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Josebe EGIA

Mujer única de múltiples dimensiones

Así era Frida Khalo. Nació un 6 de julio hace cien años y murió el 13 del mismo mes en 1954. 47 años de vida intensa, apasionada, desgarrada... mexicana por todos los costados y revolucionaria hasta el fin. «La angustia y el dolor, el placer y la muerte no son nada más que un proceso para existir» decía con conocimiento de causa. Estas líneas pretenden ser un reconocimiento a Frida, esa mujer que supo conjugar múltiples dimensiones sin renunciar a ser ella misma en todo momento.

Dueña de una personalidad única, pero sobre todo de una conciencia reflexiva y crítica, Frida -mujer avanzada a su tiempo- tuvo diversas facetas: artista, intelectual, activista social y política, escritora y revolucionaria... Fue una mujer de extremos, además de una pintora reconocida mundialmente, pero la fama y el reconocimiento de su talento no enjuagaron su sufrimiento. Siendo una niña tuvo la polio y, a los 18 años, el choque del autobús en que viajaba contra un tranvía le partió la columna vertebral, la clavícula, varias costillas, la pelvis y le fracturó una pierna por once lugares. El accidente la marcó de por vida y la obligó a sufrir más de treinta operaciones, además de imposibilitarle ser madre.

Forzada a guardar reposo absoluto, Frida se volcó en la pintura. Todo ese dolor y la aceptación del propio cuerpo como una cárcel infernal, se plasma en sus autorretratos, donde aparece lanceada y repleta de aceros y corsés. La pintura fue una manera de inventarse, profundamente conectada con la vida, con la alegría, con la tristeza, con el humor, con las raíces de México... Frida, desafiando las modas del momento, en su propia figura hacía visible su identidad mexicana -con sus huipiles adornados, trenzas con cintas de colores y arracadas-, reafirmándola en su obra con técnicas y temas del folklore y del arte popular de su país.

La pintura fue parte de su lucha, de su decisión de dar la batalla mientras era sometida a diversas operaciones y a un dolor en muchos períodos intolerable, no sólo por cuestiones físicas sino también por las penas de amor derivadas de su tormentoso matrimonio con el muralista Diego Rivera. El de ambos fue un amor tumultuoso, apasionado, rasgado por los celos de sus mutuas infidelidades. No obstante, a la pareja la unía, aparte de su amor, su compromiso político. Durante toda su vida fueron destacados militantes del Partido Comunista mexicano.

Frida, hoy, es de una actualidad total. Su referencia no es estrictamente su pintura, ni su trabajo intelectual como escritora, ni la fe en el socialismo, ni la condición femenina, ni el amor apasionado, sino todo eso a la vez. Esas múltiples dimensiones donde se mezclan la creatividad artística, la resistencia política a las opresiones, a veces la autodestrucción, la entrega desinteresada, la amada apasionada y promiscua, la bisexual, la originalidad y radicalidad existencial, la revolucionaria... En definitiva, una mujer extraordinaria: Frida Kahlo.

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