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CRÓNICA EL DRAMA PALESTINO

Una mirada al horror tras las ruinas de Nahr al-Bared

os cadáveres abandonados entre las ruinas, mujeres que se niegan a ser evacuadas para morir junto a sus esposos. Los refugiados de Nahr al-Bared narran el drama que sigue tras las fachadas esqueléticas del campo de refugiados palestinos, en el norte de Líbano L

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El cadáver de Faisa Wehbi, 65 años, muerta en los bombardeos del Ejército contra el campo de refugiados, no fue descubierto hasta nueve días más tarde por voluntarios del Creciente Rojo Palestino.

«Los hambrientos gatos habían prácticamente devorado su cuerpo», narra Attica Wehbi, de 26 años de edad, una joven de la familia . «La pudimos enterrar aquí, en Badawi», añade en referencia al campo de refugiados palestino vecino.

La población de Badawi se ha multiplicado tras la llegada masiva de refugiados que huyen de los bombardeos, iniciados el pasado 20 de mayo por el Ejército libanés tras un oscuro suceso que consistió en el atraco a un banco de la vecina Trípoli.

Este sitio ha dejado hasta la fecha un balance oficial de 200 muertos, probablemente muchos más ya que los cuerpos de víctimas civiles y de milicianos islamistas de Fatah al-Islam han sido abandonados entre las ruinas del campo.

46.000 refugiados malvivían hasta entonces en sus calles. Actualmente se desconoce la cifra de los que quedan, unos pocos centenares según algunas agencias occidentales.

El miércoles pasado, organizaciones humanitarias intentaron evacuar a un grupo de 45 niños y una veintena de mujeres que serían familiares de los islamistas sitiados.

El Ejército acusó a los «terroristas de dar otra prueba de su comportamiento inhumano impidiendo a los miembros de sus familias abandonar el campo de refugiados».

Pero un portavoz de una organización humanitaria palestina que participa en las evacuaciones da otra versión: «Las mujeres han elegido morir junto a sus esposos», asegura.

Represalias militares

Jalil Abdel Al, de 35 años de edad, asegura comprender esta determinación: «Ellas tienen miedo de partir y de encontrarse cara a cara con el Ejército libanés». Este palestino, cuya vivienda y comercio en Nahr al-Bared han sido totalmente destruidos insiste en que «si para nosotros ha sido terrible, qué no será para ellas». en referencia a los malos tratos de los que han sido víctimas los refugiados huidos por parte de los soldados libaneses. Denuncias que hacen suyas organizaciones de derechos humanos.

Mahmud Ghanumi, de 20 años de edad, es uno de las decenas de palestinos heridos por las balas del Ejército libanés -al menos dos de ellos resultaron muertos- en la represión de una manifestación el pasado 29 de junio en Badawi reivindicando el derecho a volver a sus casas en Nahr al-Bared. «Me interrogaron en la cama del hospital», denuncia, para añadir que el Ejército les prohíbe cruzar los límites del campo.

Ello no impide a Abdel Al mostrar su nula simpatía por los islamistas. «Han destruido nuestras casas, nuestros pobres empleos, nuestra vida...».

A varios kilómetros, en la periferia del campamento de Nahr al-Bared, la vida continúa pese al ensordecedor ruido de los obuses. Desde los pisos superiores de los inmuebles situados frente al campo, en la otra acera de la carretera principal al norte, la vista al mar se aclara cada día que pasa a medida que caen, una tras otraa, bajo el fuego artillero y los bombardeos, las casas de Nahr al-Bared.

Haro CHAKMAKJIAN Badawi

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