparar los daños por más de seis mil millones de dólares que provocó en la Cuenca Alta del Amazonas entre 1971 y 1992.
En una reciente visita a la zona, el presidente de Ecuador, Rafael Correa, constató la destrucción ambiental que produjo Texaco -comprada por Chevron- durante su actividad en la selva ecuatoriana y anunció que su Gobierno emprenderá reubicará a los pobladores afectados. Afirmó que la contaminación generada es treinta veces superior a la producida en 1989 por el derrame del buque Exxon Valdez, que dejó una secuela de 1.600 kilómetros de costas contaminadas en Alaska. «No quisiéramos pensar que en el planeta todavía existen seres humanos de primera, segunda y tercera, porque si esos crímenes ocurren en el primer mundo son sancionados, pero en el tercer mundo hay que dejarlos impunes», subrayó.