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Octava etapa Alpes

Rasmussen prolonga su idilio y Mayo se reconcilia en Tignes

El danés ganó su tercera etapa consecutiva en tres ediciones y es el nuevo líder; el de Igorre ofreció su mejor cara y llegó segundo a la meta; Valverde y Moreau se mostraron como los mejores entre los favoritos; y Vinokourov, con Kloden de gregario, volvió a sufrir

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Unai IRARAGORRI | BILBO

El Tour es una carrera de historias cruzadas, éxitos y fracasos, idilios y reconciliaciones. Ayer, se escribieron varias en la llegada a Tignes. Michael Rasmussen se anotó su etapa anual y es el nuevo líder; Iban Mayo se hizo las paces con la carrera después de tres años de fracasos; Alexandre Vinokourov sufrió y volvió a perder tiempo; y Linus Gerdemann trató de mantener el amarillo hasta donde pudo.

Mayo renació en el Tour. El corredor de Saunier Duval fue el de las mejores tardes. Fino, concentrado, bailando sobre la bicicleta. Al igual que Landaluze el día anterior, el de Igorre se quedó a las puertas del triunfo en Tignes pues llegó segundo. En cualquier caso, recordó a aquel Mayo que se impuso en Alpe d'Huez en 2003 o que batió a Armstrong en la Dauphiné Liberé en 2004. Hace cuatro años ya, el Tour se lo dio todo le subió a lo más alto, y, por eso, la caída fue más dura; año tras año en los tres últimos se ha estrellado por caídas o enfermedades y la presión que suponía defender el maillot naranja del Euskaltel-Euskadi. En Saunier Duval, ha encontrado la confianza y la tranquilidad suficientes para trabajar más a su aire porque se trata de un ciclista de genio y de nervio, de los mejor y de lo peor cuando se le cruza el cable. Esperemos a partir de ahora ver su mejor versión. Sin presión y con la moral de la victoria en el Giro se presentó en Londres con la intención de brillar en la montaña y ganar una etapa. Ayer, se quedó a un escalón de conseguirlo y es tercero en la general.

Cuando Mayo atacó era ya tarde porque Rasmussen había arrancado la moto mucho antes. Al danés no le gusta esperar y atacó en Roselend, a 65,5 kilómetros y culminó su cabalgata, igual que en 2005 y 2006, ediciones en las que ganó el maillot de la montaña y ayer recogió el amarillo, además.

Asimismo, ayer quedó en evidencia que no hay un patrón del Tour como lo podían ser Armstrong, Basso o Ullrich. Con Vinokourov mermado, otros favoritos no estuvieron a la altura.

El más activo fue Moreau, al que rápidamente respondió Mayo, y también Valverde, Kashechkin, Evans, Contador y Schleck. Pero ninguno iba súper y subieron hasta la meta a tirones, sin terminar de rematar a Vinokourov y Kloden, con Menchov, Sastre, Leipheimer, Pereiro o Zubeldia a rueda. Asimismo, el líder Gerdemann aguantó hasta donde pudo pero al final el del T-Mobile terminó por ceder como era lógico.

En la rampa más dura al final, Mayo atacó y Valverde sufrió, aunque se recuperó para ser tercero, y poco más tarde entró el resto. En un pañuelo. Por detrás, Vinokourov cedió 1.17 respecto al grupo de Moreau. El tercer acto será el martes pues hoy los ciclistas disfrutarán de la primera jornada de descanso.

ESCAPADA

La escapada del día la protagonizaron 20 corredores, Arrieta (Ag2r) y Azanza y Verdugo (Euskaltel-Euskadi) entre ellos, y con Rogers -luego se retiró-, Schumacher, Kohl o Hincapie, pero Rasmussen fue muy superior.

Desde Indurain y Armstrong nadie es capaz de dominar

Es el nuevo ciclismo. El de la igualdad y el de los desfallecimientos y las resurrecciones. El primer capítulo se escribió el año pasado, con Landis de amarillo muerto un día y resucitado al día siguiente y con escapadas como la de Pereiro que alcanzaban casi media hora en la meta. Un espectáculo más real al fin y al cabo y que sobre todo engancha más al espectador.

Las épocas de Indurain y Armstrong han pasado. Ya no hay superhombres ni tiranías. Los últimos, Basso y Ullrich, han sido sacrificados por la aparente tolerancia cero contra el dopaje. Una máxima que supone más igualdad. Quizá el último fenómeno esté escondido en el pelotón o explote en otra edición. El abanico a subir al podio en París se ha abierto, quién subirá a lo más alto es la incógnita.

La caída de Vinokourov hace unos días ha roto el guión. El kazajo y su Astana estaban llamados a llevar las manijas del Tour 2007. Sin embargo, Vinokourov todavía lame sus heridas, tal y como quedó comprobado en su querer y no poder en Tignes. No hay, por tanto, jerarquía en la carrera, pero sí desde luego en el Astana. Cuando comenzó la lluvia de ataques al final y se quedó sólo rápidamente llamó al orden y Kloden, dos veces en el podio del Tour, asumió su papel de gregario, sacrificando sus posibilidades. En la general, Vino ya pierde entre dos minutos y medio y minuto y medio respecto a sus rivales, pero está vivo, si no, no habría mandado parar a Kloden. Y si el kazajo respira, cuidado, si no que se lo digan a Valverde el año pasado en la Vuelta.

U.I.

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