Raimundo Fitero
El retrovisor
Aprovechando las efemérides fundacionales de la televisión, grande, una y no libre, todas las cadenas se dedican al refrito, a mirar por el retrovisor de la historia televisiva. Lo último y aparentemente más novedoso es un programa papilla de Antena 3 titulado «La primera vez» y que aunque lo parezca, no va de lo que están pensando, si no de algo más trascendental. La primera vez que los famosos aparecieron en la televisión, asunto que hoy en día es algo que se coloca en el currículo, cuando no es parte fundamental de una biografía que se precie.
Por herencia y jurisprudencia ha sido TVE la que ha bebido durante muchas horas de la temporada pasada hablando de su propio pasado, refrescando la memoria audiovisual con momentos estelares, programas, personajes, famosos, goles o cogidas que en algún momento conmocionaron la pazcuata vida de una sociedad que iba de misa al sindicato vertical y del vermú a las exhibiciones de coros y danzas. Blanco y negro y primeros colores, franquismo puro y tardo franquismo, deslizamiento hacia la democracia, transición y apertura. De lo moral a lo patológico. De aquellas noticias grabadas con cámaras de cine de 16 milímetros al vídeo hasta llegar a los soportes actuales. La historia de una evolución tecnológica que refleja en paralelo una involución en formatos y contenidos.
Lo que intentan hacer en el programa arriba mencionado no tiene nada que ver con lo histórico, sino con un programas de vídeos familiares en donde lo que importa es lo ridículo que puede aparecer el protagonista de turno. Desde los dos presentadores, de una insustancialidad supina, hasta el propio ritmo de las entregas, nos encontramos con un entretenimiento a base de cortar y pegar momentos no precisamente estelares de quienes hoy son figuras o figurones, sino aquellos que puedan resultar más hirientes, incluso que sus protagonistas quisieran olvidar o mandar al limbo. Pero así es este negocio, se coloca el retrovisor y como no existe mucha memoria nos reímos con «El Cordobés» o con la cara de niño de Alejandro Sanz, o con Joaquín Cortés haciendo de coro en un programa infantil. ¿Para qué? Para fastidiar.