La primera gran concentración de aficionados en el Tour tuvo lugar ayer en la subida a Tignes, pequeña localidad alpina de 2.200 habitantes que no sólo acogió por vez primera a una carrera que nunca había pasado por allí, sino que se convertirá en el epicentro de la caravana porque todos los equipos menos el T Mobile y el Milram, que están en Val d`Isere, se han quedado en ella para vivir hoy la primera jornada de descanso.

Apenas una decena de kilómetros separan a la localidad que acogió ayer la llegada y la que será escenario de la salida de la etapa de mañana y tanto Tignes como Val d'Isere están abarrotadas por la caravana ciclista y por las autocaravanas de la multitud de aficionados que se han acercado a este paraíso de la naturaleza, en el que en pocos kilómetros se pueden encontrar un buen número de subidas para los amantes del Tourismo, que combina seguir la carrera, descubrir los paisajes naturales por los que pasa la carrera y coger la bicicleta para subir los grandes puertos del Tour.

De todos ellos Iseran es uno de los menos conocidos pese a ser el segundo más alto que jamás ha subido la prueba. Los ciclistas atravesarán mañana su cima por séptima vez, la primera en los últimos quince años desde la gran exhibición de Chiappucci en 1992 camino de Sestrieres, cuando logró la victoria tras 230 kilómetros de escapada en una etapa en la que Indurain sufrió en la parte final.

Su altitud de 2.770 metros sólo la supera en el Tour el col de la Bonette de Restefond, con 2.802, y que sólo ha sido atravesada por el pelotón en tres ocasiones, en 1962 y 1064 con Bahamontes en cabeza, y en 1993, con Robert Millar. La subida de Iseran será realizada por los ciclistas en dos días distintos porque la primera parte es la que ascendieron ayer antes de coger el desvío de Tignes y la segunda desde Val d'Isere es la que realizarán mañana tras el descanso.

2.000 metros de desnivel

Por el recorrido de ayer el ascenso hasta Tignes comenzaba en La Thuile, pero la subida de Iseran se inicia desde la salida de Bourg Sant Maurice y desde ahí hasta la cima del puerto hay 43 kilómetros y un desnivel de 2.000 metros superior por ejemplo a la ascensión del pasado año del Galibier de 45,6 metros desde Le Bourg d'Oisans.

Tanto la ascensión total de Iseran como la que conducía a Tignes fueron el recorrido elegido por miles de cicloturistas que aprovechan el Tour como excusa para subir estos puertos. Más de medio centenar de ellos lo hacen con un viaje organizado por una empresa relacionada con el CSC. Tienen instalada su sede en Val d'Isere desde hace unos días con un gran montaje con un buen número de camiones y vehículos para trasladar a los cicloturistas y el material. Todos ellos llevan no sólo la indumentaria del equipo CSC, sino que además tienen bicicletas de la marca que utiliza el único equipo danés del Pro Tour.

Al margen del Iseran, estos cicloturistas pueden subir en pocos kilómetros puertos importantes como Val Thorens, La Madeleine, Courchevel, La Plagne, Les Arcs, Le Petit Saint Bernard o el Cormet de Roseland.

No es la única excursión organizada de turistas, aunque sí probablemente la que tiene un montaje mayor. Pero la más curiosa es la de una decena de sudafricanos que se trasladan en dos furgonetas con banderas sudafricanas y maillots de apoyo a su equipo, el Barloworld.

También se puede ver a un buen número de aficionados vascos con sus camisetas naranjas, entre los que destaca la peña de Iñaki Isasi que ha conseguido que el nombre del ciclista de Respalditza sea uno de los que más se ha podido ver en las subidas alpinas a La Colombiere el sábado y en la de ayer en Tignes.

Pero no son los seguidores del CSC, ni los del Barloworld, ni los del Euskaltel, que sí serán mayoría en Pirineos, los más numerosos en las carreteras de los puertos alpinos, en los que hay miles de autocaravanas y muchas de ellas son de seguidores del T-Mobile, equipo que tiene coches y furgonetas de apoyo en las subidas importantes.

Muy pocos aficionados italianos

A pesar de que la zona está muy cerca de la frontera con Italia, comparativamente se ven muy pocos italianos en comparación con los alemanes. La razón la perecía indicar una pancarta instalada en una de las autocaravanas italianas situadas en la subida de Tignes: «El Tour sin Basso es como hacer el amor sin una pareja». La ausencia de ningún corredor italiano importante parece haber provocado que el aficionado italiano no se anime a cruzar la frontera.

A pesar de que en Alemania se ha abierto un gran escándalo tras las confesiones de ex corredores y ex auxiliares del equipo Telekom y T-Mobile, que han confirmado la existencia de un dopaje sistemático en el equipo y de que el Gerolsteiner ha obtenido mejores resultados en los últimos años sin verse implicado en ningún caso de dopaje, la afición alemana sigue siendo muy importante y casi todos llevan la camiseta del T-Mobile. Por cada maillot del Gerolsteiner se puede ver una quincena de camisetas del equipo rosa.

Parece que el mensaje del equipo alemán más representativo de los últimos años de cambiar a todo su organigrama y a todos los corredores que se podían relacionar con los años en los que se desarrolló el dopaje ha sido bien recibido por la afición, y además ayer todos ellos pudieron alegrarse al ver a una futura estrella de amarillo.

Porque lo que quedó claro en la primera gran etapa de ayer en montaña en los Alpes es que todos los casos de dopaje que han ocupado la actualidad ciclista en los últimos años no han reducido la afición por el Tour y por todo lo que le rodea. Es una forma ideal de Tourismo.